21/12/07

Entrevista a Pedro Conde Sturla


Revista Ping Pong: Este año se cumplen los centenarios de nacimiento de dos grandes poetas dominicanos: Manuel del Cabral y Franklin Mieses Burgos. ¿Cómo situarías a los dos bardos en el contexto de la poesía dominicana y de la poesía latinoamericana?

Pedro Conde Sturla: Manuel del Cabral es nuestro más grande poeta festivo, igual que Moreno Jimenes es nuestro más grande poeta introspectivo y trágico, tanto en su poesía como en su vida. Moreno es un poeta de aguas profundas. Aguas de dolor.
La poesía de Manuel del Cabral es casi siempre una fiesta, celebración de un hecho y un decir, aunque no necesariamente superficiales. Conozco en la literatura latinoamericana pocos poetas que hayan hecho de su poesía un festín tan alegre de la lengua poética como Manuel del Cabral, incluso en situaciones más o menos luctuosas:
Trópico, mira tu chivo
después de muerto cantando.
A palos lo resucitan,
la muerte aquí vida dando.

La poesía de Franklin Mieses Burgos tiene un ritmo atávico, la música más exquisita y algunas de las imágenes más deslumbrantes de nuestra literatura:
¿Quién ahora, llorando,
 te alzará desde el fondo solitario del mar,
para sólo pensar desesperadamente
 en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,
o en aquella tu carne, color de azúcar parda,
después que los peces hambrientos se comieron
el último paisaje de sol que había en tus ojos?
La poesía de Mieses Burgos es, en gran parte, cavilación y rebelión contra un medio que lo oprime, lo asfixia y lo jode hasta la saciedad, independientemente de poemas que tanto él como Manuel del Cabral, dedicaron a la alabanza pública del régimen trujillista por órdenes superiores que no era prudente desobedecer.
Como decía, con otras palabras, Antonio Fernández Spencer, en “Esta canción estaba tirada por el suelo”, “Paisaje con un merengue bailando al fondo”, “Prometeo mortal” y otros textos maravillosos, Franklin Mieses Burgos elaboró en clave más o menos cifrada, pero perfectamente inteligible, el más crudo testimonio de aversión a un régimen tiránico en versos de antología que no se han vuelto a repetir. Creo que ningún poeta dominicano, desde aquí, no desde el exilio, tuvo el valor de escribir esos versos de agobio, abatimiento, pesadumbre, sobre el régimen que padecíamos.
Manuel del Cabral no lo apreciaba, quizás por envidia -que como se sabe es una forma de admiración-, por ser los poemas de Franklin sencillamente envidiables, a pesar de innumerables ripios y reiteraciones innecesarias que desesperan al vate Alexis Gómez Rosa cuando toma el bate y habla sobre el tema. Manuel del Cabral se refería despectivamente al “lenguaje modernista trasnochado” de Mieses Burgos, al cual anteponía el “temblor metafísico” de Moreno Jimenes. En realidad se trata de poetas y poéticas diferentes e igualmente enjundiosas.
Lamentablemente, la fama de la poesía y los poetas depende generalmente del acceso a las grandes editoriales. La obra de Manuel del Cabral fue publicada en Argentina por una firma editorial que dominaba el mercado latinoamericano en aquella época, y ganó nombradía en el continente. El dilecto Franklin Mieses Burgos, que dormía siesta con mosquitero y pijama al decir de Marcio Veloz Maggiolo, casi siempre publicaba en periódicos de la época y no pasó de ser una gloria local. Sus obras completas aparecieron varios años después de su muerte y sigue siendo un poeta ignorado en las antologías literarias. De hecho las antologías de la literatura latinoamericana ignoran casi todo lo que se refiere a la literatura dominicana. Para mí, sin embargo, Franklin Mieses Burgos está a la altura de la mayoría de los autores más frecuentemente antologados y los supera a casi todos en el ejercicio temerario de la poesía en condiciones adversas.

