por
Lawrence Ferlinghetti
Sin duda me sorprendió ser nombrado Poeta
Laureado de esta alejada ciudad del lado izquierdo del mundo, y lo acepto
con mucha gratitud, ya que como le dije al Alcalde, ¿Cómo podría negarme? Preferiría ser Poeta
Laureado de San
Francisco que de cualquier otra parte debido a que esta ciudad ha sido siempre un Centro de
Poesía, una frontera para la libre vida poética, con quizás más poetas y más
lectores de poesía que en cualquier otra ciudad del mundo.
Pero estamos en peligro de perder esto.
De hecho, estamos en peligro de perder mucho más que esto. En primer
lugar, todo lo que hace esta ciudad tan particular parece estar yéndose
por el desagüe a una velocidad alarmante. El Bay Guardian de esta semana tiene el
resultado de una encuesta que "muestra una ciudad que se somete a una
radical transformación – de una metrópolis diversa que le daba la
bienvenida a inmigrantes y refugiados de todas partes del mundo a un
acaudalado y homogéneo enclave".
En San Francisco, en tan sólo dos años,
la brecha entre los ricos y los pobres se ha incrementado en más de un
cuarenta por ciento. "San Francisco puede muy pronto convertirse en
la primera ciudad completamente gentrificada de los Estados Unidos, el
equivalente urbano de una comunidad habitacional cerrada",
dice Daniel Zoll en el Guardian. "Ahora se está
volviendo prácticamente imposible para un montón de personas quienes han
hecho esta ciudad para todas las clases – gente quienes han sido el
corazón y el alma de la ciudad por décadas - de los pescadores y cocineros
de pasta y los trabajadores de corbatas azules a los músico de jazz a los
poetas beat a los hippies a los punks y a otros tantos más – seguir
existiendo aquí. Y cuando se ha perdido esa parte de la ciudad, se ha
perdido a San Francisco".
Y Richard Walter, director del
departamento de Geografía de la UC de Berkeley ha dicho: "Equivale a
decir una ciudad de una dimensión, una ciudad más conservadora– una que
nunca más será una fuente de innovaciones sociales y de rebeliones
profundas. Tan sólo una ciudad más de los Estados Unidos, una ciudad
corporativa – un destino al que se ha resistido por generaciones" .
Cuando arribé a la ciudad en 1950, vine
por tierra en tren y tomé el ferry desde el mole de Oakland al edificio
del Ferry. Y San Francisco lucía como un puerto del Mediterráneo – una
pequeña ciudad blanca, con un sinnúmero de edificios blancos – un poco
como Túnez vista desde alta mar. Pensé que quizás se trataba de la Atlántida
que emergía del mar. Ciertamente vi North Beach específicamente como un
lugar poético, tan poético como algunos quartiers en Paris, como
cualquier lugar en la vieja Europa, tan poético como cualquier lugar en
que grandes poetas y pintores encontraron su inspiración. Y este fue el
primer poema que escribí allí… una escena de North Beach:
North Beach:
Por encima de un puerto
Con casas sin calafates
Entre nobles chimeneas
En
un techo lleno de tendederas
Una mujer levanta las velas
Al viento
Colgando sus sabanas de mañana
Con pinzas de madera
¡Oh linda madre!
