3/3/12

Presentación de Poesía Reunida 2000 – 2011 de Homero Pumarol leída el 13 de enero en la puesta en circulación del libro


                                              Una Amistad Literaria


Por Frank Báez

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Empezó a principios de la década pasada cuando una muchacha bonita y bien vestida se apareció con un librito de un joven poeta al taller literario que yo frecuentaba. Su presencia resultó llamativa, sobre todo por el hecho de que era mujer y de que muchos de los talleristas estaban más interesados en ligar que en compartir sus poemas. Ese era, por ejemplo, mi caso. Al igual que en casi todos los talleres, la dinámica consistía en recomendar los libros que cada quien estaba leyendo y en compartir las propias creaciones. Cuando a la muchacha bonita le tocó el turno, recomendó el librito del poeta joven y explicó que leería un poema que había causado revuelo en el medio intelectual dominicano. Esto no impresionó a ninguno de los talleristas. Todos los poetas creen que sus poemas han causado revuelo en el medio intelectual. Sin embargo, cuando ella empezó a leer, comprendí a lo que se refería. Desde el titulo del poema supe que este era un poeta distinto de los que acostumbraban a leer en los recitales de poesía y en los talleres literarios. No tenía nada que ver con la aburrida poesía del pensar que los talleristas copiaban descaradamente con la esperanza de sorprender a los jurados ochentistas y ganarse los certámenes literarios. De igual manera, no tenía nada que ver con Borges, Paz y Lezama Lima, que eran algo así como la sagrada trinidad para todos los talleristas. El poeta en cuestión tenía algo que no tenía ninguno de los talleristas: una voz. 



Como cabe esperar, tras la lectura casi todos coincidieron en que eso no era poesía. La muchacha replicó que sí lo era. Yo me puse del lado de ella, no sólo porque el poema me había impactado, sino también porque estaba buena y quería invitarla a salir. Sea como sea, el vozarrón del resto de los talleristas era tal que apenas se llegaban a escuchar nuestros comentarios. Así que fuimos ignorados y pasaron a recomendar otro libro, pero ya era prácticamente imposible concentrarse en otra cosa. Para usar una metáfora de esa época, el poema había sido para los talleristas como esos dos aviones que se estrellaron contra las torres gemelas. Ante él, poco a poco sus poemas y sus construcciones verbales se empezaron a desmoronar como los dos imponentes edificios. Como se deben imaginar, el poema en cuestión era Jack Veneno ha Muerto, el librito Cuartel Babilonia y su autor Homero Pumarol. Ese fue mi primer encuentro con su poesía. 


Lo de la muchacha no resultó, pero logré quedarme con su ejemplar de Cuartel Babilonia y lo leí con mucha atención. Ahora quería conocer a Homero Pumarol. Al fin, sentía afinidad con un poeta dominicano contemporáneo. Sin embargo, cuando indagué, alguien me dijo que Homerito estaba viviendo en México. Con el tiempo, yo también me fui a vivir al exterior. Lo conocería a mi vuelta en el 2006 en uno de los bares de la Zona. Inmediatamente nos conocimos comenzamos a intercambiar libros y poemas. Leíamos y criticábamos nuestras creaciones, hecho que al menos en mi caso, ayudó a enriquecer mis textos. También participamos en un montón de lecturas de poesía. Como Homero y yo no sintonizábamos con los demás poetas, decidimos recitar los dos por nuestro lado. Cambiamos los talleres literarios y las bibliotecas por bares y plazas. La gente se fue interesando en lo que hacíamos. Aprovechando la buena recepción, incorporamos música incidental en los shows y en un abrir y cerrar de ojos, ya teníamos una banda. El Hombrecito. Alguien dijo que lo que hacíamos era spoken word y nosotros terminamos asumiendo el término, ya que si anunciábamos que se trataba de un show de poesía, no alcanzaríamos un público diferente para quienes la poesía es esa cosa horrible que le enseñaban los profesores en la escuela. Grabamos un disco, lo presentamos en varios lugares de Santo Domingo y en La Casa de América en Madrid. Cuando empezamos a preparar la grabación del segundo disco, Homero sufrió un terrible accidente que cambiaría el curso de las cosas. 


