8/6/11

Elena Medel ( Presencias reales: la poesía española actual)


Revista Ping Pong¿Cuál fue tu primer contacto con la publicación: recitales, revistas, premios…?
Elena Medel—Con catorce años me inscribí en un taller de escritura, gracias al cual leí mis primeros poemas en recitales colectivos; alguno de ellos se incluyó en una plaquette de cierre de curso. Antes de Mi primer bikini solo había editado un pequeño cuadernito (Tres poemas), gracias a un certamen que impulsaba el profesor Pedro Roso. No publiqué nada en revistas hasta meses después de presentar mi primer libro.

Revista Ping Pong¿Cuál es la imagen que piensas que se proyecta de la actual poesía en Hispanoamérica? ¿Consideras que se atiene a la realidad de la actual creación? 
Elena Medel——Si por “actual” entendemos “nueva” o “reciente”, vinculada a la generación a la que pertenezco —la de los nacidos en los años 80—, imagino que se conocerá aquella que circula por Internet en blogs y revistas digitales, e incluso la que pueda llegar en alguna antología. Supongo que la de generaciones anteriores se habrá escuchado más, por editoriales que distribuyan allí, antologías en cada país, etcétera. Como lo desconozco, no sé si se trata de un reflejo fiel o distorsionado.

Revista Ping Pong¿En estos momentos conoces o tienes referencias de la poesía dominicana y/o caribeña?
Elena Medel——Sé de la nueva poesía cubana gracias a una antología, Dejar atrás el agua —seleccionada por Juan Antonio Bernier y Fruela Fernández—, que acabamos de editar en La Bella Varsovia. Me entusiasman dos poetas puertorriqueñas, Nicole Cecilia Delgado y Mara Pastor, y gracias a la labor dinamizadora de Amanda Jayne y el colectivo La mala reputación —también de Puerto Rico— me asomo a la nueva poesía latinoamericana que escogen. No sé mucho más, pero —por supuesto— me gustaría.

Revista Pin¿Consideras que hay algún blog interesante y con repercusión y/o trascendencia en el tejido poético español?
Elena Medel—No suelo visitar blogs, pero —por las nuevas voces que me descubre— me gusta Tenían veinte años y estaban locos (http://estabanlocos.tumblr.com), que coordina Luna Miguel.

Revista Ping Pong¿Qué relación mantienes con la poesía latinoamericana?

Elena Medel——Mi relación es la de una lectora apasionada: en Marosa di Giorgio, Idea Vilariño, Antonio Cisneros o Malú Urriola —por ceñirme a nombres más o menos recientes, muertos o vivos— encuentro el latir que anhelo para mis poemas. Creo que los poetas latinoamericanos tratan el lenguaje con una intensidad mayor, igual que un cuerpo vivo, que se transforma, lejos de la rigidez y los corsés que a menudo identifico en la poesía española.

Revista Ping Pong¿Y con la poesía europea?
Elena Medel——En la medida en que se traduzca al castellano —apenas leo en inglés o francés—, me considero una lectora curiosa. Sin embargo, por esa cuestión de idioma a la que aludía, hoy por hoy insisto más como lectora en la poesía de allá.

Revista Ping Pong¿Cuál es tu sensación al encontrarte entre esas dos tradiciones?Elena Medel——La de la doble ventaja de quien puede beber de dos aguas distintas. ¿Por qué renunciar a una de ellas?

Revista Ping Pong ¿Qué relación crees que mantienes con las demás poéticas del estado español?
Elena Medel——Me mantengo al tanto de lo que se escribe en gallego, un idioma en el que sí leo, y una tradición a la que me siento muy cercana por su particular revisión del imaginario femenino, de manera especial en las últimas generaciones. Al no leer asturiano, catalán ni euskera me toca esperar a las traducciones, pero también atiendo a los nuevos nombres, libros importantes, etcétera. A la doble ventaja que comentaba antes añadiría, pues, una tercera…

Revista Ping Pong ¿Cuáles opinas que son los referentes literarios a los que miras en tu poética?
Elena Medel——Igual que Aleksandr Ródchenko y Lyubov Popova en las artes plásticas, quisiera que mis poemas mirasen a la vida cotidiana desde la explosión de la imagen y la reinvención del lenguaje. Me gustan John Ashbery y Anne Carson, por ejemplo, y mi gran referencia nunca cambia: Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca.

Revista Ping Pong ¿Qué papel piensas que juegan los creadores latinoamericanos residentes en España en la constitución del actual tejido poético?

Elena Medel——El de bisagra entre una y otra tradición, imagino; revelarnos aquí nombres de allá, y al revés. Y el de la hibridación, también, de ambas miradas.

Revista Ping Pong¿Qué consejo le darías al lector dominicano para acceder a buena poesía española?
Elena Medel——Que investigue y aproveche todos los recursos que Internet le ofrece, sobre todo en cuanto al acceso al catálogo de pequeñas editoriales, donde —a mi juicio— se está fraguando la actividad más interesante. Sellos como DVD o El Gaviero —entre otros muchos— se arriesgan, y buscan más allá.

