19/9/08

Jorge Boccanera

Silvia Plath lava una taza, seca una taza, rompe una taza
Qué cabeza la mía,
dejé una frase suelta y una rosa en el horno.
Cotidianos trajines, calores, taquicardia,
y un almohadón de plumas
con un lápiz labial justo en el centro.
Qué cabeza la mía.
Yo buscaba algún parque y encontré en un mal sueño
una torta partida por un rayo.
La sala está revuelta.
El miedo de un venado no cabe en este horno,
por eso huele así toda la casa.
Pero a quién se le ocurre
dibujar una piedra y tropezar dos veces,
llenar un cenicero con los puntos y comas
de alguna carta antigua.
¿Hubo un Adán violento? ¿Hubo un amor-halcón
"de una vez para siempre"?
Qué cabeza la mía,
guardar los zapatones en un charco
y aceptar ese baile sabiendo que me espera
una puerta cerrada tras la puerta.




Siempre estoy comenzando este poema
siempre estoy comenzando este poema
pero claro
llaman a las puertas las voces cotidianas
o se cae a pedazos el día diecinueve
o se me sube rosi a las rodillas
o caigo en la guitarra buscando no sé qué
siempre estoy comenzando este poema
pero llegan recuerdos de una ternura un día
o me sirven café
o voy a ver al boby que está ladrando mucho
siempre estoy comenzando este poema
y escribo una palabra y ya viene la tarde
con su naufragio entonces
pongo la ternura en una botella
para que alguien recoja pedazos de mis ojos
siempre estoy comenzando este poema
pero llega la noche
quiero decir tu pelo mojado
quiero decir que crezco
y que salgo a caminar tu nombre.

Bestias
Como un aullido el corazón,
como un grito que piensa y que se aturde de su propia
ignorancia.
Todas las palabras caben en ese gesto.
(El aullido de un mono, por ejemplo).
Cada día, cada hora, se descuelga del sueño
y se arroja al vacío.
Se muere y resucita,
en un juego que nunca me tocó decidir.
Condenado a ser apenas una sombra en medio de su afán,
escucho su respiración bajo mi ropa.
Ronca como la selva a medianoche.
Un extraño, un aullido enterrado en mi cuerpo.
Lo he visto dibujado en las hojas de un libro.
Se llama corazón.
Nos vamos pareciendo poco a poco:
yo no tengo diez dedos en las manos,
él a veces camina como yo.


Ensayo breve sobre la honestidad poética
no es que los poetas mientan
es que los mentirosos
quieren hacer poesía


Límites
Mi pueblo
limita al norte con Bolivia y Paraguay,
al este con Brasil, el océano Atlántico y Uruguay,
al oeste con Chile,
y Luisa,
Se pudre en una celda de dos metros por uno.



Un Hombre
a Humberto Costantini

un hombre se me viene cayendo por la sangre
con una copa rota entre los dientes
no soy yo
somos todos
la soledad
el tajo de odio en la memoria somos

un hombre se me viene derrumbando
por la oscura saliva del silencio
salpicando mis ojos con antiguas cucharas
lágrimas que él inventa cuando pisa
los charcos de mi sangre

un hombre se me viene cayendo por la herida
no hagan música o fuego
no soplen ni respiren
quiere decirnos algo

hay un sur de rodillas preguntando
dónde estábamos todos
cómo fue que dejamos crecer la indiferencia
para que de una puerta salga el enceguecido
tirando puñetazos al aire
echando espuma por la boca

un hombre se me viene cayendo por la sangre
con pasos de borracho
no hagan ruido no escupan
no demoren quiere decirnos algo.


Jorge Boccanera. (1952, Buenos Aires) Ha publicado una decena de libros de poesía, reunidos en compilaciones como Antología poética (1996), Zona de tolerancia (1998), Antología personalPoemas (2002) o Servicios de insomnio (2005). En 2007 salió en México el CD Jadeo del viaje, con una selección de poemas en su voz. Autor también de varios ensayos, uno de ellos sobre Gelman, y de dos obras de teatro, Boccanera dirige actualmente la Cátedra de Poesía Latinoamericana de la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires y es además director de la revista cultural Nómada. Varios de sus textos han sido convertidos en letras de canciones por artistas como Mercedes Sosa, Alejandro del Prado, Lilia Vera, Raúl Carnota, Silvio Rodríguez y Litto Nebbia. Durante la dictadura militar argentina (1976-1983), Boccanera se exilió en México. Volvió a su país en 1984, pero en 1989 se fue a Costa Rica, donde residió hasta 1997, año en el que retornó a Buenos Aires. El pasado 6 de mayo fue galardonado con el VIII Premio Casa de América de Poesía Americana por su obra Palma real. (2001),