27/4/09

Mariano Peyrou


El placer

Para poder dormirse, intenta recordar
todas las veces que estuvo en París.
Cuando olvida alguna, muere un animal
doméstico, o se seca
una planta en la terraza.

Ahora necesito viento, diría
si dominara el francés o cualquier lengua
moderna, para no pensar, para al menos
mantenerme en pie hasta el próximo
capítulo. Si me contaras otra mentira...

No importaba nada que se hicieran novios
y se ahogaran en el río, 
pero me recomendó por escrito
que me concentrara en el libro y dejara 
de mirar a la lectora de enfrente,
que se acariciaba el pelo como si se fuera a ahogar.



Una moneda para los músicos


Que levanten la mano los que estén a favor
de no viajar nunca a ningún lado. Aquí
huele a hierba recién cortada y el clima
cambia con rapidez. Si uno se queda en casa
con suficiente insistencia, la escalera
puede llegar al extranjero, por no mencionar
que estoy oyendo hablar en alemán ni
las exposiciones itinerantes. Han vaciado el
lago, todo es diferente excepto el lago, que
sigue siendo una enorme extensión homogénea
pero de tierra. Cambia el paisaje. Las estatuas son
diferentes, los árboles, la gente, y sobre todo
las barcas. Ya deberías ponerte la camisa.




Canción lenta 

Demasiado comprensivo con el egoísmo,
sintió los deliciosos látigos una vez más.
Ni siquiera nos ponen una alfombra.

Todo el ámbar que tengo es traído
de Polonia, mi padre viaja regularmente
por otras cuestiones. Claro que se implican
en la lucha con las horas.

Nunca sé si hablas en serio, ni cuánto
vale la distinción. Más me preocupa 
la crueldad de los estadísticos,
si se puede hablar de crueldad bajo esta pérgola.

El esclavo, las medallas y la ética,
bonito título para una canción lenta,
la mejor que conozco sobre el tema.

Me haría muy feliz que la cantaras de nuevo.



Fuentes  y estatuas

¿Y si aparezco con una pinta horrible
tras doce horas de patinaje?
Ojalá. Igual iremos a celebrar la puntualidad
a algún lugar tranquilo.
Los escorpio son los mejores amantes,
pero algunos piscis tienen sentido del humor.

Puedes equivocarte 
solamente una vez, según la tradición 
familiar. Yo destacaría
la dedicatoria de tu monólogo.

Analiza esto, es casi todo para ti.



El maleficio 

Me cansé de gritarles, así que
apagamos la luz y el que parecía más
pequeño contó una historia de miedo.
Llamaron al cementerio, a media noche,
pidiendo algo de comida. De pronto,
descubrieron que faltaba el anillo.

Eso es la aventura: modificar 
un trayecto que se hace cotidianamente
o leer lo que escriben mis epígonos.

Como en el tópico, todo
había sido un sueño, y cuando desperté
pude acariciar el rolo sagrado 
y caliente. En los bosques
practicamos distintos cultos y ofrecemos
libaciones en honor de las antiguas
novias, mezclando leche con sangre
y arcilla para hacer sus efigies. Es
muy monótono, ojalá me dejaran escapar.



El discurso político 

Detrás de la sonrisa siempre
está la madera, ya lo
sabe, y nuestro clima seco puede deteriorarla
hasta virutas sin sentido, fragmentos
de un diccionario movedizo.

Recoja usted los restos responsables.
Estime usted el valor del
luto, no renuncie, no acate.
Riegue usted su ataúd.
Lo mantendrá barniz o joven largos
años. Florecerá divisa y sangre cada  
nueva fecha, inofensiva y siempre caja
de herramientas que contendrá,
completa,
su colección de besos y guadañas y otros aperos
domésticos de uso cotidiano.

Piense en el presente, olvide
el moho de los niños. Así. Limite lo
demás, limite la botánica. Riegue
usted su ataúd. Y cuando lo requiera,
la semana que viene o hasta
nunca, podrá usted disponer de sus manos
de mármol y corazón de cera regalando
presencia en sus celebraciones más
intensas. Riegue usted su ataúd.
Es un consejo
de la Dirección General de Adverbios y Adjetivos.