Revista Ping Pong: ¿Cuáles libros de Manuel del Cabral van a resistir con mayor facilidad el paso del tiempo?
Pedro Conde Sturla: Como la pregunta es futurista, te respondo futurísticamente: eso lo va a decidir el tiempo. Pero Manuel del Cabral, el conjunto de su obra, creo que va a resistir la prueba del tiempo. Ahora bien, yo no creo en la llamada “eternidad del arte”. La prueba del tiempo, la eternidad del arte es voluptuosa, depende del gusto y los cánones que se modifican históricamente.

Revista Ping Pong: ¿A qué piensas que se debe que la poesía dominicana se conozca tan poco a nivel internacional?
Pedro Conde Sturla: Ese es en gran parte un problema de difusión. Hasta que las casas editoriales internacionales no nos tomen en cuenta no lograremos romper el cerco. Para peor, ahora se han instalado en el país varias editoriales extranjeras que promueven –salvo excepciones- textos horrorosos que por cierto no ponen a circular fuera del país. Piensa, por ejemplo, en “El buscador de tesoros” de Ángel Lockward, editado por Norma, la misma empresa que ha publicado a García Márquez.

Revista Ping Pong: En “Memorias del Viento Frío” hay dos autores que salen muy bien parados. Me refiero a René del Risco Bermúdez y a Enriquillo Sánchez. ¿Pudieras hablarnos un poco del legado de ambos?
Pedro Conde Sturla: Leíste mal, los poetas que salen mejor parados en “Memorias del viento frío” son Miguel Alfonseca, René del Risco y Norberto James, mi entrañable amigo, al cual no celebro por amistad, sino por la calidad y novedad de su poesía minimalista en nuestro medio.
“El viento frío”, de René del Risco y Bermúdez, al decir de Soledad Álvarez, es el más grande legado de la poesía de la década del sesenta. Un juicio que comparto en toda su gravedad.
La obra más valiosa de Enriquillo Sánchez no está en su poesía sino en la prosa desbordante que entregó a la prensa durante sus cortos años de vida. Fue una presencia única, un escritor a tiempo completo que nunca estuvo ausente de los medios, un provocador y un intelectual. Es decir alguien que problematizaba su realidad de acuerdo a la definición de Octavio Paz. Las infinitas audacias y alardes malabarísticos en el uso de la lengua lo consagraron como un estilista sin igual. De eso sabe mucho Basilio Belliard que fue su amigo y escribió, al respecto, un texto de antología.

Revista Ping Pong: Por cierto, en el mismo libro, describes el escándalo levantado por la publicación de los Pluralemas de Manuel Rueda. ¿Piensas que en esta época es posible que un libro o un poemario causen tal revuelo? ¿Ha perdido la poesía dominicana su facultad de controversia o han perdido el interés por la poesía las masas y los medios de comunicación?
Pedro Conde Sturla: Como dije en “La asonada Pluralista”, el pluralismo es más o menos una tomadura de pelo, como la del traje nuevo invisible del emperador en el famoso relato de Andersen, y se reduce a un escándalo y un poema maricómico. Nada trascendental. El revuelo obedeció a instancias no poéticas, a puros insultos. La obra de Manuel Rueda, la otra y verdadera obra, se inscribe sin embargo en uno de los mejores capítulos de la literatura dominicana. Manuel Rueda, estoy seguro, era un talento literario de primer orden.

Revista Ping Pong: ¿Puedes identificar los pro y los contra de las agrupaciones, las mafias o los movimientos en la poesía dominicana?
Pedro Conde Sturla: Las mafias se aglutinan en los concursos literarios. Todos los concursos literarios responden a mafias y los jueces o jurados se confabulan con los concursantes, sobre todo ahora que los premios son multimillonarios. En “Memorias del viento frío” hay un capítulo dedicado a esa vergüenza.

Revista Ping Pong: ¿Retratos de cuáles poetas piensas que deberían adornar las paredes del Palacio de la Esquizofrenia?
Pedro Conde Sturla: Creo que ninguno. Retratos sirven para enmohecer y las estatuas sirven para cagar a las palomas, según García Márquez.

