23/10/06

Chicago: poesía y poetas


por Frank Báez

Puede decirse que la Poesía en Chicago inicia en 1912 con la publicación del
primer número de la revista Poetry: A Magazine of Verse. ¿Qué ocurría en la
literatura norteamericana de entonces? No ocurría mucho. Esto para no decir
que no ocurría nada. Digamos que no ocurría mucho. Y no peco cuando digo
esto, ya que incluso los mejores poetas y escritores norteamericanos se
encontraban en Europa en una especie de exilio sentimental. La editora de la
revista, la poeta Harriet Monroe, sabía de sobra eso y estaba religiosamente
interesada en transformar el panorama literario y artístico del país, así como de
difundir los trabajos de poetas vanguardistas europeos y de otras localidades
del planeta. Entre las primeras cosas que hizo fue escribirle incansablemente a
Ezra Pound que era uno de esos poetas que se hallaban en su exilio
sentimental. 
Se dice que las mejores cartas de Pound se encuentran entre la
correspondencia que mantuvo con la editora y que la mayoría de éstas guardan
una relación directa o indirecta con la revista Poetry. Además de colaborar con
sus poemas y ofrecerle sabios consejos a Monroe, Pound se convirtió en el
enlace o el relacionador público de los demás poetas que se agruparían durante
el periodo de la primer guerra mundial bajo el nombre The Imagist y que
publicaron con regularidad en la revista; entre ellos el poeta T. S. Eliot que
publicó por primera vez en la revista su memorable Love song of Alfred J.
Prufrock. The Imagist fue un nombre acuñado por el critico T. E. Hulme y por una
serie de poetas, basado en uno de los postulados del movimiento que explicaba
que la imagen debe prevalecer sobre las ideas y la retórica.
Con el paso de los años la revista se convertiría en el órgano de difusión de este
importante movimiento literario: publicó sus manifiestos y poemas de William
Carlos Williams, Amy Lowell, Edgar Lee Masters, Vachel Lindsay, Hilda Doolittle,
Wallace Stevens, Marianne Moore y Robert Frost. Se publicarían poemas de
poetas de otras latitudes como el irlandés William Butler Yeats y el poeta hindú
Rabindranath Tagore. Se publicarían poemas de Rupert Brooke considerado por
la crítica como el poeta más buen mozo de todos los tiempos.
Varios de los poemas de Carl Sandburg que posteriormente aparecerían en el
volumen titulado Chicago, de 1916, también fueron publicados en la revista.
Sandburg nació en un pueblito de Illinois llamado Galesburg y desde joven
mantuvo una estrecha relación con Chicago, al punto de que escribió
continuamente acerca de la ciudad, sobre todo textos acerca de la problemática
social y poemas que pueden verse como profecías de lo que es la ciudad hoy y
de lo que seguramente será mañana.
La traducción que he hecho y que aparece abajo es del texto introductorio del
libro Chicago. En este poema se describe la ciudad de Chicago de una manera
tan vasta y perfecta que pareciera que el poeta escribió el poema desde un
helicóptero.