Un año después del accidente, le comenté a David Puig, el encargado de Ediciones De a Poco, que había que publicar la poesía reunida de Homero. Pero, ¿por qué poesía reunida? ¿Por qué no publicar un libro inédito? Primero porque sus libros de poesía estaban agotados y segundo porque se me ocurrió que tras el accidente, una publicación de este tipo, le serviría a Homero para cerrar un ciclo en su obra y reinventarse como poeta. David accedió a emprender el proyecto. A principios del 2011, nos reunimos con Maurice Sánchez y el poeta, para empezar a trabajar la idea del libro. Maurice se encargaría del arte y Homero y yo de los textos. Posteriormente, se sumaría Giselle Rodríguez Cid que ayudaría con la corrección. 


El primer reto fue recuperar todas las publicaciones. Hasta entonces el libro que más había circulado era Cuartel de Babilonia publicado en el 2000. En el 2004, se publicó Second Round, a través de ediciones Cielo Naranja. En el 2008, dos editoriales argentinas publicaron libros suyos. Vox publicó Fin de Carnaval luego de que Homero, junto a otro poeta dominicano y amigo entrañable, Juan Dicent, resultaran finalistas de su concurso hispanoamericano de poesía. Textos de Cartón publicó Todo el mundo tiene un primo en el Canal de la Mona. Por otro lado, Patín Bigote Ediciones había lanzado un disco con sus poemas titulado They Dont mind to win the lotto y una serie de poemas inéditos circulaban tanto por el internet como en revistas nacionales e internacionales. También había poemas en archivos de word y una serie de textos que el poeta fue componiendo a lo largo del 2011.

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Estoy buscando el rostro que tenía antes de que el mundo fuera hecho, escribió Yeats el siglo pasado en uno de sus poemas más memorables. En Second Round, Homero escribe: te estoy reconstruyendo porque no te conozco. Una de las preocupaciones primordiales de los poetas es saber quiénes son y de dónde vienen. Lo que nos lleva a pensar que quizás la biografía de todo poeta se encuentra en esos poemas que se pasan la vida garabateando. Releyendo la poesía de Homero comprendí que el aspecto biográfico era la clave que necesitaba para agrupar todos esos poemas dispersos. Era como si los poemas fueran piezas de un rompecabezas y fuéramos poco a poco formando el rostro verdadero del poeta. La portada del libro, que realizó Maurice, a partir de una fotografía de Jaime Guerra, donde se ve al poeta con sombrero fumando, plasma esa idea.

A medida que le daba forma al libro, me la pasaba discutiendo con Homero los resultados. Así éste fue contándome las condiciones en que escribió cada poema y ante mi asombro fue descifrando las claves ocultas de algunos. Entre estas, una que otra curiosa, como por ejemplo, que Cuartel Babilonia es el nombre del cuartel donde el poeta Arthur Rimbaud fue violado a los dieciséis años por todo un regimiento de soldados.

Tras varias deliberaciones, decidimos dividir el libro en cuatro partes, utilizando los títulos de algunos de sus libros y agregando otros nuevos.

La primera parte la compone Cuartel Babilonia, su primer libro, que abre con el ya mencionado Jack Veneno ha muerto y que incluye Composiciones, una serie de instantáneas de nuestro Santo Domingo, que en mi opinión es lo más transgresor del libro. Pero Cuartel Babilonia no es su primer libro, el primero fue un libro que obtuvo el primer lugar en un concurso de poesía celebrado en la UNPHU en 1996, titulado Orador de Opio, del que el poeta procuró deshacerse, ya que para entonces no había encontrado su voz.

El titulo de la segunda parte es Second Round y en esta se incluyen poemas posteriores a su primer libro. Abre con el tono carnavalesco de Poetas de Ciudad Nueva para cerrar con Fin de Carnaval en que el poeta se pregunta: ¿Qué pasará con los hombres ranas/ y con el nuevo escuadrón SWAT el resto del año?

