19/8/08

Entrevista a Jeannette Miller

Revista Ping Pong: Empecemos hablando de tu padre, Fredy Miller Otero, excelente escritor  y poeta de mediados del siglo pasado. Según tengo entendido, tu padre fue asesinado cuando eras adolescente. ¿Fue él una influencia decisiva en tu literatura? ¿Te puedes referir un poco a la relación con tu padre?

Jeannette Miller: Después de cierto tiempo, he reflexionado y me he dado cuenta de  que  sí, mi padre fue una influencia decisiva en mi escritura. Dicen que uno va aprendiendo las cosas a través de los hechos, de la práctica, de la experiencia, y yo desde pequeña lo veía escribiendo; él tenía una máquina Underwood de esas clásicas, y escribía muy rápido. Me gustaba verlo sentado ahí con las manos volando sobre el teclado, deteniéndose a veces, para leer lo escrito, ajustándose los lentes. Y yo me embebeía en ese mundo sin entender todavía lo que era el oficio de escribir.


Luego le preguntaba cosas relativas a las asignaciones escolares y él siempre me explicaba como si yo fuera una adulta. Tanto así que la gente le decía: Fredy, ella es una niña. ¿Cómo le estás dando esa explicación? Y respondía: No, ella lo comprende; tú verás que no se le va a olvidar. Y algo que   nunca olvidé fue cuando me dijo: Mira, si a ti te gusta escribir, tienes que aprender a no repetir una palabra en una página. Búscale una alternativa, un sinónimo, o cambia la frase. Las primeras lecciones de redacción fue él quien me las dio. Realmente, la imagen que yo conservo de él, es más bien la de un amigo, o un maestro. Porque él no vivió con nosotras sino hasta que fuimos adolescentes. Cuando digo nosotras, me refiero a la familia formada por su madre Julieta Otero, y sus tres hijas. Y es que él tenía una personalidad bastante libre. Cuando yo tenía once o doce años,  él decidió vivir con nosotras y se quedó  en la casa. Yo me sentaba a acompañarlo mientras comía  antes de que se fuera al trabajo. Llegaba como a la una y a las dos   se iba de nuevo. Cuando se marchaba, yo me quedaba en la galería y lo veía alejarse de espaldas. Esa fue la última imagen que tuve de él, porque después de ese 5 de mayo de 1959,  ya no regresó. 



Revista Ping Pong: Fue asesinado por el régimen trujillista.

Jeannette Miller: Fue el cinco de mayo de 1959. A él ya lo habían advertido, porque      cuando se bebía dos tragos, se le soltaba la lengua y comenzaba a acabar con el régimen de Trujillo. Dicen los que bebían con él, que cuando empezaba a hablar se iba formando como un círculo vacío a su alrededor, porque todo el mundo se iba de donde él estaba. Y es que nadie quería ser participe de ese tipo de comentarios. Y un amigo que formaba parte de los estamentos del Gobierno, le dijo: Fredy, no salgas de noche ni cometas imprudencias, porque te tienen en la mira. Y la verdad fue que ese día salió y no volvió. A la caída del régimen de Trujillo tuvimos las versiones de cómo fue: que él salió en el bote como hacía todos los días y había órdenes de no salir, pero él salió, y desde San Isidro dieron órdenes de que ametrallaran al bote, e incluso nos dieron el nombre del piloto que tuvo que cumplir la orden,   pero cuentan que esa persona se sintió tan mal, que cuando regresó parecía como un loco.  Lo que muchos no saben es que junto a mi padre iban su novia, una tía y dos sobrinos de ella; es decir que fueron cinco los muertos. Hoy hablo de eso y gracias a Dios, no guardó rencor. Veo a esas personas que no tenían otra alternativa sino cumplir órdenes, como otro tipo de víctimas del régimen, pues si no las cumplían, tenían que pagar con su vida. 

Revista Ping Pong: ¿Podrías hablar un poco del legado de la obra de tu padre?  

