por Frank Báez
Hace poco me contaron que las arañas suelen tensar sus
telarañas y tocarlas como si fuesen instrumentos musicales. Y realmente son
instrumentos musicales, ya que emiten un sonido, una musiquita, que es
imperceptible para nosotros los humanos, pero que las arañas y sus presas
pueden oír con claridad. Es más, las arañas se enteran que han atrapado un
insecto por el sonido que hace la red, y por este particular sonido, conocen el
rincón de la telaraña donde está la presa. Traigo todo esto a
colación por el título del poemario de Regina que presentamos esta noche. Al
igual que esas telarañas a las que hacía referencia, este libro tiene las suyas,
estas partituras, estas palabras, que Regina ha sabido afinar hasta lograr
sacarles una música y un ritmo endiablado.
Conocida en el mundo del arte por sus
performances y sus instalaciones, Regina no necesita ningún tipo de
presentación. Aunque quizás el que se conozca tanto haya llevado a que
realmente se desconozca. Pero pongamos el caso que usted nunca haya
escuchado hablar sobre Regina. Le recomiendo entonces que compre este poemario
y lo lea, y luego entre a su página en internet y vea las fotos, videos
y artículos que documentan sus performances y sus
instalaciones. En el caso de los que ya conocen la obra de Regina,
este libro es básico.
¿Es Regina de estas artistas que publica
poesía por divertimento? ¿O realmente, la poesía forma parte de su
corpus artístico y mantiene vasos comunicantes con sus otras propuestas? La
poesía en Regina es fundamental. De alguna manera sus poemas prefiguran sus
acciones, performances y happenings. Es como si Regina sencillamente
llevara a la vida real las piezas que escribe. Pero voy un poquito más allá. Su
premisa es que la poesía existe como combate para enfrentarse a este
mundo violento que nos acosa, nos humilla y nos patea la cara. La
poesía tiene sentido en el campo de batalla. Y cuando hablo de campo de
batalla, me refiero al furor de nuestras ciudades latinoamericanas, al acoso
policial y militar, a la crueldad de las maras, de los narcos, a la
agresión del patriarcado, etcétera. Gran parte de la poesía de Regina funciona
en ese contexto. En uno de los poemas, que por cierto publicamos hace años en la revista Ping Pong,
Regina escribe:
El llamado de la sangre me hace volver
la que corre por las calles
los asientos de las camionetas
las camas del Roosevelt.
Por eso vuelvo
porque el paisaje tropical quema
pero no es infierno
la que corre por las calles
los asientos de las camionetas
las camas del Roosevelt.
Por eso vuelvo
porque el paisaje tropical quema
pero no es infierno
mi país de demonios
de mentes perversas
de gente mala.
Porque acá se respira caliente
pero se respira en paz
y yo
de mentes perversas
de gente mala.
Porque acá se respira caliente
pero se respira en paz
y yo
no soy paz
soy guerra
bomba lacrimógena
bala perdida.
bomba lacrimógena
bala perdida.
Por tanto, hay mucha referencia a descuartizamientos, a
vejaciones, a humillaciones y a violaciones. Alusiones que tienen sus orígenes
en la convulsa historia guatemalteca y sobre todo en el genocidio maya
ocurrido en los ochenta. Un leit motiv de esta ópera, o sea de este
libro, es el de "abrir las piernas", que remite por supuesto a
la violación y a la sumisión. De una manera cruda, directa y desafiante, Regina
tiene el coraje de hablar de la tragedia de nuestros pueblos latinoamericanos y
de los organismos represores del estado y de todo lo que conspira
contra nosotros y nos convierte en una sombra, que es una de las
metáforas que la poeta utiliza en el libro y en uno de los poemas más
desgarradores:
Soy
Sombra
De mi sombra
Nada
Ni nadie
Sigue mis pasos
Invisible
Intangible
Imposible
Irrespirable
A lo lejos
Un perro adivina mi presencia
Pero no ladra
Por lo que no resulta extraño que nuestra poeta se haya
decantado por el performance que tiene un efecto más inmediato que la
publicación de un poemario. En la generación anterior, artistas como ella
terminaban como guerrilleras, acribilladas en ocasiones, o absorbidas por el
sistema. Su caso es distinto. A pesar de que tiene el mismo interés de cambiar
el individuo y al mundo, lo hace a partir de su yo individual, de su vida, de
sus performances, inmolándose en ocasiones y presentándonos a nosotros, los
lectores o espectadores, nuestra realidad, y deformándola, torciéndola, de
modo que podamos encontrar mil posibilidades que puedan hacer este mundo más
vivible. A diferencia del político o del general, el poeta en Regina cuenta con
su cuerpo, no con el de los otros, por lo que es en su ser, en su piel y en sus
extrañas, que vive el dolor, el vértigo, la náusea y la muerte colectiva, de
modo que sea capaz de mostrárselo a sus semejantes y conmoverlos con el
mensaje. No es solo denuncia, es también asimilar lo ocurrido, como
hacían esos chamanes que se sentaban ante la fogata en torno a la tribu. Los
espíritus volaban en los alrededores y se les metían dentro al chamán y este
les entregaba su boca, sus labios y su garganta para que hablaran. Este me
parece es más o menos el método de Regina que no nace con la posmodernidad
o con las disciplinas artísticas, sino que viene de los inicios de
nuestra civilización.
Telarañas ha sido publicado por la editorial
guatemalteca Ediciones del Pensativo. En esta bella publicación se ha
seleccionado con gran cuidado e inteligencia la poesía que Regina
ha escrito entre el 2009 y el 2014. A diferencia de las antologías de
poesía tradicionales la selección no se ha hecho en orden cronológico, sino que
se ha agrupado en los siguientes temas: Yo, Nosotros, Los otros, Ella que
soy yo, Resentida, Paisito y Mínimos.
Sus poemas están desnudos. No necesitan de adornos y de
artilugios literarios. Aquí la franqueza, la honestidad y la semántica es
de suma importancia, ya que el mensaje es directo y debe funcionar como
una de esas bombas molotov que lanzan los estudiantes a la policía, lo
que claro esta, no impide que de tanto en tanto, aparezcan unos poemas tiernos,
donde se resalta la felicidad y la suerte de habitar este mundo. Algunos
están dedicados a sus amigos y a sus familiares, pero sobre todo a su esposo
Karma, que es dominicano, y especialmente a su hija Isla, que es dominico-
guatemalteca.
No es casual que el poemario termine con la palabra
silencio. Me remito nuevamente al título del libro y a la portada que muestra
una arañita sonriente. Entremos en estos poemas como un insecto que casualmente
es atrapado en esta telaraña, dejémonos seducir por la música terrorífica que
esos hilos generan, hasta que escuchemos la araña acercarse y envolvernos poco
a poco en su tela. Por respeto a los idos, a los muertos, a las
víctimas y a los vejados, es sólo así que es posible leer este poemario, es
decir, dejándose hipnotizar por la atormentada música que hacen estas
telarañas, dejando que la araña surja y nos envuelva en su hilo, y
entonces, sólo entonces, vendrá la promesa del silencio.
21 de septiembre 2016