Tres poemas de Elena Medel

Árbol genealógico
Yo pertenezco a una raza de mujeres con el corazón biodegradable.
Cuando una de nosotras muere
exhiben su cadáver en los parques públicos, los niños se acercan para curiosear en su garganta de hojalata, se celebran festines con moscas y gusanos, me cae mal porque me hizo sonreír a mí, que soy tan triste.
A los treinta días exactos de su muerte el cuerpo de esta extraordinaria raza
se autodestruye, y a las puertas de vuestras casas llaman los restos del alma de las mujeres sobrenaturales,
chocan contra vuestras paredes, sus empastes y sus uñas agujerean vuestras ventanas
hasta que sangran nuestras aortas clavadas en la tierra, igual que las raíces.
Al morir nos abren el estómago, examinan con los dedos su interior, rebuscan entre las vísceras el mapa del tesoro,
sacan sus dedos negros de todos los poemas que se nos han quedado dentro con los años.

Un espectáculo.

Pertenezco a una raza desarrollada más allá de los púlpitos. Soy una de ellas porque mi corazón mancha al tomarlo entre las manos, porque coincide en tamaño con el hueco de un nicho;
fresco y dulce como el de un animal, chupad mi corazón para que, al morir, sepan que hemos estado juntos.
Soy una de ellas porque mi corazón será abono. Porque mi sangre, que es la suya, sube y baja por mi cadáver como por escaleras mecánicas;
porque el fundamento de mi carácter, al descomponerse, se incorpora a una especie salvaje
que ladra y que hiere y que te lleva a su terreno, que ignora las afrentas, que jamás se extinguirá.

De Tara
Tritanopía

Vuestro odio a los colores ha acabado con ella: vuestro odio a lo pagano y las cuchillas. Flamsteed alejándola de su dolor de estómago: es mi estructura, junto a ella moriré.
Tenéis cuanto queríais. Era Alicia: no el diamante. Ningún destrozo: sí dabais la espalda, mordíais muy profundo. Un mecanismo fácil. Una labor sencilla. Tragad. Despidiéndoos como si fuera la última cerveza junto a vuestros chicos preferidos. Las bombillas son frágiles: igual que sus hilos, terminó rota.
ojos de sapo, mi noche esférica, caries en el saludo, inevitable vomitar: cuanto queríais, en vuestras manos. Sois felices, lo conseguisteis.
Reencarnados en mujeres y en hombres, bailáis con vosotros mismos mientras se oxida vuestra lengua de oro falso:
por error, pisasteis charquitos de saliva venenosa, manchasteis la entrada al dormitorio.
Os empeñáis en un nombre del que ella carece, llamándola te quise siempre, estrecho tu mano, no conozco otro dolor que no haya sido nuestro.
Lo habéis conseguido. Acabasteis con ella. En vuestra mesilla de noche respira minúscula por no despertaros: menos aire, menos aire, pequeña, tonta.

¿Besaréis su cadáver?

De Tara



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Madurar
era esto:
no caer al suelo, chocar contra el suelo, contemplar el pudrirse de la piel
igual que un fruto antiguo.
Colchón justo para los dos; años que chocan la lengua contra los dientes una y otra vez que se tambalean en la boca
años
     del sentido incorrecto.
Con tres hilos de cabeza he tejido mi tiempo:
piensa en vosotros a mi edad, piensa en tres hilos de cabeza, qué te falta, qué te queda; piensa en tres hilos. Quizá
eso, madurar:
quizá Ulises boca abajo, quizá la orilla boca arriba,
eso que queréis me esperará diez años. Pensad en diez caídas; pensad en
diez hilos de cabeza. ¿Aquello? ¿La madurez? ¿Márchate, olor a lavavajillas, déjame con mi sueño?
¿O quizá en la boca uvas para el postre del color
de la rodilla que cae al suelo,
de la rodilla que choca contra el suelo? Me tambaleo. Y era yo el zumo en la garganta, y era yo el frío, era yo
las uñas y el estómago, quién era yo en mis años
con tres, en mi tiempo con diez hilos de cabeza. Hasta mi habitación
por la escalera de incendios un hombre
y su sentido contrario. Diez hilos de cabeza, veinte hilos de su pecho atados a mi pecho,
juro que amé
los golpes de sus piernas. Digo que
madurar era esto: que no pude negarme, digo que mis tres hilos de nada entre los dedos, y juré chocar y el suelo
lo juré. Pensé al suelo la caída
y el choque contra el suelo. Pensé el aliento pensé dije
tres hilos de cabeza: tambaleo.
Pensé en mi edad y pensé en vosotros y pensé
que nadie me avisó de madurar así, junto a la vida y el frío en el cajón
de la fruta que se pudre. 
Inédito en libro

Elena Medel (Córdoba, 1985) Reside en Madrid. Ha publicado los poemarios Mi primer bikini (Premio Andalucía Joven de Poesía; DVD, 2002) y Tara (DVD, 2006), así como los cuadernos Vacaciones (El Gaviero, 2004) y Un soplo en el corazón (4 de Agosto, 2007). Su obra ha sido parcialmente traducida al alemán, árabe, esloveno, inglés, italiano, polaco, portugués y sueco, así como incluida en numerosas antologías. Colabora como articulista en la edición madrileña de El País, y coordina junto con Alejandra Vanessa el proyecto de agitación cultural La Bella Varsovia.