1/6/11

Francisco Javier Irazoki (Presencias Reales: la poesía española actual)




Revista Ping Pong.- ¿Cuál fue tu primer contacto con la publicación: recitales, revistas, premios…?
Francisco Javier Irazoki- Publiqué por primera vez en una revista literaria de San Sebastián: Kantil. Coincidió con la Transición democrática española. Un momento de entusiasmo político y dudas. 

Revista Ping Pong.-¿Cuál es la imagen que piensas que se proyecta de la actual poesía en Hispanoamérica? ¿Consideras que se atiene a la realidad de la actual creación?
Francisco Javier Irazoki.-Una obviedad: gracias a las comunicaciones modernas, la distancia geográfica no significa aislamiento. Internet es un instrumento poderoso para la difusión de los poemas. Naturalmente, los textos escritos por los autores iberoamericanos tienen el mismo grado de calidad e innovación que los compuestos por creadores europeos




Revista Ping Pong.-¿En estos momentos conoces o tienes referencias de la poesía dominicana y/o caribeña?
Francisco Javier Irazoki.- El término “poesía caribeña” abarca mucho. Ahí están incluidos desde el antillano Derek Walcott, Premio Nobel, hasta autores menos veteranos, como la magnífica Piedad Bonnett, o un poeta que escribe con estética opuesta a los tópicos de la suntuosidad, Rómulo Bustos.
Revista Ping Pong.-¿Consideras que hay algún blog interesante y con repercusión y/otrascendencia en el tejido poético español?
Francisco Javier Irazoki.-Hay muchos blogs interesantes. Lo difícil es abrirse camino con una lupa entre tanta oferta. El de Fernando Valls (“La nave de los locos”) es excelente. Publica poemas, pero dedica más espacio a otros géneros. Lo mismo ocurre con el de María Jesús Silva (“En busca de otras Ítacas”).
Revista Ping Pong.-¿Qué relación mantienes con la poesía latinoamericana?
Francisco Javier Irazoki.- Mantengo una relación de búsqueda. Me interesó profundamente desde el principio. César Vallejo y Jorge Luis Borges siguen siendo los poetas que más me importan. 
Revista Ping Pong.-¿Y con la poesía europea?
Francisco Javier Irazoki.-Igualmente intensa. No pienso solamente en los cásicos, incluidos los del siglo XX. Ahora mismo, aunque ignorados por los lectores, abundan en Francia los buenos poetas. Por razones que desconozco, apenas se habla de ellos en los suplementos literarios. 
Revista Ping Pong.-¿Cuál es tu sensación al encontrarte entre esas dos tradiciones?
Francisco Javier Irazoki.-Disfruto con esa diversidad placentera.
Revista Ping Pong.-¿Qué relación crees que mantienes con las demás poéticas del estado español?
Francisco Javier Irazoki.-Como la poesía borra fronteras, no me siento lejos de nadie que esté expresándose mediante ese género literario.     
Revista Ping Pong.-¿Cuáles opinas que son los referentes literarios a los que miras en tu poética?
Francisco Javier Irazoki.- Aspiro a una profundidad sin adornos. Transparencia expresiva y hondura. Aspiro, claro.
Revista Ping Pong .-¿Qué papel piensas que juegan los creadores  latinoamericanos residentes en España en la constitución del actual tejido poético?
Francisco Javier Irazoki.- Hay autores importantes. Enseguida se me ocurre el nombre de Andrés Neuman, nacido en Argentina. Además de sus obras de narrativa, ha publicado poemarios de calidad evidente. 
Revista Ping Pong.-¿Qué consejo le darías al lector dominicano para acceder a buena poesía española?
Francisco Javier Irazoki.-Un método eficaz para acceder a esa poesía española consiste en leer los libros publicados por las más prestigiosas editoriales del género: Hiperión, Visor, Pre-Textos, Renacimiento. Otras, como Tusquets y Acantilado, recopilan las obras de los autores consagrados. Pero existen nuevas y valiosas editoriales: Demipage, DVD, El Gaviero, Point de Lunettes, Bartleby, Baile del Sol, etc.   


