24/4/11

Víctor Villegas (1924-2011)


Elegía a la Muerte 
Eres desde mañana y desde siempre has 
sido simple, hermosa muerte, 
solo y delicado pétalo atrapado en las 
aguas de todas las riberas. 
Cuerpo de espuma, itinerante alondra eres 
en los pasillos del deseo, 
si te desea, multitud de caminos, 
jubiloso retorno, 
cálido vuelo de secretas palomas. 

Quien hacia ti vuelve sus pasos 
y su rostro, 
ansía una distancia lluvia caída 
en el olvido, 
una gota de luz de noche permanente, 
procura un goce colina lejana, 
una ruta de viento entre los bosques, 
un hueco, hermosa muerte, 
para la tibia soledad. 

Cierto que el roce de un día 
que transcurre 
es igual que una inútil tentativa 
de amor: 
que el árbol milenario es roca 
en el viento y en la tierra es profunda 
cascada hacia 
el misterio, 
y todo muere, 
todo de ti tiene tu ausencia 
tu voz que ha de llegar, 
el soplo donde esparces tu huésped 
predilecto.

Por eso te pareces a un torso 
de mujer cuando un filo invisible 
se acerca a sus contornos, 
y te contiene el grito, el nido 
y la montaña, 
y estás sola en la puerta y la mano 
que la abre; 
y en lo desconocido, donde puede 
una llama, 
un presuroso aliento de botón 
o de infancia, 
desnudos son tus  pasos, 
vacías 
tus paredes. 

Sí, ya lo sé, también puedes llamarte 
Marta 
y te regocijas y me regocijo porque 
te he conocido en muchas partes. 
Te sentí en los barrotes de la cárcel 
mientras mordía mi rabia 
y esperaba el sonido de las 
llaves, 
y hablaste con vehemencia, con voz 
dulce, de los tontos, 
de los fuertes que evaden 
tu presencia; 
te palpé, asime de tu hombros, 
de tu bulla, 
de tus mangas de oro, Marta, Muerte, 
cuando me perseguía el débil, el 
que temía mi voz, 
el de las sombras. 

Te conocí en los parques y 
en los cines y aún 
buscaba importunarte en 
los viejos recuerdos, 
hacer necias preguntas y 
proyectar tu imagen luminosa. 

Si te encontré, si ayudé a 
levantarte de tantas emboscadas, 
si te auxilié ahogándote, 
volcándote, 
muriéndote, 
si fui tu confidente en el puñal 
que quisieron hundir en tus 
caídas, 
por qué he de soslayar el lecho 
que me tienes. 

Imposible negar, Marta, que eres 
más breve que la vida y 
su más delgado instante, 
más fugaz que el caer de la fruta o del 
sonido que dejan atrás 
las mariposas. 

Y sin embargo, te sospecha la 
gente, 
huye despavorida, se arrincona, 
busca los túneles, 
el tupido ramajes, el ajo  y las tijeras, 
y cuando ve tu piel cubierta de ceniza 
misteriosa 
edifica en su sangre 
su último refugio. 

No te comprenden, te huyen, hermosa 
muerte, Marta, 
te denostan, te insultan llamándote 
guadaña, parca: 
si hay tesoros te nombran funeral, 
velorio  si es el pobre el que te 
encuentra; 
y a la verdad, por qué  rondas la 
cárcel, 
por qué azotas los barrios miserables y te vistes 
de sífilis, de hambre, 
de tuberculosis mientras olvidas 
las fachadas de mármol y las 
barrigas hartas; 
por qué tiendes  al brazo redentor y a las frentes 
erguidas  tu celada, 
y cuando nadie espera, 
apareces de noche, de repente. 

No te comprenden, te huyen Marta, 
te blasfeman,  
y eres tanto como el pozuelo donde 
se bebe el té, 
como los dedos amorosos que reparten 
el pan, 
como los utensilios que usan las abuelas 
en ciertas ocasiones. 
Eres llama permanente en la otra 
orilla, 
lámpara encendida ha mucho tiempo.  

Víctor Villegas( San Pedro de Macorís, 1924-2011)  Poeta, ensayista, abogado y educador.  Entre sus obras se encuentran:  “Diálogos con Simeón” (1977), “Charlotte Amalie” (1980), “Juan Criollo y otras antielegías” (1982), “Antología de poetas petromacorisanos” (1982), “Pedro René Contín Aybar, selección y prólogo de su poesía”, (1984). Víctor Villegas murió este 23 de abril. La publicación de este poema en Ping Pong es un homenaje a su memoria.  Elegía de la Muerte pertenece al libro Charlotte Amalie que pueden leer acá.