21/8/07

Regina José Galindo

1
El llamado de la sangre
me hace volver


(no la de mi madre)

la que corre por las calles
los asientos de las camionetas
las camas del Roosevelt.

Por eso vuelvo
porque el paisaje tropical quema
pero no es infierno

- y yo prefiero mi infierno -

mi país de demonios
de mentes perversas
de gente mala.

Porque acá se respira caliente
pero se respira en paz

y yo no soy paz
soy guerra
bomba lacrimógena
bala perdida.


2


Aquí no se habla
Aquí no se opina
Aquí no se piensa
Aquí no se lee
Aquí no se ve
Aquí no se enseña
Aquí no se cura
Aquí no se ama
Aquí no se canta
Aquí no se baila
Aquí no se cree
Aquí no se juega
Aquí no se llora
Aquí no se apoya
Aquí no se entierra
Aquí no se pertenece
Aquí no se actúa
Aquí no se está
Aquí no se ríe
Aquí no se aguanta
Aquí no se come
Aquí no se abraza
Aquí no se espera
Aquí no se coge
Aquí no se da
Aquí no se grita
Aquí no se vota
Aquí no se salva
Aquí no se sueña
Aquí no se hace
Aquí no se puede
Aquí no se mejora
Aquí no se trabaja
Aquí no se escucha
Aquí no se permite
Aquí no se respira
Aquí no se cambia
Aquí no se crea
Aquí no se sabe
Aquí no se perdona
Aquí no se escribe
Aquí no se respeta
Aquí no se defiende
Aquí no se quiere
Aquí no se elige
Aquí no se gana
Aquí no se estudia
Aquí no se pregunta
Aquí no se siente
Aquí no se recuerda
Aquí no se existe
Aquí no se nace
Aquí no se crece
Aquí no se es
Aquí no se vive
Aquí no se lucha

Aquí solo se muere
Aquí solo se mata.

3
PERRA
Sentía como la vista se le nublaba en medio de un gemido que le salía
desde el fondo de las entrañas. Era un orgasmo, del que tantas y
tantas veces había oído hablar. El que tantas y tantas veces había
buscado de diversas formas. Masturbándose con las manos, con una
botella, con un consolador sin pilas, con un vibrador, cogiendo con
los primos, con los del barrio, con su nuevo novio Manuel.
Nunca podría tener la certeza pero todo indicaba que esa falta de
aire, ese retorcijón en medio de su vagina, en un punto exacto que no
podía ubicar, era un orgasmo. Sus ojos permanecían cerrados y esos
segundos de placer le parecieron la razón de su vida entera.
La bolsa de nylon que le cubría el rostro, ahora con una extraña
sonrisa, se le terminó de pegar a la piel, la fuerza que la sostenía
en cuatro patas, dejó de correrle por los músculos. Ya no sentía
nada, ni ardor en la pierna navajeada, ni dolor en la mano sin dedos,
ni miedo, ni odio, ni impotencia, solo una corriente de paz y ganas
de no abrir los ojos nunca más.
El hombre, que no llegaba ni siquiera a los dieciocho años de edad y
que, sin embargo, tenía más vida que un militar de sesenta, se percató
que el cuerpo al que estaba penetrando, era ya un cuerpo muerto.
Igualmente siguió, una y dos veces, una y veinte veces, no iba a
quedarse con el semen dentro, ya que eso luego le causaba grandes
retorcijones en la base de la verga.
Inmediatamente después de la erupción, se sacudió el miembro sobre el
cuerpo inmóvil, se lo guardó entre los pantalones anchos de lona y
dijo en voz alta -esta puta ya palmó, mejor nos apuramos a terminar el
trabajito y nos rajamos.
El Payaso, que aún no había gozado, levantó una mano en señal de
desaprobación y dijo que el no se largaba a ninguna parte sin antes
metérsela a la jaina -que deahuevo ustedes cerotes como ya están
desquesados, pero yo así no me regreso a mi chante, caras de mi verga,
ahora se esperan culeros.
Luego de eso se acercó al cuerpo, lo puso boca arriba, lo estiro bien
y se le echó encima para facilitar la penetración, como estaba tan
caliente, de tanto ver, se vino en pocos minutos.
Los demás se rieron casi al mismo tiempo, el Pinki dijo -este
hijueputa no aguanta naaa, mejor no le conecto a la Rossana que la va
a dejar con ganas.
Entre todos, que eran seis, exactamente seis, cogieron a la mujer; o
lo quedaba de ella. La extendieron sobre un nylon. El Payaso, con un
cuchillo de cocina oxidado le corto las orejas y las metió dentro de
una bolsa amarilla de Paiz. El líder de la clica, el más ácido de
todos, el más cabrón, conectó el cuchillo eléctrico que se habían
güeviado especialmente para esos menesteres y empezó a cortarle la
pierna izquierda, en la que antes, cuando aún estaba vivita y
coleando, le habían escrito la palabra PERRA con una navaja.
La sangre salpicaba de forma sucia y descontrolada manchando todas las
paredes. El Kalaka, sin pensarlo, alegó por el desorden que se estaba
haciendo -ala gran puta vos, esta mierda si nos va a costar limpiarla,
trabaja más limpio manito, como un profesional. Todos, al unísono,
volvieron a reir.
- Mejor pasame esa caja y hacete shooo, cara de mi culo, le dijo el
Bronson al Kalaka. A los pocos segundos la pierna lucía dentro de la
caja de carton de Pasta Ina como un cadáver en su propio ataud.
La caja fue depositada de madrugada en una calle de la zona 3. Las
orejas se las guardaron ellos de recuerdo. El resto del cuerpo, el
tórax, la cabeza, los brazos, la otra pierna, fueron cortados luego,
metidos como fuera en bolsas negras Kanguro y depositadas sin orden en
diferentes puntos de la ciudad.
-Este tiene que ser un orgasmo se decía ella para si misma, del que
tanto me habían hablado, el que tanto había esperado
4
Con mi mano me basta