CHICAGO (1)
Carnicero para el mundo,
Fabricante de herramientas, Acumulador de trigo,
Niño que juegas con rieles y repartes la mercancía de la nación,
Tormentoso, erizado, problemático,
Ciudad de los Enormes hombros,
Me dicen que eres malvado y yo les creo, porque yo he visto tus mujeres
maquilladas bajo las lámparas de gas seducir a los jóvenes granjeros.
Y me dicen que eres terrible y yo respondo: sí, es cierto, yo he visto el hombre
armado matar y salir libre a matar de nuevo.
Y me dicen que eres brutal y mi repuesta es: en los rostros de mujeres y niños yo
he visto las marcas del hambre cruel.
Y después de responderles, entonces vuelvo nuevamente hacia esos quienes
se burlan de ésta, mi ciudad, y les devuelvo su burla y les digo:
Vengan y muéstrenme otra ciudad con la cabeza en alto cantando tan orgullosa
de estar viva y ajada y de ser fuerte y hábil.
Lanzando magnéticas maldiciones desde los empleos que se amontonan uno a
uno, he ahí un alto y osado luchador viviendo sobre las ciudades pequeñas y
blandas,
Furioso como un perro salivando en espera de acción, hábil como un salvaje
arrinconado contra la naturaleza,
Sin cabeza,
Palada tras palada,
Destruyendo,
Diseñando,
Construyendo, destrozando, reconstruyendo,
Bajo la humareda, polvo sobre su boca, riéndose con dientes blancos,
Bajo la terrible carga del destino riéndose, como un muchacho se ríe,
Riéndose hasta como se ríe un ignorante luchador que nunca ha perdido una
batalla,
Y alardeando y riéndose porque bajo su muñeca está el pulso, y bajo sus
costillas el corazón de la gente,
¡Riéndose!
Riéndose con la tormentosa, erizada, problemática risa de la juventud, medio
desnudo, sudando, orgulloso de ser
Carnicero para el mundo,
Fabricante de herramientas, Acumulador de trigo,
Niño que juega con rieles y reparte la mercancía de la nación.

En uno de los primeros editoriales de Poetry: A Magazine of Verse (junio, 1912)
Harriet Monroe, quien murió en 1936 de un ataque cardíaco mientras subía las
ruinas de Machu Picchu, escribió (2): La política de Puertas Abiertas será llevada a
cabo por esta revista. ¡Ojalá que los grandes poetas que estamos buscando
nunca la encuentren cerradas, o con cerrojos, ante su vasto genio! Con este fin
los editores esperan mantenerse alejados de cualquier alianza con clases o
escuelas. Sus deseos son imprimir los mejores versos en inglés que se están
escribiendo hoy día, no importa de dónde vengan, quién los escriba, ó bajo que
teoría artística están escritos. La revista promete que nunca limitará sus
comentarios editoriales a un tipo de opinión.
En los años 50 la revista fue dirigida por el poeta Karl Shapiro. Hace unas
semanas estaba leyendo Scratchings, a study of the making, que el poeta
escribió como una especie de autobiografía y en el que recuerda, entre millares
de cosas, su estadía en Chicago durante el periodo en que era editor de la
revista y todas las vicisitudes que ese trabajo implicaba y que iban desde buscar
nuevas oficinas a entablar alianzas estratégicas con millonarios capaces de
subsidiar la revista. Shapiro consideraba Poetry: A Magazine of Verse (Poesía:
Revista de Versos), como su oxímoron favorito, aunque después se hartaría y lo
cambiaría a Poetry a pocos meses de instalarse como editor.
La revista Poetry continúa publicándose hoy en día y, aunque no mantiene su
estatus vanguardista, se sigue considerando de suma importancia en los medios
académicos y literarios. Meses atrás se realizó un encuentro de editoriales y
revistas al que asistí y donde pude observar a la clásica revista Poetry justo al
lado de una revista casera de temática punk y de otras más editadas por poetas
entusiastas.
Como contraparte de la revista, a principios de los setenta un grupo de poetas de
la ciudad de Chicago fundaron el Poetry Center. Allen Ginsberg y William
Burroughs dieron la primera lectura que llenó completamente el auditorio del
Museum of Contemporary Art y que dio a conocer la nueva organización que se
encargaría en lo adelante de difundir las lecturas de poesía y en promover
eventos y concursos relacionados con la poesía y el arte en general. Durante los
siguientes años, poetas de primera y segunda y tercera categoría visitarían el
centro.
Pero Allen Ginsberg y William Burroughs no son exclusivamente conocidos en
Chicago por esto, sino también por hallarse involucrados en el movimiento
Yippie, movimiento que sería acusado de esparcir el caos durante la convención
demócrata celebrada en esa ciudad a mediados de 1968. El movimiento Yippie,
cuyas siglas se refieren a una expresión de alegría y al mismo tiempo significan
algo así como Partido Internacional de la juventud, era liderado por Abbie
Hoffman y Jerri Rubin. Hace unos días me topé con un libro de Abbie Hoffman
en una de las librerías. Su titulo es Roba este libro.
La idea de los Yippies era presentar un festival de música, de poesía, de teatro y
de protesta pacífica. Pero al alcalde de la ciudad, Richard Daley, el evento le
parecía peligroso para la convención e impuso un veto y alertó a la policía a que
inspeccionara todo el proceso. Sin embargo, a finales de agosto de 1968,
estudiantes y activistas opuestos a la guerra de Vietnam empezaron a llegar a
la ciudad.

