21/5/17

Cinco poemas de Tal Nitzán




Habitación Número 10

La primera noche no dormí porque cómo puede defenderse una
persona echada de espaldas.

La segunda noche no dormí porque el aire se quedó sin aire
viniendo hacia mí.

La tercera noche no dormí porque todos los perros del pueblo se
pusieron a reclamar algo con insistencia.

La cuarta noche no dormí porque otro encontró dentro de una
campana pesada ese sueño que siempre deseé para mí.

La quinta noche no dormí porque los seis ángeles endebles que vi
en la iglesia zumbaban en la habitación hambrientos de mi sangre.

La sexta noche no dormí porque el perro de la pata rota que estaba 
en el camino seguía ahí como una señal cuando volví con su patita
colgada en el aire y sus ojos colgados en mí.

La séptima noche no dormí porque el cielo se puso verde como una
botella.

La octava noche no dormí porque tumbaron a un niño de rodillas y
no gritó o gritó y no lo escucharon.

La novena noche no dormí porque no tenía el cómodo sillón de
Matisse tapizado de terciopelo rojo y no me importó y estuve
sentada contemplando largo tiempo las cortinas que ondeaban en la
brisa y no pasó nada y no me importó y no tenía un buen paraguas
firme de los que no se dan vuelta por cualquier viento y no me
importó y alguien retorció mis palabras entre sus manos una a una
y no me importó y no supe no supe cuándo en esta vida mía
volvería a escuchar el dulzor de aquella música antes de morirme
como todos los demás y me importó.

Traducción: Adam Gai y Tal Nitzán




Vacío de nosotros


Después de mí nada volverá a ser como era,
porque  siempre doy mi corazón, solo el corazón.
Sirkka Turkka

*
Hasta el octavo piso extienden sus hojas estos árboles, las agitan de una ventana a otra como si fueran manos rojas y amarillas, de una habitación a otra la memoria es forzosamente pisoteada, hay momentos que de repente justifican todo el cuerpo, aquella mágica invención, muslos, cuello, toda la longitud del vientre, pero al igual que los animales nosotros también nos cubrimos de tristeza después del amor, a diferencia de ellos sabemos por qué (esto ya se escribe en otro pueblo, pequeño, empinado–).

*
Me encanta la gracia de los ricos al hablar con nosotros, esforzándose por comprender la extrañeza de nuestro mundo, ocultándonos la distancia entre nosotros y ellos, agradecidos por nuestro consentimiento de comer en su mesa, emborrachándonos dócilmente, mostrándonos con orgullo la colección de esculturas en su jardín que se extiende hacia las montañas hasta desaparecer su confín. “¿Se aloja usted por casualidad en una de mis casas?” me preguntó el hombre rico. “No sé”, dije. “Probablemente.”

*
Di las buenas noches, di un beso, bajé del coche. El recepcionista,un señor mayor, me esperaba allí como si supiera, sus ojos luciendo enormes detrás de las gruesas gafas. Caminamos juntos hacia abajo. Me contó que dos caballos irrumpieron en los jardines del hotel esta noche y tomó mucho tiempo echarlos fuera. El olor de la noche, que es a madera quemada, estaba mezclado con sudor y estiércol.

*
Nos quedamos dormidos, tu respiración en mi nuca. De madrugada
nos despertamos, sobresaltados por el frío que se había escurrido entre nosotros como una tercera persona, sin acordarnos si estábamos en Europa o si era el frío de la noche tropical. Me envolviste alrededor tuyo y pusiste mi mano sobre tu pecho, apretándola casi dolorosamente –como si tuviera a dónde irme. Sin embargo, los instantes pasan y no hay defensa.

*
Porque al fin y al cabo estamos solos, me dijo una vez alguien que ya he olvidado. Si no me tocas, no te tocaré, le digo al extraño insecto, una de las criaturas de este lugar, que entró en la habitación.

*
En la oscuridad alguien – un perro, un pájaro, un niño – lanza un
 largo gemido que penetra por la ventana.

*
(Esto ya se escribe en otro pueblo, pequeño, empinado, hincado de
iglesitas blancas. Si me colocara en una de las cumbres de los alrededores, podría contemplar el futuro, vacío de nosotros).


Traducción: Tal Nitzán



·         

De los confines de la ciudad sale un camino
y al cabo del camino hay un bosque
y a la orilla del bosque hay una cerca
y detrás de la cerca hay una cabaña

Si viviera la niña en la cabaña
que está detrás de la cerca
a la orilla del bosque
al cabo del camino
que sale de los confines de la ciudad
¿estaría aún más sola?

Traducción: T.N



·         

La verdad y yo compartimos un piso.
Como yo me mudé primera
mi habitación es mayor que la suya.
Como yo tardo en dormir y ella
amanece temprano
compartimos cada día solo
ocho horas, la mitad
oscuridad y la otra, luz.

Algunas mañanas ella
ansía despertarme, vacilando
en mi umbral mientras yo
caigo en vaivén de sueño
en sueño, y su pequeño
puño, alzado para golpear,
echa sobre mi puerta
una trémula sombra
de pájaro negro.


Traducción: Tal Nitzán



Mira

No es un banco verde en la habitación de los niños
es un cocodrilo

No es un cocodrilo
es el futuro:
he aquí el lento giro de sus ojos
el terrible chasqueo de sus mandíbulas

Pero, ¿dónde están los niños?
No es la habitación de los niños
es la habitación de la niñez

Mírate a ti parada en ella
con tu vestidito y tu boquita sellada
y todo tu cocodrilo por delante.

Traducción: Tal Nitzán



Tal Nitzán es poeta, narradora, traductora y editora Israelí. Nació en Jaffa, Israel, de padres oriundos de Argentina. Es licenciada en Historia del Arte y Estudios Hispanoamericanos, y máster en Literatura por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Residió en Buenos Aires, Bogotá y Nueva York, y actualmente vive en Tel Aviv. Coordina las colecciones 'Latino' y 'Local' de literatura hispanoamericana y hebrea, y la el suplemento literari 'El garage'.
Nitzán ha publicado seis poemarios, una novela y cinco libros para niños. Ha compilado dos antologías de poesía hispanoamericana y una de poesía hebrea de denuncia (Con cincel de hierro, publicada también en los Estados Unidos y en Francia), y adaptó una versión de Don Quijote para lectores juveniles..
Sus poemas han sido traducidos a más de veinte idiomas, y doce recopilaciones de su poesía se han publicado en alemán, francés, inglés, italiano, lituano, portugués y español.
Con más de ochenta obras traducidas, la mayoría del español, Tal Nitzán es la mayor traductora de literatura hispana al hebreo. Entre los autores de lengua española que ha traducido constan Cervantes, Machado, Vallejo, Neruda, Borges, García Lorca, Paz, Hierro, Pizarnik, Cervantes, Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, Onetti, Fuentes y Bolaño.
Como poeta, ha sido reconocida con los premios Mujeres Escritoras (1998), Nuevos Poetas (2001), Primera Obra (2002), obra presentada anónimamente (2007), premio Poesía de la asociación de editoriales (2008), del Primer Ministro (2010) y de la Universidad Hebrea (2013). Como traductora, ha merecido los premios de la Creatividad en Traducción (1995 y 2005), la Medalla de Honor de la Presidencia de Chile (por sus versiones de Neruda, 2004), y el premio Tchernijovsky para excelencia en traducción (2012).