Una
celebración
El hilo de la historia
cayó al piso, así que me agaché para buscarlo. Era una de esas
festividades patrióticas, y lo único que alcanzaba a ver eran zapatos
importados y botas militares.
Una vez, sentada en el tren,
una afgana quien nunca había estado en Afganistan, me dijo: “La victoria es
posible”. ¿Es eso una profecía? Le quise preguntar, pero mi persa se
limitaba a lo que aprendí en los textos de la escuela, y ella me miró, mientras
la escuchaba, como si estuviese buscando en un armario cuyo dueño fue
consumido en un incendio.
Supongamos que el pueblo
llega en masa a la plaza. Supongamos que el pueblo no es una palabra
obscena y que comprendemos el significado de la expresión “la masa”.
Entonces díganme ¿cómo han aparecido todos esos perros de la policía acá?
¿quién los cubrió con las coloreadas máscaras del partido? Y más importante
aun, ¿dónde está el hilo que separa las banderas de los paños menores, los
himnos de los anatemas, a Dios de sus criaturas - aquellas que pagan impuestos
para deambular por la tierra?
Celebración. Como si
nunca hubiese pronunciado esa palabra. Como si saliese de un diccionario griego
en el que los espartanos victoriosos retornan a sus hogares con sangre persa
aun fresca en sus lanzas y sus escudos.
Puede que no haya
existido ese tren, ni la profecía, ni la afgana sentada a mi lado por dos
horas. En ocasiones, para matar el tiempo, Dios permite que nuestra
memoria se descarrile. Lo que puedo decir desde acá abajo, entre los zapatos y
las botas militares, es que nunca sabré con certeza quién triunfó sobre quién.
Determinando
el punto débil
Naturalmente, a las
vigas de hormigón nos les faltaba delicadeza,
y las columnas de las
casas viajeras eran en sí la nostalgia.
Agregó que su trabajo
consistía en determinar el punto débil;
Para, después,
distribuir su peso a los puntos más o menos fuertes;
que los soportes y los
apoyos sólo eran obra del amor,
y que, con cariño, eran
fijados en el ángulo contrario de las columnas.
Me aseguró también que
la restauración era pura cuestión de sexo.
Mi compañero de colegio,
ahora arquitecto del servicio de Arqueología;
por un minuto quedó
perplejo
porque yo seguía
teniendo la mano de una colegiala.
Antes de marcharse me
comentó
que él no pudo
especializarse en la comprensión de las caídas,
por mí.
*Los poemas fueron
traducidos por Frank Báez en colaboración con la autora.
Iman
Mersal (Egipto,
1966) fue cofundadora y editora del periódico feminista independiente egipcio Bint
al-Ard (Hija de la tierra) desde 1986 hasta 1992. También ha publicado
diversas obras poéticas: Ittisafat (Caracterizaciones, Dar
El-Gad, 1990); Mamarr mu'tim yasluh lita'allum al-raqs (Oscuro
pasaje que permite aprender a bailar, Dar Sharqiyat, 1995, 1ª edición; 2004, 2ª
edición); al-Mashy Atwal Waqt Mumkin (Caminar cuanto sea
posible, Dar Sharqiyat, 1997); Yugrafiya Badila (Geografía
alternativa, Dar Sharqiyat, 2006, 1ª edición; 2011, 2ª edición);These are
not oranges, my love: selected poems (Estas no son naranjas amor mío:
selección de poemas, Sheep Meadow Press, 2008). También en 2005 colaboró
en el proyecto de filmación Stranger in Her Own Skin (Una
extraña en su propia piel), de Shabnam Sukhdev. Luego de vivir en Boston
se trasladó a Edmonton en Canadá, donde actualmente enseña literatura árabe en
la Universidad de Alberta.