Yippies
El 24 de agosto de 1968 empezaron las confrontaciones entre la policía y los
Yippies. En Lincoln Park, el poeta Allen Ginsberg había propuesto una forma
diferente de protesta que consistía en entonar largos OM. Caminaba entre la
multitud, se acercaba hasta donde estaban los policías con escudos antimotines
o se sentaba con las piernas cruzadas rodeado de los demás Yippies sin dejar
de repetir los OM infinitos. Días previos a la manifestación había circulado un
boletín que contenía lo siguiente:
Boletín de la contraseña mágica. Jujitsu físico.
En caso de histeria, la mágica contraseña es o-m, al igual que o– h- m, que corta
de un tajo las emergentes ilusiones. Pronunciar o-m desde la mitad del cuerpo,
diafragma o plexo solar. Diez personas murmurando o-m pueden calmar a uno.
Cientos de personas murmurando o-m pueden regular el metabolismo de miles.
Mil cuerpos uniformados o desnudos vibrando en o-m pueden inmovilizar el
centro de la ciudad de Chicago llena de temerosos humanos.
Firmado, Allen Ginsberg, Ed Sanders. El O-m será practicado en la playa
durante las ceremonias del alba con Allen y Ed. (3)

Sin embargo, en algún momento de la noche, se interrumpieron los o-m y
empezaron los ataques. Motines. Bombas Lacrimógenas. Pedradas. Cristales de
carros ajenos despedazados. EL 25 de agosto se suponía que el festival debía
empezar, pero solamente la banda MC5 tocó y no durante mucho tiempo, ya
que la policía rodeaba el parque y lo observaba todo de una manera
amenazante. En la noche, hubo un nuevo enfrentamiento entre la policía y los
Yippies. Se arrojaron bombas lacrimógenas. Se rompieron cristales de carros y
ventanas. Golpearon a los Yippies con macanas mientras, en alguna parte, uno
de los organizadores, gritaba con un megáfono ¡peleen contra los cerdos! Al día
siguiente, ocurrió lo mismo y el 27 de agosto una multitud de cuatro mil
personas se reunieron en el Chicago Coliseum a escuchar a Allen Ginsberg,
William Burroughs, Jean Genet, Timothy Leary, Arlo Guthrie, Norman Mailer y
Phils Olch, entre otros. El 28 de agosto Abbie Hoffman fue arrestado. Los
disturbios continuaron por semanas, entre vandalismo y bombas lacrimógenas,
pero a medida que los días pasaban los militantes Yippies empezaron a retornar
a casa.
Durante el juicio realizado a Abbie Hoffman, Allen Ginsberg asistió como testigo.
Éstas fueron algunas de sus respuestas (4):
Yo fui con un montón de escritores al no cumpleaños del Presidente Jhonson en
el Coliseum.
El escritor Francés, Jean Genet, poeta y novelista. El novelista americano,
William Sedward Burroughs. El novelista Terry Souther, que escribió Doctor
Strangelove. Y yo. Todos escritores.
Había una gran multitud alineada en los alrededores del parque y otra más
ligera afuera del parque, casi en la carretera, y había una enorme multitud
moviéndose hacia el centro. Todos nos movíamos hacia el centro, y en el centro
del parque, había un grupo de ministros y rabinos que habían elevado una gran
cruz de casi 10 pies de alto en el medio del círculo de gente que estaba sentada
alrededor, quieta, escuchando a los ministros conducir la ceremonia.
Todo el mundo estaba sentado alrededor de la cruz, que estaba en el centro de
cientos de personas, personas alrededor del gran centro que se aproximaban a
la cruz. Todo el mundo estaba cantando, “We shall Overcome” y “Onward
Christian Soldiers”, creo. Eran himnos ya viejos. Yo estaba sentado con mis
amigos en un pequeño montículo entre la multitud que tenía la cruz en el centro.
Y en el otro lado, había un montón de luces deslumbrantes elevándose cientos
de pies más allá del terreno. El ministro levantó la cruz y la tomó hacia el borde
de la multitud y la puso abajo y de cara a las luces deslumbrantes donde los
policías estaban conglomerados. En otras palabras, ellos confrontaron a la
policía con la cruz de Cristo.
Después, no sé, pasó un corto periodo de tiempo, y hubo una explosión de humo
y de bombas lacrimógenas alrededor de la cruz, y la cruz estaba envuelta con
bombas lacrimógenas, y la gente que estaba cargando la cruz estaba cubierta
por el humo de las bombas lacrimógenas que empezó lentamente a cubrir la
multitud.
Yo me volví y Burroughs dijo: han bombardeado la cruz de Cristo.
Tomé la mano de Burroughs y tomé la mano de Terry Southern, y nos pusimos
de espaldas a la cruz que estaba cubierta con gas entre las luces
deslumbrantes, las luces de la policía que estaban brillando a través de las
bombas lacrimógenas en la cruz, y caminamos lentamente fuera del parque.

