27/4/09

Andrés Navarro


[Desenlace]
De aquel nudo de fuerzas ¿qué ha quedado?

El miedo a hacer de ti una consecuencia 
de tu miedo. Recelos y fantasmas
debajo de la ropa:
algunas tentaciones mal curadas. 

Inversiones, lucros de inteligencia
en frutas ya mordidas
y al vuelo, como crines sin viento
de un caballo de piedra,
en esa nuca helada que arropa tu optimismo,
la soga que de un golpe
pudo nublarlo todo. 



 [Alquimista]
De vez en vez un gesto
reencontrado o perdido, todavía
se detiene al vapor de un brillo
que llamea
en caras de apagada multitud
y a mi oído te nombra, y eres
donde no has existido.

Una destilación, el flujo
de un idioma de monstruos inocentes.

Y la memoria entiende, permeable. 

[Conformista]
Si miro todo esto, lo que no hace memoria
ni se fija al metal de lo que el tiempo oxida
entiendo que es normal,
que hay un fulgor extraño en la renuncia,
un sedimento ciego 
defendiendo en la sombra su entraña de nosotros. 

Desértico, alejado, sin plazo adonde ir, 
enumero tus ojos como pago a un instinto. 
En La fiebre [Ed. Pre-Textos, 2005]

[Advenimiento
Detrás, extrañas playas
de tierra arrojadiza en manos
vivas. Como al contemplar agua
se alivia una fabulación 
de la sed, 
    así te veré
desanudar el peso que traías, 
concentrar al final 
de tu miseria o suerte
           la mirada 
elusiva de un animal enfermo. 

Ningún dolor vendrá a envilecerte, 
ninguna obediencia, sólo
esta comprensión desde donde acabarse 
y durar.

Nada que duela así:
manos y manos y un puñado de tierra
sobre tu gesto 
ya inmortal. 

[Episodio en el cementerio
La luz de las linternas definió
un bulto, un ámbito de vida entre el musgo 
y las piedras labradas.

Como dicen que ocurre, el pelo había 
Sobrevivido
       más tiempo 
y ahora se extendía interminable y gris
de polvo. Los dedos tuertos de anillos 
y la pechera salpicada con dientes
como maíces secos: una forma 
de miedo que ignorábamos. 

La mano de una chica del grupo
calzó en la mía 
            con fuerza. Sólo entonces,
a través del pudor 
     y el asombro, creí ver:
recostada de lado como una reina enferma, 
la muerte había fijado en ella
alguna dignidad, un resto de ternura
que la intemperie aún no erosionaba.

Fue apenas un instante de rara lucidez, después
todo era de nuevo exhumación, madera
vertebrada, huesos fríos. 

[Bodegón con espinas]
Sabes
soportar la presión como el pulmón de un pez, 
eso lo has aprendido, ¿qué más? 
    Tal vez un retroceso,
algo menos que arena suficiente. Y todavía famélico 
devoras la fruta permitida: si domesticar 
es parecerse
          el amor se reduce 
a sol oscureciendo la piel de las bañistas
que miras
con el ojo alineado varios grados al Este del lugar
adonde irías si pudieras elegir. 

[Donde yo pueda verte]
Bancos de jurelillos salen
a recibirnos, compensan
tu falta de sueño y mis nervios, 

lo que bien mirado me da
la razón. Sólo al sumergirnos
dejamos de temblar. ¿Haría 

falta mucha lluvia para que 
nada importase? Deberíamos
volver antes de que despierten. 
.
Ser el más rápido —has dicho—
no es tan difícil si además
las frases dan brazadas torpes,

libres de expectativas pero
no de intención. ¿Hemos roncado 
mucho? —la que habla es María. 

[Algo que signifique]
Y aunque parece claro no es tan sencillo
concentrarse. Casi todo remite a una idea 
anterior, como al tomarse el pulso. 
¿Qué pasaría si mirásemos simplemente algo 
no como buscadores de símbolos sino 
con los ojos? Cantos de violín, antiguos
vecindarios, cosas que sólo resultan tiernas 
cuando dejan de resultar familiares…

Iniciativas firmes, promociones, todo puede esperar 
salvo la falsedad o la verdad completas, pues es 
su acción 
lo que nos vuelve innecesarios. Creer que la virtud
consiste en encontrar un modelo común 
desgranado en ideas, años después, por personas 
que apenas nos conocen 
puede ser lo bastante emotivo si al hilo del discurso 
se enhebra cierta aguja de posibilidades, la muda 
chispa afectiva, el olor del verano, las moscas…

Escucha, lo más callado habla. 
Inéditos en libro.
Andrés Navarro [Valencia, 1973] En el 2004 obtiene el Premio de Poesía Emilio Prados por el libro La fiebre [Pre-Textos, 2005]. Becario del Ayuntamiento de Madrid en la Residencia de Estudiantes entre 2006 y 2008. Licenciando en Arquitectura.