26/11/08

Elianne Defilló

1.
Infinidad de cadáveres
que rescatar.
El invierno llegará en breve,
y afuera,
todos tendidos
entre hojas secas.


2.
Llueve sangre.
Los he matado a todos.

3.
Soledad es sentir que
somos muros,
ausencia,
con derecho a
rutinas compartidas.

4.
La reflexión apresura
toda interrogación.
Perder las palabras,
volver al rumor
despechado
en el cerro silencioso
de las muertes.
El tiempo
desdicha silencio.
Allí, donde las margaritas
se pudren
y los tallos, al hambre.
Aquí, el fraude del alma.
Y el corazón devora,
arriesga la oscuridad
de los huesos,
y la podredumbre
de la carne.

5.
El cansancio:
esa cruz que
llevamos los
latinoamericanos.


6.
Me escribes prestado y,
prestadas son
tus palabras.
De prestado te leo y
entiendo:
el silencio de tus ojos,
y el olvido
que es tu cuerpo.
La luz, que es veneno,
y tu infierno.
Las sombras que te dudan.
Y disfrazas mi voz
en tu cabeza.
Y presencias,
en ausencia,
la sangre que hierve
y brota.
El dolor que supura,
que respiro de tu aire.

7.
Por lo que el paso va y
vuelve.
Por lo que se pierde.
Por lo que comenzamos
a vernos,
y nos hablamos.
Por ese clavel rojo
que llevas
en el pelo,
detrás de la oreja.

8.
Quisiera grabar su voz
y quedarme para siempre
con sus “ay no”
en clave de 2 años
y sus ojos grandes,
penetrantes y esquivos.
Y quedarme
con sus besitos
de boca mojada.

9.
Mirarte y
susurrar que soy tuya,
sabiendo que
no soy gran posesión.

10.
Mi corazón se estruja
por lágrimas.
El miedo se come el alma
con servilleta blanca,
y cubiertos de sangre.

11.
Te cortas el pie y
solloza tu piel
con la mirada.
Tu corazón se dibuja
perfecto
sobre tu pecho.
Tus ojos disparan sonrisas
y tu boca,
mantequilla derretida.

12.
Las noches son
mías.
De mi encierro en
4 ballades y
2 óperas.

13.
Mi vida se llena de
miradas.
Ojos que no
sienten,
corazón que no
ve.
Sin pensar los cuerpos,
ni pesar distancias.

14.
Oscura la mañana,
y la noche.
Suspendida,
con un aire que
huele a lágrimas,
extraña.
En un espacio que
ya no es suyo,
recoge pedazos de
flores blancas,
y marca pasos.
Y cubre su rostro
de hormigas,
las atrae con miel.
Y cierra los ojos,
y de ellos,
pedazos de carne.

15.
Leve distancia la del ansia.
Sintiendo, tumba.
Extrañando,
redime.
Y se postra húmeda,
superando al deseo y
desafiando la nada.
Nada, detenida en el
tiempo.

16.
Infierno,
entre los aconteceres
de la carne.
Creado en medio
de la fétida noche y
los rumores de la niebla.
La existencia,
condenada a sus huellas,
al descuido de
la independencia;
perpleja, ajena a las
decepciones consumadas
y el dolor contrariado.
Estupefacta,
naturalmente la carne,
se vuelve
hacia su propio infierno.

17.
Rostro:
hay poca vida
en este cuerpo.
Recuerda que
no hay tiempo,
tiempo.

18.
Esperanza,
sin opción a
compra
(y mis ojos
llenos de aire).

19.
He recibido correo de Eurípides Lagrange.
Dice que le va bien,
que lleva un tiempo sin hablar con
nadie,
y que,
por temas de
espacio,
le viene mal que vaya a verle.

20.
Abro las puertas
de la que ha
sido mi casa
toda la vida.
Hace frío y
en el foco de luz,
mi cuerpo.

21.
Monólogo:
sensación permanente
de no pertenecer
a nada.

22.
Despiertas y
cierro los ojos
para que no me
descubras despierta
y rompas a besarme
con ese aliento
putrefacto.

23.
En un arrebato,
sin pruebas,
rectifico.
No pasa nada,
y pasa todo.

24.
Obituarios: muero y
ya está escrito
en los archivos
policiales.

25.
La vida se encuentra
en el rincón de la
muerte.
llueve lágrimas
rojas,
saliva de silencio
y arde.

26.
En una ciudad
de fieles,
Puta es la diosa
de los huesos.
En este frío de
carne, la piel
es irrelevante.

27.
Miro,
porque no cobran.
Y me encuentro
en un par de
ojos prestados.

28.
¿Habré dejado de
existir?
¿Existiré a través
del tiempo?
Un tiempo que invente
yo, un tiempo que
me invente;
con la idea
distorsionada de
un amor entre
cuadras, en las
que se pierde mi
recuerdo de mi,
y la culpa de todo.

29.
Y ahora,
compartimos la
vorágine del silencio,
y el disgusto
de habernos visto
los cuerpos.

30.
Inexistente,
transgrediéndome
en un lugar que
huele a humedad y
a quise tanto
y quiero.
Ridículamente,
sucumbiendo
las respuestas
de mi propia
esencia.
Lágrimas nefastas
de mi existencia.
Y dejé un halo
sin sentido,
estúpida razón
que evidencia un
cuerpo.

31.
Vivo sola,
y mi familia,
lejos de aquí.
Aquí, es una ciudad
llena de historias
en duermevela,
de pasos que
discurren en
tiempos exactos y
dispersos,
de miradas ajenas y,
supervivencia.
Aquí no hay mar,
y llueve poco;
y cuando llueve,
llueve piedras.
Aquí,
se respira
frío.
En tierra de nadie,
el frío es más tuyo
que de nadie.

32.
La furia se
ducha de pelos
en aquella
esquina llena de
grasa y muslos
de pollo.

33.
Atravesamos espacios y
desaparecemos.

34.
La distancia alimenta
el soñar con un
reencuentro posible,
más próximo de lo
esperado.
Anhelar puede
llegar a ser
obsesivo.

35.
Zapatos negros y,
tengo los pies
quemados.
Zapatos rojos y,
me acaba de bajar
la menstruación.

36.
Veo con recelo
la manera
en que toma
el control.
Me molesta
lo imprescindible de
su llegada.
Para el que piensa,
sentir es
negarse la razón.

37.
Registros,
de palabras, sentimientos,
pensamientos.
Registros de agua,
de vientos que
soplan
como lluvia.
Registro números,
habitaciones,
olores.
Razones para
hacerme fantasma,
para ser vértigo
en el tiempo.

38.
Cae, sobre mi
mirada silente,
atraviesa muros
de párpados,
húmedos,
y cielos.
Cae, en estos
brazos de
yeso.
pétalos de carne
para aliviar
tormentos.


Elianne Defilló. (Santo Domingo, 1980.) Realizó estudios de postgrado sobre creación literaria en la Escuela Contemporánea de Humanidades (ECH) en Madrid. Ha participado en talleres de poesía en Fuentetaja, Madrid.