18/4/08

Arturo Accio

Intervalos
Pueden pasar muchos días
sin un sobresalto,
mientras tanto
hay que hacer pasar el tiempo
a como dé lugar,
aburrido al por mayor,
en una silla,
leyendo
o frente al televisor,
con ganas
de que nunca regresen las horas lentas;
hasta que aparece una mujer
con un cigarro,
palabras suicidas,
cerveza
y una cama
por unas semanas,
para después
empezar de nuevo a esperar.





Pies
Lo mejor de la vida no camina,
la música,
los libros,
el dinero,
los chocolates
o el alcohol;
no usa zapatos
con tacón alto
que bailan relucientes
provocándote sin piedad;
ni cobran por una hora una locura
para después patearte en la cara
y salir corriendo;
bueno,
dicen que siempre
hay excepciones
que confirman la regla
y alegran el día.
Tarde o Temprano
Llegará el día
cuando pueda escoger entre tres marcas de pantalones
viendo únicamente el corte;
mi auto arranque a la primera y yo ni siquiera lo note;
llegará el día
en que meditaré en pagar la cena de contado o con alguna tarjeta
y escuche un “gracias señor” dado con respeto a mi persona;
esa noche mientras me esté rasurando con una navaja gillette decente
ya no podré escribir,
la pequeña brasa ardiente en medio del pecho no la sentiré,
estaré sentado frente a mi teclado y me habrá ganado la página,
ya no podré decir nada,
quedará en blanco después de una hora,
tres madrugadas,
dos fines de semana,
no me importará,
habré olvidado cuando fue la última vez
que me sentí igual que un pequeño dios que escribe porquerías;
ese día por fin perderé la partida y me habrá ganado el sistema.


Dos Empleos
Miro mi sexo cuando orino,
no es una bestia
pero me ha dado buenos ratos
y muchos dolores de corazón
por sus necias necesidades;
no es un espectáculo asombroso
en estos momentos,
más bien parece un molusco melancólico
que calladamente hace su trabajo.


María
María tiene el corazón roto
y a mí me gusta pensar en eso,
en que ella puede hacer por esa razón
muchas estupideces
en cualquier momento,
es lista y habla lo justo;
pero no siempre
las cosas se dan como uno quiere,
lo sabía y mejor guardaba silencio.

La recogía después de que daba sus clases de italiano;
no me gustaba que me dijera algo que no entendiera
por ejemplo la palabra Ouruburus,
aunque después me lo explicara
con una cara tierna que me bajaba la guardia
a un grado peligroso,
adivinaba casi siempre en que pensaba,
entendía que quería;
sabía mucho,
menos algo
de la que hubiera querido estar segura,
mas,
como siempre,
no es bueno estar demasiado
con un alguien que te conoce así por mucho tiempo.

Predicciones
Mi cabeza terminará por explotar,
cuando eso suceda
espero que no haya nadie cerca,
y sea solo un simple sonido
hueco/sencillo sin aspavientos
ni preparativos previos,
pero lo que más pido
es que sea después de un fin de semana
antes de ir a trabajar.


El Infierno quiere abrazarme
Puedo escuchar sus tridentes trajeados excitarse afuera,
en la calle anhelan
clavarlos en mi suave carne
para calmar sus ansias/siniestras/sensatas/insanas
y vaciar lo que queda del alma
des
garr
a
r
la

hacer un festín absurdo conmigo;
en el horizonte hay una antorcha horrible
que también agoniza;
siempre compito en una carrera
donde termino por perder;
desde el principio sabía que no sería fácil.
–No sería como seguir el ritmo de un vals;
comprendo
que este juego
presentado en un seguro envase antiséptico
espera liberarse,
convertirse en la parte mas sagrada de mi;
no quiero saber la verdad por razones obvias,
así
que
mejor
decido
quedarme
a ver al polvo corrosivo caer desde aquí.

Arturo Accio. (Guadalajara, México 1975) Activista literario. Consejero editorial de la revista "Papalotzi". Ha publicado diez libros, entre los que destacan; La Sinfonía de los Perdedores, Nada que Ganar y Electroshocks, Poesías Muertas, Bisturí, Vagabundo de la Oscuridad y Mutilaciones Espirituales. Ha participado en las revistas Sulscrito y Big Ode (Portugal), La Avispa (Argentina).