Slam Poetry
Por esa época, comenzaría una tendencia que en los ochentas alcanzaría su
clímax y que se pudo mantener hasta entrados los noventa, aunque con el inicio
del milenio empezaría a descender vertiginosamente y a convertirse en un vulgar
negocio. Se trata de recitales de poesía en los bares de la parte oeste de
Chicago que se denominaron luego, a medida que el evento empezaba a causar
controversia, Slam Poetry. Mucha de esta poesía era escrita y leída por poetas
que manejaban los autobuses de las escuelas, poetas con las uñas sucias,
poetas plomeros, poetas de ascendencia africana y latinoamericana que
trabajaban en las fábricas de Chicago y que de noche escribían con las botas puestas y sin quitarse los uniformes.
En los Slam Poetry una persona se subía a un escenario y empezaba a leer un
poema gesticulando mientras las meseras pasaban con bandejas de cerveza y el
humo de cigarrillo se alzaba de los ceniceros y el público que abarrotaba el bar
dejaba de beber o seguía bebiendo, pero asentía, siempre asentía y seguía el
ritmo de los versos taconeando con los zapatos como si se hallaran en estado de
hipnosis. Entonces esta persona se iba a sentar y subía otra y luego otra y así
hasta que daban las cinco de la mañana en que había que declarar el ganador a
través de aplausos y silbidos.
La máxima representante de los Slam Poetry es Patricia Smith que se ha
mantenido invicta y que si no me equivoco decidió retirarse y ahora se encuentra
viviendo en Boston. En un poema llamado Palabras escribió: Era divertido la
forma en que las palabras brotaban de mi boca sin parar. (5)

El Poeta Asesino
Ahora hablemos del poeta asesino. Hace dos meses apareció en las primeras
planas de los periódicos la noticia de un asesino que desde hacía años el FBI
venía rastreándole la pista y que se hallaba viviendo en Chicago con otra
identidad y como poeta. Se trata de Norman A. Porter que había adoptado el
pseudónimo de J.J. Jameson. La historia de Norman A. Porter alias J.J.
Jameson alias el poeta asesino recuerda un thriller de los cincuenta o de los
sesenta. A los 21 años Norman A. Porter decide asaltar una tienda. Antes de
marcharse con todo el dinero, aniquila al joven dependiente disparándole a
sangre fría en la cabeza. Al poco tiempo, la policía lo arresta. Mientras espera
juicio, logra escapar junto a otro convicto y en el intermedio asesinan a un oficial
de la policía. Nuevamente es atrapado y condenado por doble asesinato a
cadena perpetua, pero en 1975, el entonces gobernador de Massachussets,
Michael Dukakis, promulga una ley donde se le descarga de uno de los
asesinatos.