Sus senos casi desnudos
Se dibujan
Cuando se estira hacia arriba
Para colgar el último
De sus blancos y lavados pecados
Húmedamente amoroso
Se
le arrima el viento
Pegándosele a la piel
Así atrapada, de brazos arriba
Tira atrás la cabeza
En una risa ahogada
Y en un gesto automático
Se aparta los dorados cabellos
Mientras en los inabarcables espacios
marinos
Volando entre los blancos sudarios
Se levantan los brillantes vapores
Ante el reino que viene
Pero la semana pasada North Beach lucía
como un parque temático, literalmente comandada por turistas, y el Kistch fue su
rey. ¿Qué le ha ocurrido? ¿Qué hacer para una libre vida poética? ¿Qué
destruye la poesía de una ciudad? Los carros la destruyen, y destruyen
más que la poesía. En todas partes de los Estados Unidos, de hecho en
todas partes de Europa, ciudades y pueblos se encuentran bajo el acoso de
los automóviles, literalmente han sido destruidas por la cultura del
carro. Pero las ciudades han aprendido gradualmente que no tienen que
permitir que les pase a ellas. ¡Presencien nuestro hermoso y novedoso
embarcadero! Y en San Francisco ahora mismo tenemos una oportunidad de
detener ese Autocalipsis. A tan sólo unas cuadras de aquí, la horripilante
carretera Central puede ser desmantelada para bien si ustedes votan por la
enmienda E en las elecciones de noviembre.
Y en cuanto a otro destructor de la
poesía y la paz, ¿qué tal esas máquinas asesinas, los aviones Blue Angels,
quien recién han concluido su anual ataque sobre la ciudad? Pues la vida
poética requiere Paz no Guerra. La vida poética de la ciudad, la vida
subjetiva de los individuos esta constantemente bajo el ataque de todas
las fuerzas de la civilización materialista, por todas las fuerzas de
nuestra desconcertada industria militar, y no necesitamos esos aviones de
guerra diseñados para matar y absurdamente mal llamados Ángeles Azules.
Descienden en nuestra ciudad cada año, en un temeroso despliegue
militarista y nacionalista de pura testosterona masculina. ¡He visto
viejas damas vietnamitas en Washington Square arrojándose bajo sus bancos!
¿Necesitamos realmente que nos recuerden cada año cómo nuestros aviones
han bombardeado los países tercermundistas desde la edad de Piedra? En San
Francisco, de todos los lugares, ¿realmente necesitamos bombas
estallando en el aire que prueben que nuestra bandera continúa ahí?
¿Qué diría San Francisco de esto? Quizás para el próximo año la
ciudad pudiera negarse a invitarlos.
Pudiera continuar hasta hacerlos roncar,
aunque mencionaré tan sólo otro destructor más: cadenas de tiendas, o
cadenas de presos. Cadenas de tiendas han borrado del mapa a negocios
independientes largamente establecidos, matando el color local, las
tradiciones locales, y – en el caso de las librerías– la historia. He estado en
otras grandes ciudades durante tours de poesía y no he encontrado una
simple librería independiente que haya sobrevivido a la llegada de las cadenas
de tiendas. Se ha convertido en
una historia vieja, ¡pero es tiempo de que leamos
nuestra historia! Si
la mayoría de la población de esta ciudad no quiere cadenas de tiendas,
como sugiere el Bay Guardian, ¿por qué no pueden las autoridades de la ciudad
tomar una acción conjunta en contra de ellos?
Pero para aproximarnos al lado positivo
de las cosas, tengo una larga lista de cosas que me gustaría hacer por la
ciudad. He propuesto que North Beach, con su larga historia que incluye a
Mark Twain, Jack London, Ina Coolbrith, William Saroyan, incluyendo entre
otros a los escritores beats, sea oficialmente protegido como un Distrito Histórico, a la manera de los French Quaters en New Orleans, y así
proteger de la destrucción comercial como la sufrida por el clásico
Edificio Montgomery Block, la estructura artística y literaria más famosa
del oeste hasta que fue reemplazada por la Pirámide Transamérica.
Espero que alguien recoja esta pelota y la haga rodar.
Y ya he propuesto que una pequeña casa de
madera en Treasure Island o en el Presidio se convierta en una Cabaña de
Poetas donde futuros laureados puedan vivir o trabajar y conducir eventos
poéticos o incluso un Festival anual de Poesía. El Alcalde y la importante
revista Poetry
Flash ya se encuentran detrás de esto, por lo que espero que
ocurra. Y ya que estamos en la Biblioteca Principal, recordemos que el
centro de la cultura literaria de las ciudades se ha centrado siempre en
las grandes bibliotecas, así como en las grandes librerías independientes.