Jeannette Miller: A mí me resulta cuesta arriba hablar de la calidad que pueda tener la obra literaria de Freddy Miller porque yo soy su hija; soy parte interesada.  Pero he visto que escritores como Marcio Veloz Maggiolo, como Ángela Hernández, como Miguel de Mena, no sólo han escrito de él de manera laudatoria, sino que lo consideran como uno de los narradores más importantes de su época. Según dice Marcio Veloz, él es de los primeros en tratar el paso del campesino a la ciudad. Actualmente la mayoría de los campesinos emigran  a la ciudad, pero en la decada de 1950 no era así. Los temas de sus cuentos eran sobre domésticas (María Lunera), o campesinas que se prostituían para darle comida a la familia, o un sereno que recordaba su vida en el campo,  y así creaba una polarización entre la belleza del recuerdo de las experiencias rurales y el infortunio de la vida citadina. Él trasladaba a sus cuentos, utilizando cambios de tiempo y situaciones, que, en ocasiones recordaban los trabajos de los surrealistas. Y eso se ve también en el manejo del absurdo de algunos de sus poemas. Sí, otros han dicho que él es un excelente escritor, y yo hasta hoy no me había permitido decirlo.

Revista Ping Pong: Manteniendo la cronología. En tus inicios, empezaste escribiendo sobre todo de poesía. Incluso hay un poema donde mencionas a Franklin Mieses Burgos y a Juan Francisco Sánchez. 

Jeannette Miller: Juan Francisco –Tongo- Sánchez (que fue decano de la facultad de letras, un hombre con una cultura inmensa) fue mi mentor en cuanto a mi carrera literaria. Era un espcie de tío postizo porque mi abuela en segundas nupcias se había casado con Fernando Sánchez Maggiollo, a quien siempre conocí como mi abuelo. Recuerdo que Tongo Sánchez me dijo: los libros que tú te tienes que leer son estos. Y me dio una lista que iba desde los griegos hasta la actualidad. Ahora bien, me aclaró, cuando tú abras uno y no te guste, déjalo ahí y no te lo leas. Porque sobre todas las cosas la lectura es un placer. Si no te gusta el libro, para qué vas a leerlo. Franklin Mieses Burgos es una de las figuras claves en mi vida.  Teníamos una gran amistad. El decía que teníamos un puente como seres humanos. La gente no entendía cómo con esa diferencia de edad, podíamos ser amigos y hablar de temas que nos interesaban. Recuerdo que vivíamos  cerca, porque yo estaba  en unos apartamentos que quedaban al final de la Noel,  casi frente a la Catedral, y él vivía en la Espaillat. Así que todas las noches él iba y caminábamos la Noel o la calle El conde, desde el parque Colón hasta el parque Independencia, ida y vuelta, y todo el tiempo era hablando de literatura nacional e internacional, y también de temas cotidianos. Él fue el primero que me dijo que mi papá participó en las lecturas del movimiento la Poesía sorprendida, aunque nunca fue miembro porque su temperamento no era para eso. Ambos eran amigos y se admiraban mucho. Yo veía en Franklin Mieses Burgos y en Juan Francisco Sánchez, dos grandes amigos. Ellos me apoyaron mucho como escritora y al faltar mi padre, fueron como una especie de sustitutos: se solidarizaron conmigo, me motivaron a escribir, a que fuera a la universidad, a que estudiara letras. Por eso los menciono en el poema Yografía, que tú refieres en la pregunta.     

Revista Ping Pong: De tu obra poética, Manuel Rueda escribió:  El libro de Jeannette Miller, en cambio, es una experiencia eminentemente  personal, anti – poética y anti – prosística, ya que parece escrito con el propósito de que no se encasille, casi al correr de la pluma, como si con una mirada atrás pudiera sobrevenirle la destrucción.  Al leer los poemas, muchos años después que Manuel Rueda, sigo sintiendo esto. ¿Cómo te sientes al releer esos poemas? 
Jeannette Miller: Manuel Rueda presentó  Fichas de Identidad,  un libro que tiene en la parte de atrás otro llamado Estadías y que publiqué en 1985, pero las palabras que citas se refieren a Fichas de Identidad. Sí es verdad que esos poemas fueron escritos con una intención destructiva, desvastadora, antipoética, porque son producto de una época en la que triunfaba la mediocridad, el dar la mano a torcer, el deponer los ideales. O sea, aquella generación que en los sesenta creyó poder cambiar el mundo, declinaba ante el poder, ya no de la dictadura, sino de los nuevos patrones de vida que entronizaban el poder y el dinero como los elementos requeridos para considerarte triunfador. Ese desencanto profundo, ese sentido bloqueador de la derrota fue volcado en esos poemas, que pretendían  subvertir la forma y hacer de lo coloquial un elemento en que el manejo de la estructura, con un tono de diálogo cotidiano, hablara de las  cosas que a uno se le caen encima a diario. Algo que me ha dado mucha satisfacción es que esos poemas estén vigentes hoy día. No hay nada mejor que constatar que las nuevas generaciones realmente se interesan por lo que has hecho.  