Durante los veintiséis años que dura en prisión, Norman A. Porter lee a poetas
como William Butler Yeats, escribe poesía, edita un periódico, estudia una
carrera universitaria por correspondencia y colabora con una estación de radio.
En 1985, al trasladarlo a una cárcel de mínima seguridad, Norman A. Porter
huye, aunque esta vez sin asesinar a nadie. Tiene una vida de fugitivo. Se muda
a Chicago donde empieza a relacionarse con los poetas de la ciudad y a formar
parte de eventos en contra de la guerra, la violencia y la injusticia. Incluso se
hace voluntario de una iglesia. Publica poemas en revistas y un volumen de
poemas titulado Lady Rutherfurd's Cauliflower. Se le conoce en el ambiente
literario por su reputación de poeta maldito, de grosero, de golpear las mesas de
los bares con el puño, desparramando de paso las cervezas y de vocear
indiscriminadamente durante los recitales de poesía ¡lee de una vez por todas el
maldito poema! Cuenta historias en las que era soldado durante la guerra de 
Vietnam, de las vidas que salvó y los bombardeos que detuvo. Vive en apartamentos
que no paga. Siempre anda sin dinero. Cuando la policía finalmente lo atrapa,
no pone ningún tipo de resistencia y tranquilamente dice fueron unos veinte años
 muy buenos.

Coda
La poesía siempre está en movimiento. La poesía se transforma, se autodestruye
y renace constantemente. Pudiéramos comparar los pésimos poemas a las
edificaciones que se derriban para construir nuevos edificios y los buenos
poemas a los edificios llamados a perdurar. Chicago trata de las Sears Towers
que es considerado el edificio más empinado del planeta y de los edificios
diseñados por Louis Sullivan y Frank Lloyd Wright, del lago Michigan (que
durante el invierno se congela y sus olas se quedan petrificadas dando la
sensación de que contemplas una postal), de Oprah Winfrey y de los vagones
del metro retumbando hacia Forest Park. Trata del jazz, de Al Capone, de John
Dillinger y de “Baby Face” Nelson. Pero también trata del poeta asesino
esposado y escoltado por dos policías. Trata de las preocupaciones de la
editora Harriet Monroe por cambiar el panorama literario de los Estados Unidos,
del poeta plomero que lee sus poemas de rodillas en un bar mal iluminado.
Trata de las descripciones industriales de los poemas de Carl Sandburg, de los
Hare Krishna que cantó Allen Ginsberg cuando asistió de testigo a la corte de
Chicago y de ahí a los versos que debe estar escribiendo una muchacha de
catorce años, en este mismo instante, encerrada en su habitación. Esto último te
lleva más alto que cualquier ascensor de cualquier edificio. Esto trasciende el
Apocalipsis. Esto es lo que queda cuando cae el último edificio y Chicago se
convierte en un recuerdo, en una parte de la mente, en un poema.

Notas bibliográficas
1. Carl Sandburg. Chicago poems. P, 6-7. New York, H. Holt and Company, 1916.
2. Poetry magazine: a gallery of voices: an exhibition from the Harriet Monroe Modern Poetry Collection,
the Joseph Regenstein Library, the University of Chicago, May-October 1980. P, 24. University of Chicago
Library, 1980.
3. Chicago trial testimony / Allen Ginsberg. P 20. San Francisco. City Lights, [1975]
4. Ibíd., P, 42 -43.
5. Patricia Smith. Big towns, Big talk. P, 52. Cambridge, Mass.: Zoland Books, 1992.

Frank Báez (Santo domingo, 1978) Editor Revista Ping Pong.