3/10/16

Presentación de "Telarañas" de Regina José Galindo en Casa Quien






por Frank Báez 

Hace poco me contaron que las arañas suelen tensar sus telarañas y tocarlas como si fuesen instrumentos musicales. Y realmente son instrumentos musicales, ya que emiten un sonido, una musiquita, que es imperceptible para nosotros los humanos, pero que las arañas y sus presas pueden oír con claridad. Es más, las arañas se enteran que han atrapado un insecto por el sonido que hace la red, y por este particular sonido, conocen el rincón de la  telaraña donde está la presa. Traigo todo esto a colación por el título del poemario de Regina que presentamos esta noche. Al igual que esas telarañas a las que hacía referencia, este libro tiene las suyas, estas partituras, estas palabras, que Regina ha sabido afinar hasta lograr sacarles  una música y un ritmo endiablado.


Conocida en el mundo del  arte por sus performances y sus instalaciones, Regina  no necesita ningún tipo de presentación. Aunque quizás el que se conozca tanto haya llevado a que realmente se desconozca. Pero pongamos el caso que usted nunca haya escuchado hablar sobre Regina. Le recomiendo entonces que compre este poemario y lo lea, y luego entre a su página en internet y vea las fotos, videos y  artículos que documentan sus performances y sus instalaciones.  En el caso de los que ya conocen la obra de Regina, este libro es básico. 

¿Es Regina de estas artistas que publica poesía  por divertimento? ¿O realmente, la poesía forma parte de su corpus artístico y mantiene vasos comunicantes con sus otras propuestas? La poesía en Regina es fundamental. De alguna manera sus poemas prefiguran sus acciones, performances y happenings. Es como si  Regina sencillamente llevara a la vida real las piezas que escribe. Pero voy un poquito más allá. Su premisa es  que la poesía existe como combate para enfrentarse a este mundo violento que nos acosa, nos humilla y nos  patea  la cara. La poesía  tiene sentido en el campo de batalla. Y cuando hablo de campo de batalla, me refiero al furor de nuestras ciudades latinoamericanas, al acoso policial y militar, a la crueldad de las maras, de los narcos,  a la agresión del patriarcado, etcétera. Gran parte de la poesía de Regina funciona en ese contexto. En uno de los poemas, que por cierto publicamos hace años en la revista Ping Pong, Regina escribe: 

El llamado de la sangre me hace volver
la que corre por las calles
los asientos de las camionetas
las camas del Roosevelt.
Por eso vuelvo
porque el paisaje tropical quema
pero no es infierno
mi país de demonios
de mentes perversas
de gente mala.
Porque acá se respira caliente
pero se respira en paz
y yo
no soy paz
soy guerra
bomba lacrimógena
bala perdida.

Por tanto, hay mucha referencia a descuartizamientos, a vejaciones, a humillaciones y a violaciones. Alusiones que tienen sus orígenes en la convulsa  historia guatemalteca y sobre todo en el genocidio maya ocurrido en los ochenta. Un leit motiv de esta ópera, o sea de este libro, es  el de "abrir las piernas", que remite por supuesto a la violación y a la sumisión. De una manera cruda, directa y desafiante, Regina tiene el coraje de hablar de la tragedia de nuestros pueblos latinoamericanos y de los organismos represores del estado y de  todo lo  que conspira contra  nosotros y nos convierte en una sombra, que es una de las metáforas que la poeta utiliza en el libro y en uno de los poemas más desgarradores:

Soy
Sombra
De mi sombra

Nada
Ni nadie
Sigue mis pasos

Invisible
Intangible
Imposible
Irrespirable

A lo lejos
Un perro adivina mi presencia
Pero no ladra

Por lo que no resulta extraño que nuestra poeta se haya decantado por el performance que tiene un efecto más inmediato que la publicación de un poemario. En la generación anterior, artistas como ella terminaban como guerrilleras, acribilladas en ocasiones, o absorbidas por el sistema. Su caso es distinto. A pesar de que tiene el mismo interés de cambiar el individuo y al mundo, lo hace a partir de su yo individual, de su vida, de sus performances, inmolándose en ocasiones y presentándonos a nosotros, los lectores o espectadores, nuestra realidad, y deformándola, torciéndola, de modo que podamos encontrar mil posibilidades que puedan hacer este mundo más vivible. A diferencia del político o del general, el poeta en Regina cuenta con su cuerpo, no con el de los otros, por lo que es en su ser, en su piel y en sus extrañas, que vive el dolor, el vértigo, la náusea y la muerte colectiva, de modo que sea capaz de mostrárselo a sus semejantes  y conmoverlos con el mensaje. No es solo denuncia, es también asimilar lo ocurrido, como  hacían esos chamanes que se sentaban ante la fogata en torno a la tribu. Los espíritus volaban en los alrededores y se les metían dentro al chamán y este les entregaba su boca, sus labios y su garganta para que hablaran. Este me parece es más o menos el método de Regina que no nace con  la posmodernidad o con las disciplinas artísticas, sino que viene  de los inicios de nuestra civilización.  

Telarañas ha sido publicado por la editorial guatemalteca  Ediciones del Pensativo. En esta bella publicación se ha seleccionado  con gran cuidado e inteligencia  la poesía que Regina ha escrito entre  el 2009 y el 2014. A diferencia de las antologías de poesía tradicionales la selección no se ha hecho en orden cronológico, sino que se ha agrupado en  los siguientes temas: Yo, Nosotros, Los otros, Ella que soy yo, Resentida, Paisito y Mínimos.  

Sus poemas están desnudos. No necesitan de adornos y de artilugios literarios. Aquí la franqueza, la honestidad y  la semántica es de suma importancia, ya que el mensaje es directo  y debe funcionar como una de  esas bombas molotov que lanzan los estudiantes a la policía, lo que claro esta, no impide que de tanto en tanto, aparezcan unos poemas tiernos, donde se resalta la felicidad y la suerte de habitar este  mundo. Algunos están dedicados a sus amigos y a sus familiares, pero sobre todo a su esposo Karma, que es dominicano, y especialmente a su hija Isla, que es dominico- guatemalteca. 

No es casual que el poemario termine con la palabra silencio. Me remito nuevamente al título del libro y a la portada que muestra una arañita sonriente. Entremos en estos poemas como un insecto que casualmente es atrapado en esta telaraña, dejémonos seducir por la música terrorífica que esos hilos generan, hasta que escuchemos la araña acercarse y envolvernos poco a poco en su tela. Por respeto a los idos,  a los muertos,  a las víctimas y a los vejados, es sólo así que es posible leer este poemario, es decir, dejándose hipnotizar por  la atormentada música que hacen estas telarañas, dejando que la araña  surja y nos envuelva en su hilo, y entonces, sólo entonces, vendrá la promesa del silencio. 

21 de septiembre 2016