Esta biblioteca debería recibir diez millones de dólares al año para gastar en
libros, más del doble de lo que actualmente se le asigna. También necesita
más espacio, puesto que obviamente esta obra de arte postmoderno no tiene
tanto espacio para estantes como la vieja biblioteca del lado– esa clásica
biblioteca al estilo Carnegie con sus grandes murales de finales de siglo-
y creo que la gente cometió un gran error en votar por la propuesta de
remover el edificio de su sistema de bibliotecas. Todavía no es muy tarde
para reclamarlo como una biblioteca anexa, aunque la propuesta de deshacerse de él ha sido parcialmente
implementada. Todo lo que hay que hacer es hacer otra propuesta en las
elecciones para recuperarla, así como la propuesta acerca de la carretera
Central puede muy pronto triunfar al rectificarse una temprana votación
mal analizada.
Entre otras escandalosas cosas que he
incluido en mi lista de cosas por hacer se incluye:
1– dar a bicicletas y peatones absoluta
prioridad sobre los
automóviles, y cerrar gran parte del
interior de la ciudad original a los carros, incluyendo la avenida Upper
Grant.
2– crear en la ciudad un centro para
la radio y la televisión independiente y alternativa, cobrándole excesivos
impuestos a las cadenas televisivas.
3 – destapar nuestros arroyos y ríos
nuevamente y abrir los corredores de la ribera hacia la bahía.
4 - Pintar de dorado el puente Golden
Gate.
6 – inclinar la Torre Coit –
¡piénsese en lo que hizo por Pisa!
Y hablando de la cultura literaria de la
ciudad, me gustaría anunciar que City Lights esta recién intentando crear
una Fundación sin fines de lucro para que de esa manera City Lights pueda
continuar a través de la próxima centuria como un centro literario y de
presencia poética en la ciudad. Para dicha fundación, necesitamos ayuda.
¡Ángeles literarios filantrópicos están invitados a descender sobre
nosotros!
II.
Poetas, salgan de sus armarios,
Abran sus ventanas, abran sus puertas,
han estado escondidos – demasiado tiempo
en sus mundos cerrados
….
Ya no es tiempo de que el artista siga
escondido
en lo alto, más allá, detrás de los
escenarios,
indiferente, pelándose las uñas,
refinándose él mismo fuera de la
existencia.
Ya no es tiempo para nuestros pequeños
juegos literarios,
para nuestras paranoias e hipocondrías,
ya no es tiempo para el miedo y el asco,
ahora es tiempo para la luz y el amor.
Hemos visto las mejores mentes de nuestra
generación
destruidas por el aburrimiento en
lecturas de poesía
…
Lo que tenía en mente, en 1970, en este Populist Manifesto, era que los poetas dejaran de murmurar con sus barbas a
auditorios cerrados y dijeran algo importante al mundo. Hace unos años di
una charla en la clase de Michael McClure en el California College of Arts
que se titulaba: "¿Por qué no pintas algo importante? " (Había
un grafitti en la pared que decía Tú eres tan minimalista) Sea como
sea, fue un intento de sacar a los artistas, al igual que los poetas,
fuera de sus herméticos mundos. Paternalmente, debo agregar que mi
manifiesto llamó a que se escribiera una cantidad enorme de poesía
mala y cacofónica que algún editor sintió la urgencia de cantar: Poetas, regresen a sus
armarios. El manifiesto de carácter
whitmaniano no fue una manera original de clamar por una poesía universal,
lo que llamo Superficie
Pública – una poesía que posea una superficie accesible y común capaz
de ser entendida por casi cualquiera que no tenga una profunda educación
literaria. Pero por supuesto, si trata de levantarse sobre los niveles del
periodismo, debe tener otros niveles subjetivos y/o
subversivos. Bueno, sigo en lo mismo.