XII

Cantan las sirenas de la
noche y traen con su sal
un mensaje que el publicista
llamaría invitación a salir del
tedio. ¿Tediosa mi vida? Mi
vida es lo contrario de la
mía, las sirenas cantan y es el
momento de dedicarse a descifrar 
besos aunque los besos ya van por 
su cuenta en busca de un código, una
cerradura por la que se mira y hay otro
ojo. La confortable simetría que
combato con calcetines distintos forma
parte de un orden mayor, como cada
combate forma parte de otro, todavía
imperceptible pero tenso, el agua y la sal.

Todo se vuelve signo, alarma
ante el exceso de noúmeno, bandazo
hacia el remolino sensorial,
la víscera latente y a veces
manifiesta se limita hoy a sus funciones
más prosaicas. Resumen de eufemismos: el amor
es metáfora del sexo como Dios es metáfora
de dudas trascendentes y a veces también
físicas, recordemos si no cuando el sol
y la lluvia, qué equivalente a estimar  
conciencia de su canto en las sirenas
que pese a mis meditaciones hermenéuticas
seguirán trabajando y saben oponer
algo estimable. Sueñas,
luego existen.



XVII

Nadie oye el grito y se
hunde sin callar lo que es 
en lo que se deseaba, se suprime la
igualdad entre ojos y manos, entre
antes y después, entre insomnio y
vigilia, y ahí surge un 
contraste que se llama huella. La
superficie sensible o frágil se puede
restaurar, pero a costa de quién,
de cuándo, especialmente de
dónde: la permanencia 
en ese espacio ambiguo que no
llamaré orilla para no imaginarme
un límite contundente supondría
la suavidad de la piedra o renuncias similares:
el pie, la
huella, el mar.

De las dos formas de esperar, sentado
tejiendo es la que no me sirve,
por eso estos pasos buscan otra
arena, por eso esta herida reclama
otra piel, un escenario que ofrezca otra
manera de instalarse, un espacio que admita 
otra clase de memoria: estrategias para
mantener la conciencia de haber sido,
aun a costa de ser.



XIX

En el registro grave de la soprano,
ahí mantiene el lujo su pulso con
lo público, ahí se encontrarán,
cuando ya no hagan falta,
los abundantes líquenes de la segunda
seducción. Digo que ahí abajo
se quedan tantas sedas, mosaicos,
respuestas sin pregunta, que no bastan las 
manos para acariciar todas las manos.
Digo también que no
buscaba sedas y por eso me 
iba, aunque la gloria del mosaico
no se cambia por nada. Las preguntas
llegaban de otros ámbitos.

Me iba pero sin ejercer la confianza
en los ábacos, me iba
por la puerta de entrada, me iba y me
llevaba lo que mata, pero nunca
del todo. Eso que se quedaba, eso
que sobrevive, ¿existirían sin la luz de
ya no, sin la versión del humo?

No hay acaso otra luz. O no insiste
como el humo en la balanza. ¿Pesa
también en vuestro tiempo lo visible,
se escuchan sus sonidos? Aquí vuelven
siempre a interrumpir la despedida,
a hurgar en la fragilidad del armisticio,
movimiento intermitente en ambas
direcciones, sal que suplica
desde la duda sal.


Mariano Peyrou  (Buenos Aires - Madrid, 1971) Entre sus obras se encuentran: La voluntad de equilibrio (Fundación María del Villar, 2000); A veces transparente. Bartleby Editores, 2004; De las cosas que caen. Bajo la luna,2004 ; La unidad del dos. EDUCC, 2004; La sal. Pre-Textos, 2005 ; Estudio de lo visible. Pre-textos, 2007 ; Todo es poesía menos la poesía. Madrid, Eneida, 2004.  Inclusión en el cuaderno Por dónde camina la poesía española. Revista Letra internacional 98. Número 98. Primavera del 2008. Ha sido galardonado con el Premio María del Villar.