Por Lawrence Ferlinghetti
Inventen un nuevo lenguaje que cualquiera pueda comprender.
Escalen la estatua de la libertad.
Alcancen lo inalcanzable.
Besen el espejo y escriban lo que ven y lo que escuchan.
Sean ingenuos, inocentes, no cínicos, como si acabaran de aterrizar en la tierra (lo que es cierto en su caso, lo cual es cierto en todos los casos), sorprendido por aquello con lo que te has encontrado.
Escriban periódicos llenos de vida. Sean reporteros del espacio exterior, enviando artículos a ese supremo editor que cree en el descubrimiento total y que casi no tolera el aire caliente.
Escriban un poema sin fin acerca de sus vidas en la tierra, o en otro lugar.
Lean entre líneas el discurso humano.
Eviten lo provinciano, vayan por lo universal.
Piensen subjetivamente, escriban objetivamente.
Imaginen largos pensamientos en frases cortas.
No vayan a talleres de poesía; pero si van, no vayan a aprender "cómo" sino a aprender "qué" (Qué es importante escribir).
No se dobleguen ante críticos que no hayan escrito grandes obras maestras.
Resistan mucho, obedezcan menos.
Liberen en secreto a cualquier ser que vean en una jaula.
Escriban poemas breves usando la voz de los pájaros. Hagan su lírica genuinamente lírica. Los cantos de los pájaros no están hechos con máquinas. Den a su poema alas para que vuele sobre las copas de los árboles.
La máxima continuamente citada de William Carlos Williams, "No hay ideas más que en las cosas", está bien para la prosa, pero no cubre el lirismo, ya que las "cosas" están muertas.
En poesía, no se queden contemplando su ombligo pensando que el resto del mundo pensará que es importante.
Recuerden todo, no olviden nada.
Trabajen en una frontera, si pueden encontrar alguna.
Vayan al mar, o trabajen cerca del agua, y remen su propio bote.
Hagan coro con poetas pensantes. Son difíciles de encontrar.
Cultiven la disidencia y el pensamiento crítico. "El primer pensamiento es el mejor pensamiento" quizás no funcione para la mejor poesía. El primer pensamiento podría ser el peor pensamiento.
¿Qué hay ahora en sus mentes? ¿Qué traman? Abran la boca y dejen de balbucear.
No tengan la mente tan abierta que se les caiga el cerebro.
Critiquen todo y a todos. Sean subversivos, confronten constantemente la realidad y el estatus quo.
Sean poetas, no mercaderes. No abastezcan, no complazcan, especialmente no lo hagan con su supuesto público, lectores, editores o publicistas.
Salgan del clóset. Está oscuro ahí.
Levanten las persianas, abran las ventanas de par en par, levanten los techos, desatornillen las chapas de las puertas, pero no se deshagan de los tornillos.
Comprométanse con algo que no sean ustedes mismos. Sean militantes. O extasíense.
Ser poeta a los dieciséis años es tener dieciséis años, ser poeta a los 40 es ser poeta. Sean ambos.
Levántense y orinen, el mundo está en llamas.
Tengan un buen día.
Nota.
Nota.
Leído por vez primera en el 17° Festival Anual de Poesía de bachillerato de San Francisco, febrero 3, 2001. Traducción de Frank Báez.