Muchísimos poetas de hoy continúan
persistiendo en una especie de poesía de Ghetto. Comparados con los
escritores de prosa, reciben miserias por sus poemas publicados, hasta
cuando logran publicarlos de manera masiva. Y las lecturas de poesía no
ayudan a nadie a pagar su renta. ¿Qué hacer al respecto? ¿Cómo salir de
estos ghettos poéticos? La respuesta es obvia. Escribe poemas que digan
cosas supremamente originales y supremamente importantes, que cualquiera
sufra por escucharlas, poesía que grite para que sea escuchada, poesía que
sea noticia. ¿Y es ingenuo pensar que los medios de comunicación masivos
la imprimirían o la pondrían en el aire, tal si fuera un nuevo tipo de
noticia? Quizás los poetas continuarán siendo ignorados por nuestra
cultura dominante, porque ellos están hablando de lo que nuestro mundo
materialista y tecnológico no quiere escuchar. ¿Y el mensajero con el mensaje inesperado
continuará siendo asesinado? Me gustaría proponer una columna mensual en
un periódico con el título Poesía como Noticia. Empezaría con
grandes poemas del pasado que continúan siendo noticia. Pienso de inmediato
en el poema Dover
Beach de Matthew
Arnold:
¡Oh amor seamos sinceros
uno con el otro!
Porque estamos aquí en esta llanura
oscurecida
barrida con alarmas confusas de combates
y vuelos
donde ignorantes ejercitos atacan de
noche
Por supuesto, pienso también en el
Whitman de I
hear America singing, en poemas de Homero,
Shakespeare, W.B. Yeats, Cavafis, Pablo Neruda, Marianne Moore, e.e.
Cummings, Kenneth Patchen, Kennet Rexroth, Allen Ginsberg, y Adrienne
Rich. Pienso en las primeras canciones de Bob Dylan y de los Beatles, y quizás
la
más reciente poesía de los raperos del
Newyorican Café en el Lower East Side. Y pienso en el poeta francés
Jacques Prévert a quien traduje cuando estudiaba en Francia:
El tratado de paz
Casi al final de un súper importante
tratado
el gran hombre de estado tropezó
sobre una hermosa frase hueca
cae sobre esta
y deshecho y boquiabierto
muestra sus dientes
jadeando
y las caries de su apacible razonamiento
muestran el nervio de la guerra
la delicada pregunta del dinero
Quartier libre
Puse mi gorra en la jaula
y salí con el pájaro en mi cabeza
Así que nadie más saluda
preguntó el oficial en mando
nadie
más saluda
repuso el pájaro
ah bien
discúlpeme pensé que uno saludaba
dijo el oficial en mando
usted está completamente excusado
todo el mundo comete errores
dijo el pájaro
Pero sobre todo, la intuición poética y
las intuiciones de la gran poesía continúan siendo nuestro mejor medio
para alcanzar a comprender el destino humano. En esta vena, aquí están
algunos tópicos para que los poetas ponderen: ¿Por qué es oscuro de
noche?, ¿Por qué hay oscuridad en la noche? ¿Es cada orgasmo una pequeña
muerte, o un pequeño nacimiento? ¿Es la muerte masculina o femenina o
ninguna de las dos? ¿La vida es sueño? ¿Es la vida literalmente un sueño?
Y si es así, ¿cuándo es que verdaderamente despertaremos?
San Francisco, febrero 3, 2001.
Traducción realizada por Frank Báez y
Giselle Rodríguez Cid. Este texto forma parte del libro San
Francisco Poems. Lawrence Ferlinghetti es uno de los poetas
norteamericanos más influyentes y uno de los más conocidos en la actualidad. El
año pasado ganó un prestigioso premio por su labor de editor y dueño de
la mítica librería City Lights.