La tercera parte corresponde a Ciudad México, Corrida y Delegación, que agrupa poemas que narran su estadía en ciudad de México y en donde sobresalen extraterrestres que bailan funk, mujeres barbudas y voces salidas de una pesadilla que repiten: corre, poeta, corre.

La cuarta parte es Colecturía de Aduanas y es la más gruesa de todas. Hasta la fecha muchos de los poemas incluidos aquí se encontraban inéditos. Llama la atención el tono intimista de ¿Hacer una orgía? que le sirve al poeta para meditar sobre su vida tras el accidente y el coro colectivo de Caribbean Ants en que exclama a todo pulmón: todo el mundo tiene un primo en el canal de la Mona.

Dada la cantidad y la diversidad de poemas, decidimos dividir Colecturía de Aduanas en tres partes: la primera recoge poemas donde se describe el entorno familiar, su cotidianidad, sus relaciones amorosas y hasta sus tatuajes infames; la segunda agrupa reflexiones sobre su ars poética, así como elegías y homenajes a diversos artistas como el pintor Carlos Goico, el poeta Miguel Piñero y los compositores Bob Dylan y Luis Díaz; la tercera reúne poemas de carácter urbano y social, que no son más que una evolución de las Composiciones de Cuartel Babilonia, en que como en un caldero, se mezclan atracadores, turistas, cueros de la nasa, epifanías de colmados, miríadas de culos y un caballo del apocalipsis que anuncia el fin del mundo en Higüey.

Quisiera señalar que la división realizada en Colecturía de Aduanas ilustra una de las características primordiales de la poesía de Homero: la heterogeneidad de su propuesta. Resulta extraño que tan solo se resalte su poesía explosiva y de carácter urbano, cuando éste ha escrito algunos de los poemas familiares y domésticos más memorables de nuestra lírica. Estamos ante un poeta que además de escribir poemas sobre drogas fuertes y noches sórdidas posee la sensibilidad para escribir sobre el día de las madres y dedicarles poemas a sus padres, sus hermanas y amigos, sin comprometer en ningún punto su poética.

Ya es hora de dejar de considerar a Homero Pumarol simplemente como el enfant terrible de las letras nacionales o como el autor de dos o tres poemas celebres. Es tiempo de verlo como el gran creador que es. Confío en que Poesía Reunida 2000 – 2011 servirá de referente para descubrir, releer y disfrutar la obra de uno de los poetas dominicanos más importantes e influyentes del cambio de siglo. Pero también para redimensionar el análisis de su obra y descubrir sus correspondencias tanto con el canon de la poesía dominicana como con el de la poesía hispanoamericana.

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Al principio, me refería a la muchacha que apareció con el libro de Homero en el taller literario. Doy testimonio de que he visto y conocido lectores y entusiastas de su poesía tanto en el país como en el extranjero. Muchos de estos son poetas consagrados, académicos e intelectuales. Pero también están los que no tienen nada que ver con el mundillo literario. Abogados, metálicos, locutoras de radio, parqueadores de carros. La poesía de Homero tiene un magnetismo que atrae a una masa de seres que no guardan ningún tipo de relación. Puede que esto se deba a su honestidad. O que se deba a la aparente sencillez en que expresa las complejidades de nuestra existencia. De esos entusiastas de su poesía, quizás el que me resultó más extraño y al mismo tiempo conmovedor, fue un muchacho que se apareció en la Plaza de la Salud, el día en que Homero se accidentó. Tras apearse de un taxi, el muchacho de unos veintitantos se fue acercando al grupo que nos habíamos congregado frente al hospital a esperar noticias del poeta. Tan pronto estuvo cerca dijo lo siguiente: no conozco a Homero, pero soy fan de su poesía, estoy aquí para donar sangre ¿A dónde tengo que ir? Para mí es lo más hermoso que pueda hacer un lector por un poeta: leer sus poemas y donarle sangre.