Tres poemas de Francisco Javier Irazoki 


PALABRA DE ÁRBOL
       No conocí al que murió en el vientre de mi madre. La abuela lo recogió, dijo que era grande como un guía y lo puso en el hoyo que el padre había cavado entre las raíces de mi higuera preferida.
      Yo pasaba tardes enteras bajo el gris áspero de las hojas del árbol, esperando que naciesen los higos. Cogía al fin el fruto blando y tocaba su piel negra que después deshacía en tiras. Cada hilo era una puerta para adentrarme en mi hermano muerto y lo paladeaba al ritmo lento de un viajero antiguo. Luego rompía con los dientes las semillas menudas del interior. Ellas contenían palabras, voces que subieron por la savia de la higuera.
         Los otros niños crecieron descubriendo aventuras. Para mí, crecer fue sentir el paso del tiempo al escuchar los mensajes que un muerto me enviaba desde sus frutos.
        Alguien quiso una ceremonia devota en aquel lugar. De la cartera de mi ojo derecho saqué una lágrima inmóvil. Una lágrima petrificada que se transformó en blasfemia de fuego cuando la deposité en la escudilla situada a los pies de los ídolos.
                  (Del libro Los hombres intermitentes. Hiperión, 2006)

                                LECCIÓN DE PÁJAROS
        Nevaba cinco o seis veces al año. Pero era de verdad, y los prados, las casas y los árboles amanecían cubiertos del color blanco que cegaba a los caballos. Éstos rompían con sus cascos la nieve, en busca de un poco de hierba sepultada, o golpeaban con el hocico las ramas, y morían después de comer las hojas de los tejos. Los pájaros, hambrientos, les despedían con un réquiem muy delgado.
      Veíamos el vuelo desorientado de los petirrojos y tordos, hasta que descubrían la abertura de la vivienda. Entraban en aquel túnel y caían a un desierto de oro: el suelo del desván cubierto de mazorcas de maíz. 
        Algunas aves llegaban sin energía para comer los granos sobre los que enseguida se desplomaban. Yo, niño pequeño, apretaba con fuerza sus bultos para fundir los hielos de la muerte, y descendía rápidamente a la habitación donde una cocina de leña caldeaba los cuerpos de mi familia. Colocaba los pájaros cerca del horno. Ardían unos troncos de manzanos y cerezos sobre los que esos pájaros cantaron el verano anterior. Los árboles cortados por el hacha de mi padre agradecían con el calor los cantos que aliviaron su vejez.
       Esta fue la primera enseñanza. Vi pronto la sombra, aunque blanca, y el vuelo frágil que quería esquivarla.
                    (Del libro Los hombres intermitentes. Hiperión, 2006)

                     CARTA A LEONARD COHEN
    Ahí están las calles de compás negro, donde los cortejadores de la aguja calientan su porción de olvido. Suena un concierto de ambulancias sinfónicas.
    Es invierno en París y, bajo los soportales, canta una mujer muy bella. Las miradas de los viandantes acarician su vestido de aguaturma. Ella sonríe desde la pobreza elegante, apoyada en una pared que parece un signo de interrogación, y a veces me habla con esa leve dejadez de quien habita en casas en las que nadie barre la tristeza. Al final canta tus canciones. Entorna los ojos y los versos se posan sobre un diminuto cadáver embozado en escarcha.
     Sé que envejeces, Leonard, que oyes cómo en la habitación contigua gozan contra ti las mujeres amadas y que te alivias describiendo el peso de la melancolía cifrada en lluvia. Te convendría ver tu emoción hecha vaho que despiden los labios más peligrosos de mi urbe. Aunque nunca conquistarás a esta mujer que ya se ha comprometido en amor con tu palabra.
                    (Del libro Los hombres intermitentes. Hiperión, 2006)

Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 21 de octubre de 1954). Fue periodista musical en Madrid. Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc. Como escritor, sus primeros poemarios editados fueron Árgoma (Estella, 1980) y Cielos segados (Universidad del País Vasco; Leioa, 1992), que incluía los tres volúmenes de versos escritos hasta esa fecha: Árgoma (1976-1980), Desiertos para Hades (1982-1988) y La miniatura infinita (1989-1990). Más tarde, Irazoki publicaría Notas del camino (Javier Arbilla Editor; Pamplona, 2002, con fotografías de Antonio Arenal), el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes (Hiperión; Madrid, 2006) y La nota rota (Hiperión; Madrid, 2009), cincuenta semblanzas de músicos de épocas muy variadas. La Asociación de Escritores Extremeños y la Junta de Extremadura editaron en 2010 dos antologías-plaquettes de Irazoki.  Publica su columna Radio París en El Cultural, suplemento del diario El Mundo.  Web del autor:  http://www.franciscojavierirazoki.com/