4/6/15

Poemas de Natalia Romero






Pasa un avión

Justo arriba mío
cuando levanto la vista pasa un avión.
Lo veo volar lento
cruza por el cielo la entrada del patio
y sé que allá
mantiene la potencia de su velocidad.
Veo la línea fina como de hielo
que deja en el celeste del mediodía.
Desde acá abajo
percibo tan distinta
la distancia.
Es como contarte esto
mientras no estás
o no poder decirte nada
como ahora, que el sol da de lleno
sobre las plantas
y te digo mirá
qué lindas las hojas
y no digo nada más
y el agua que cae sobre las macetas
dibuja la misma línea
que en el cielo dejó el avión.




Casas

Al mudarnos
mi hermana y yo
dividimos las pertenencias.
Algunas cosas
pasan a ser necesarias
y otras imprescindibles
según nuestro estado de ánimo.
Nos mudamos ya muchas veces
más de las que hubiéramos querido.
No quiero el microondas
ni la cafetera ni los platos.
Quiero llevarme lo mínimo.
Tampoco el cuadrito de rosas bordadas
ni los candelabros.
Me gustan las velas
pero no los candelabros.
La casa que compartimos en Buenos Aires
se llenó de la casa que vaciamos
en Bahía, después de tu muerte.
Ahora vaciamos otra vez la casa
para mudarnos cada una sola.
Esta mañana
volví a mirar la puerta redonda del lavarropas.
Ese, que no terminaste de pagar
porque tu vida terminó antes.
Mamá
ahora, un día como hoy
en que decido no ir al trabajo
porque llueve
porque quiero dejarlo
al trabajo, a él.
Pienso
qué voy a hacer
si me enamoro.
¿Habrá lugar algún día
en alguna de mis casas
para nuestros objetos
todos, bajo un mismo techo?
Los días pasan
y yo rondo la punta de la pregunta.
Hoy
por ejemplo
poder decir no, y hacer
un hueco de luz
adentro de la casa
que huele a mi
llena de las plantas verdes
que crecen
porque cuando estoy triste
trabajo con mis manos su tierra
y las dos nos transformamos
en un acto de iniciación.
Ahora
mientras las tostadas
crujen al calor
de la tostadora
que en la repartición fue mía
pienso en las tostadas que me hacías
pienso en tu felicidad
al comprar la tostadora eléctrica
la llegada de la tecnología
la promesa de la buena vida
que siempre esperaste
y nunca llegó.
Qué dirías mamá
si supieras que ya no tomo más café
ni como más carne
que lloro cada vez menos
que nunca volví al cementerio
que vivo sola con mi gata
que sufro por amor
que no estás para escuchar
que creo haber olvidado
tus olores
que sólo queda esa permanencia
sutil
en los objetos.


Natalia Romero (1985, Bahía Blanca, Argentina).  Ha publicado los libros  Elijo (2011) y Nací en verano (2014). Dirige la librería virtual A cien metros de la orilla. Vive en Buenos Aires desde el 2004. Su blog es www.todaslascostas.blogspot.com