ella no me somete
ni me pone a prueba

conoce mi punto
la fuerza justa
el ritmo

uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro
uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno
dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres
cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno
dos tres cuatro uno dos cuatro uno dos tres cuatro uno
dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos
tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro
unodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatro
unodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatro
unodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatro
uno dos tres....
entonces se aleja
sin exigirme un segundo esfuerzo.

5
Durante años
me ha sido sido imposible escribir
el miedo se apoderó de mis dedos
mi medicado cerebro.

Cada línea era evaluada
y asesinada en el acto.
Me convertí de pronto
en una abortadora por práctica.

Hoy,
con un cuarto de ron en las venas
me propuse no matar más hijos.

Que los acuchillen los terceros
que los mastiquen y escupan
que les den el tiro de gracia

luego de una muerte

volverán a nacer.

6
Soy una perra
una perra enferma
el mundo mordió mi corazón
y me contagió su rabia.

7
No quiero pedir ayuda

no quiero soltar el grito.
Contengo la explosión
para no hundir
-con mi carga -
la isla.

8
Se me ha instalado una anciana en el centro de la vida
apagado el deseo
enfermos mis sueños.

Dolor agudo recorriéndome entera
paisaje del gris de mis cabellos
respiros con lenta dificultad.

Nada responde
poco veo no coordino callo.

Soy 32 años de viejitud
espero cansada la muerte.

9
Aquí donde me ven soy re puta.

Pequeñita y todo…

Empiezo el juego
pierdo el glamour
y dejo de ser correcta.

basta encontrar una mirada
bajo cejas vivas
para que se me despierte el demonio
las ganas de un fueguito encendío

la calentura pues…

10
Nuevamente sudor en las manos
palpitar acelerado
gotita de sangre en mi orificio nasal.

Nuevamente respiros que llevan arriba.

demasiado piso
demasiado infierno

y a mis alas
jamás les funciona el motor.

11
El Paraíso que sale en la Biblia no es el mismo en el que nací.
Acá halan pelos
Arrancan uñas
Sacan lenguas
Rompen culos
Extirpan pezones
Violan vaginas
Cortan dedos
Amputan piernas
Golpean rostros
Quitan cabezas
Balean corazones
Acuchillan espaldas
Orinan cuerpos
Y Queman entrañas

Regina José Galindo. (Guatemala, 1974. ) Poeta y artista del Perfomance. Ha publicado el libro Personal e Intransmisibles (2000) y sus poemas han aparecido en las antologías: Mujer, Cuerpo y Palabra, Antología de Poetas Guatemaltecas (2004), Tanta Imagen tras la puerta (1999), Para conjurar el sueño (1998), entre otras. La editorial Vanilla Edizioni publicó el año pasado una monografía donde se recogen sus principales perfomances. Entre los numerosos reconocimientos recibidos, se encuentran el León de Oro de la Bienal de Venecia del 2005 y el premio de la Fundación Myrna Mack por su primer libro de poesía.