Revista Ping Pong: ¿Sigues escribiendo poesía? 

Jeannette Miller: Sí, incluso tengo proyectado publicar un libro de poemas que se encuentra en proceso y al que sólo le falta el nombre.   

Revista Ping Pong: ¿Cuáles han sido los poetas que más te han influido? 

Jeannette Miller: Pablo Neruda, García Lorca, Vicente Huidobro, Jaime Sabines, Rosario Castellanos… De los dominicanos: Altagracia Savinón, Franklin Mieses Burgos, Freddy Gatón Arce…. Por supuesto, te podría decir muchos más.  

Revista Ping Pong: Puedes abundar un poco sobre la generación de los sesenta. ¿Cómo fue tu relación con René del Risco Bermúdez, Jacques Viaux y con Miguel Alfonseca?
Jeannette Miller: La Generación del 60 fue el único grupo literario al que yo pertenecí. Luego este grupo se metamorfosea en Arte y Liberación,  más adelante en El Puño, y hasta ahí llegó mi participación. Fueron miembros importantes dos personas que aunque no fueron nuestros coetáneos aportaron mucho en madurez y experiencia: Ramón Francisco y Marcio Veloz Maggiolo. Eramos   sumamente unidos y solidarios. Miguel Alfonseca, Grey Coiscou, René del Risco, Jacques Viau,  Juan José Ayuso, Antonio Lockward, Armando Almánzar, Iván García, yo…   También participaban artistas visuales como José Ramírez Conde “Condecito”, José Cestero, Ramón Oviedo y muchos  más. Ahí había un aprecio y un continuo intercambio. Cada semana nos reuníamos y todos llevábamos algo para leer; luego se producían las críticas de los otros. Y aunque a veces eran fuertes, siempre eran sanas, bien intencionadas. Recuerdo que el primero que se iba le decía al resto: En sus bocas quedo… en un tono jocoso. Nunca hubo malentendidos ni agresividades. Al contrario, éramos como hermanos. Si hay entre ellos, una persona que debo señalar como un mentor joven, ese fue Miguel Alfonseca. El me iba a buscar para las reuniones y siempre me llevaba libros. René del Risco vino un poco después porque era de San Pedro de Macorís, pero desde que se integró se convirtió en una figura clave. Pero mi mayor amistad, fue con Miguel y Jacques Viaux, Jacques era un ser humano que no encuentro palabras para definirlo. Tenía una cultura inmensa y un corazón del tamaño de la isla. Todo ese grupo de gente que participó en las jornadas de los sesenta y vivió el espíritu de esa época, un espíritu de cambio, de búsqueda, de honestidad, de sacrificios y de ideales, puede darse por satisfecho. 

Revista Ping Pong: Actualmente en que proyecto te encuentras trabajando.

Jeannette Miller: Estoy trabajando en varios proyectos: una Historia de la Fotografía Dominicana, un libro de cuentos, un libro de poemas y una novela que interrumpí para escribir La vida es otra cosa. Cada día le pido a Dios que me ayude a llevar a cabo estos proyectos con verdad, justicia y creatividad, y más que nada que me permita reconocer el momento en que deba dejar de escribir, porque si me llevo de mí no pararé nunca.   


Jeannette Miller. (1944, Santo Domingo)  Poeta, narradora, ensayista e historiadora de arte. Entre sus obras cabe mencionar; de poesía:  El Viaje  (Cuadernos Hispanoamericanos,1967); Fórmulas para Combatir el Miedo (Taller,1972); Fichas de identidad/Estadías (Taller,1985);  de ensayo: Historia de la pintura dominicana (Amigo del Hogar, 1979); Arte dominicano: 1844-2000  (Verizon, 2001 y 2002);  de narrativa: Cuentos de Mujeres  (Cole, 2002); y de novela: La vida es otra cosa (Alfaguara, 2005). Desde finales de los sesenta a la época actual, Jeannette Miller ha venido acumulando una diversa bibliografía que va desde la poesía a monografías de historia del arte, pasando por narrativa, estudios gramáticos y ensayísticos. Obras que en su mayoría  han sido premiadas, reeditadas y traducidas completa y parcialmente a varias lenguas. Pero sobre  todo que son consultadas a diario por intelectuales y que han influido en generaciones posteriores de poetas e historiadores de arte.