19/9/16

Poemas de Rómulo Bustos Aguirre





Cotidiano

Como sucede con los cuadros que cuelgan
en las paredes
cada mañana sorprendes
una leve inclinación en tu adentro
cada mañana crees corregir este desnivel
pero entre la primera posición y la segunda
queda siempre un residuo
una brizna de polvo que se acumula

Sobre esta oscura aritmética se edifica tu alma.

Señal

La breve luz de una ventana intermitente
como si una mano burlona provista de una lámpara
quisiera hacer creer al transeúnte
que hay un mensaje detrás de las cortinas


Botánica

La hoja ama la luz
pero la raíz es negocio de sombras
sobre este asunto capital
el árbol no puede andarse
                             por las ramas


Mantarraya

Por algún divertido arreglo
los dos muchachos han dividido en dos la mantarraya
como si fuera una hoja de papel
y ahora cada uno lleva su parte colgando de la mano

Ya nada queda de la gracia que el animal
                                           exhibe en los acuarios
ondeando, sumergiéndose, elevándose en el agua
todo su cuerpo como dos extrañas alas

Mientras la ofrecen a lo largo de la playa los dos muchachos
aseguran que con ella se prepara un excelente
                                         y vigorizante cocido

Las dos partes siguen vivas

A veces una de ellas levemente se estremece y aletea
como si una parte reclamara la otra

O como si conservara alguna oscura memoria de su vuelo


Poema probable

El asunto podría ocurrir así:
El ser se retrae
Todo le es trance, desconocimiento
                                                         extática vigilia
El oculto don de las alas que ha estado escrito en algún lugar
de su crujiente biología, se despliega

Grieta, latencia, derrumbe

Al ser todo esto le es extraño
como si en su interior alguien lo estuviera soñando

Al final
la libélula que ya no se reconoce en la vieja escoria de su cuerpo se eleva
y la minuciosa caparazón abandonada
como se abandonan los andamios y aparejos usados en una construcción
colgará en algún ramaje del jardín

Probablemente cuelgue muy frágil y el viento acabe arrastrándola
Probablemente se deshaga en las manos curiosas de un niño
Probablemente tú, podando los ramajes, la encuentres
Probablemente este hallazgo te plantee un imperioso enigma:
¿Qué misteriosa vocación de altura lleva a la larva de la libélula a dejar de ser
una criatura de agua para convertirse en una criatura de aire?
Probablemente se te ocurra que este mínimo esqueleto es una especie de fósil
que, de algún modo, bien pudiera ofrecerte algún indicio
acerca de la arqueología del alma o la sigilosa alquimia de tus alas

Y aquí, probablemente, se detiene el poema
Y prosigue su vuelo el deseo, el más puro esplendor de la fábula
                                                                  


De la vida

Vivir…qué caso tan extraño
Vivir…y de gracia, además, ser
   un ser humano
Con una cabeza como expuesta grácilmente en picota
                                decapitada, sobre su propio cuello
con manos para poner en orden o desorden cada hebra de cabello
con sombrero para asombrar esa cabeza y sacarla a pasear
                                                             bajo los días perros

Un alumno de mi universidad lleva el cabello de color amarillo
Qué color más bullicioso el amarillo

Pero él habla tan callando
Como si su animal se hubiera apostado a la entrada de la boca
y devorara las palabras que intentaran salir
¿Qué clase de animal será ese?, me pregunto
¿Será serpiente como el mío?

La otra tarde, al concluir un examen, me entregó la hoja de respuestas en blanco
con una pregunta:
¿Qué prefiere para alimentar a su serpiente: ratones o pichones de   
                                                                                          codorniz?
Así supe que también era serpiente su animal

Vivir…qué cosa más extraña

Él y yo apenas nos saludamos
Pero las dos serpientes se entienden, se entrelazan, se entredanzan,
trafican entre sí: escamas, bichos, colmillos, caricias, palabras…
Por eso, creo,  mi sombrero decidió mudarse a su cabeza amarilla
Por eso ahora callo tan hablando

Vivir…qué saco tan extraño
cada quien con su serpiente oculta al fondo

Por eso nunca está de más llevar un buen morral repleto
                                                                     de manzanas
para ir mordiendo por el camino



Rómulo Bustos Aguirre (1954, Santa Catalina de Alejandría, Bolívar). Autor de  Muerte y levitación de la ballena con el que obtuvo el  Premio de Poesía Blas de Otero, Rómulo Bustos Aguirre  es uno de los grandes poetas colombianos. Este año el Fondo de Cultura Económica reeditó su obra reunida La Pupila incensante (1988-2013).