26/4/16

Poemas de Alvin Pang


Foto tomada por Jon Gresham

Fracaso

No fue un bebé hermoso. Al nacer, incluso sus padres quedaron decepcionados: ellos querían un niño bello, gordito, como el primogénito, Logro. Pero, al contrario, Fracaso era pequeño, letárgico, de piel grisácea; casi nunca sonreía. Los parientes que llegaban a conocerlo apartaban rápido la mirada; se arrimaban a las esquinas, susurrando, meneando la cabeza de lado a lado.


Fracaso tuvo una niñez solitaria. En la escuela era un buen estudiante: aprendía mucho, tenía mucho que compartir. Siempre preguntaba sobre cosas que no estaban en los libros de texto o intentaba hacer algo que no formaba parte de la lección. Para los maestros, sin embargo, éste era sólo un malcriado. Sus compañeros de clase lo ignoraban. Adquirió fama de ser raro, además de feo, por lo que empezó a andar siempre solo.

Años después, en el trabajo, Fracaso intentó ser más útil.  Se involucraba en cuánta cosa era posible, impulsando nuevos proyectos, probando nuevas ideas que nadie en la compañía había pensado hasta ese momento, pero pronto descubrió que pocos estaban dispuestos a darle una mano. Pronto estuvo exhausto de tanto correr. Cuando las cosas salieron mal, muchos no dudaron en señalarlo, aunque él hubiese sido el primero en descubrir el problema. Perdió el empleo.

Mientras trataba de abrir su propio negocio, conoció a Humildad. Ella trabajaba como profesora en la escuela a la que él una vez había asistido. Ahí, Humildad le ayudaba a los alumnos con necesidades especiales, promoviendo un método no convencional para inspirarlos. El nombre y el expediente académico de Fracaso le habían llamado la atención, por lo que decidió escribirle una hermosa carta en la cual lo invitaba a dar una charla. Él, sorprendido, aceptó inmediatamente. Así, Fracaso pasó muchos meses al lado de Humildad y sus estudiantes. Fue con la ayuda de ella que él encontró una audiencia para las lecciones que había aprendido a través de sus experiencias. Al año, ambos estaban casados.

Esto fue hace unos años, antes de que el negocio despegara. Fue difícil, pero Humildad siempre estuvo a su lado; muchos de aquellos estudiantes se convirtieron en leales admiradores de su trabajo, y así mismo fueron a innovar a otras áreas. En las entrevistas, siempre se aseguraban de mencionar que las lecciones que habían recibido de Fracaso en la juventud habían sido una parte fundamental de su éxito. El rumor es que ahora desean fundar una organización en nombre de Fracaso.

Humildad y Fracaso tuvieron dos hijas, las cuales no se parecen en nada a sus padres, pero que comparten la misma fuerza de espíritu. Muy solicitadas en estos días, ellas son Experiencia y Sabiduría. Pregúntales, y te dirán la historia de tu vida.

Pasión
Hace mucho no la vemos. Algunos dicen que ha decidido esconderse, otros que ha estado viviendo en otro país, y aún hay quienes aseguran que está detenida sin posibilidad de juicio, pero nadie sabe qué habrá hecho para que esto ocurriera. Su ausencia ha levanta muchas cejas; provocado muchas preguntas. A Pasión le gustaría eso. En la escuela, cuando la conocimos por primera vez, le encantaba ser quién siempre hacía las preguntas difíciles, las importantes, las que tienen respuesta complicada. Por un tiempo, ella fantaseó con convertirse en defensora pública, sólo para ver si lograba hacer que la gente admitiera tras de qué andaban, y por qué.

Pasión se quedaba con nosotros los fines de semana, durante las vacaciones o cuando teníamos que hacer algo importante. Ella era buena con los proyectos, excelente con las manos, lo bastante creativa para pensar en soluciones inesperadas a problemas complicados, pero nunca podía esperar a que las cosas pasaran. De niños, los adultos solían decirnos que ella tenía pésimos modales, que era impulsiva, o peor, ingenua. Pero ella nunca hizo caso: cada noche despertaba a sus papás al trabajar en el taller que tenía en el sótano, o al pasar la noche en vela en el estudio.

Con todos los años que tengo de conocerla, puedo asegurar que ella es una pésima invitada. No tiene problemas para aparecerse en las horas más inadecuadas, interrumpir lo que estás haciendo y exigirte que la escuchés. Ella es obstinada, no tiene tacto; es implacablemente intransigente incluso con la gente que la tolera. Ella odia ser tratada con condescendencia, lo que podría explicar por qué frecuentemente se mete en problemas.

Hace años, mientras hacía de misionera, Pasión conoció a Propósito, y de inmediato quedó encantada. Una vez comprometida, ella encontró un mejor ritmo de vida y comenzó a trabajar más duro que nunca. Esto fue antes de que la perdiéramos de vista por completo.


La última vez que me la encontré, tenía un rostro fino, ojos profundos, cierto encanto crudo que atraía a algunas personas pero alejaba a otras. Le encantaban los colores fuertes: negro noche, blanco ángel, rojo sangre, azul tormenta. Si te la topás, pedíle que venga; hácele saber cuánto la extrañamos: la sonrisa, la seriedad juguetona, la forma en que solía tomarte de la mano y mostrarte lo que siempre habías querido ver.

(Traducciones de Luis Chacón Ortiz) 


Alvin Pang (Singapur, 1972) Es poeta, escritor y editor. Sus poemas se han traducido a más de quince lenguas y ha participado en festivales y publicaciones importantes de todo el mundo. Fue becario del Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa en 2002. Entre sus libros se encuentran los siguientes: Sondeando el silencio (Testing the Silence) de 1997; Aquello que nos da nuestros nombres (What Gives Us Our Names) de 2011; y Tumasik: Obras contemporáneas de Singapur (Tumasik: Contemporary Writing from Singapore) de 2009,  Otras cosas y otros poemas (Other Things and Other Poems), Cuando Esa Gente Bárbara Llegue (When the Barbarians Arrive), entre otros.