Revista Ping Pong: ¿Para ti cuál es el top ten de la poesía dominicana?
Pedro Conde Sturla: Salomé Ureña, José Joaquín Pérez, Gastón Fernando Deligne, Fabio Fiallo, Domingo Moreno Jimenes, Héctor Incháustegi Cabral, Tomás Herández Franco, Pedro Mir Valentín, Franklin Mieses Burgos, Freddy Gatón Arce, Aída Cartagena Portalatín, Manuel Rueda, Lupo Hernández Rueda, Juan Sánchez Lamouth, Víctor Villegas y paro de contar porque me pasé del 
número que estableciste.

Revista Ping Pong: En la introducción de “Memorias del Viento Frío” escribes: "Hay por lo menos tres corrientes poéticas cuyos respectivos cursos pueden ser deducidos en su relativa especificidad. En primer lugar, el nuevo realismo de los pioneros del 65 y su vertiente degradada: la poesía sobre la pólvora (a lo que se suman epígonos y medalaganarios). En segundo lugar, la oleada experimentalista de los 70, en la que se inscribe el pluralismo como catalizador, y finalmente la poesía de los 80, poesía de la crisis, erótica y nihilista a veces, la poesía de la hora veinticinco, la llamada poesía posmoderna, con tendencia al abstraccionismo y al misticismo en algunos casos recientes". ¿Consideras que actualmente existe un movimiento que de alguna manera continúa la tradición de estas corrientes poéticas? ¿O piensas que ese ciclo se ha roto y que la poesía que vendrá o que se hace actualmente viene de otras vertientes?
Pedro Conde Sturla: El posmodernismo gana todas las infancias y es la única opción que se presenta por el momento. No veo nexos de continuidad con la tradición en esa corriente.

Revista Ping Pong: Pasando al plano personal, ¿piensas recoger tu última poesía y publicarla en un libro?
Pedro Conde Sturla: Solamente he escrito un poema que me tomó diez años, apuntando y recogiendo pedazos, con título en catalán, “Ocells”, es decir “Aves”. La poesía se me niega, no soy poeta ni sufro, como la mayoría de los poetas, de problemas del ego. Sin embargo recientemente escribí un texto llamado “Esta tarde vi llover” que quería ser un alegato contra la dictadura agonizante de Trujillo y me lo publicaron como “poema”. El hecho lo explica Borges cuando dice que el narrador es dueño de la narración pero no de la moraleja.

Revista Ping Pong: ¿Qué piensas de las revistas de poesía virtuales? ¿Encuentras alguna relación entre la Web y el modo de interacción y de acceso a la información de los poetas de las nuevas generaciones? ¿Cómo piensas que influye la Internet en la divulgación de la poesía?
Pedro Conde Sturla: Internet es un medio grandioso pero no creo que contribuya a la calidad de la poesía, aunque sí a su difusión.

Pedro Conde Sturla. (San Francisco de Macorís, República Dominicana, 1945) Estudió la carrera de humanidades en la Universidad de Roma. Profesor universitario y reputado intelectual dominicano. Ha publicado Antología informal (1970), Notas sobre el Enriquillo (1978), “Ruben Suro o la poesía con una sola intención”, estudio y recopilación de Poemas de una sola intención, de Ruben Suro (1978), Problemas de historia (en colaboración con Felix Calvo (1982), “Oficio de poeta (Ensayo de interpretación de la obra de Roque Dalton)”, prólogo de la edición dominicana de Taberna y otros lugares, de Roque Dalton (1983), Los cocodrilos (relato, 1984), El humo de los rostros (poemas, en colaboración con Ramón Tejera Rosas y Radhamés Reyes Vásquez (1992), “Elogio y diatriba de Víctor Villegas”, estudio y selección de la antología poética La luz en el regreso de Víctor Villegas (1993), El chivo de Vargas Llosa, una lectura política (2000), Memorias del viento frío. I- Poesía de la guerra y la posguerra (2002, publicación por entrega en la revista Vetas), y Los cuentos negros.