25/11/08

Gustavo Alatorre

*
Un dolor escribo
Pero no lo escuchas,
Un dolor insomne, cansado,
Largamente triste por la lluvia,
Largamente triste
Por la lluvia.

Un dolor lagarto, sin párpado,
Hambriento de nostalgia y de ceniza,
Sediento de nostalgia
Y de ceniza.

Como un camino de amapolas abre el cielo,
Como un camino de amapolas
Cierra el cielo;
Afuera un ángel llueve,
Afuera un ángel ladra,
Afuera un ángel muerde y ladra
Mi silenciosa lluvia,
Mi personal infierno.

Un dolor escribo pero no lo escuchas,
amada,
Un dolor pesado,
L a r g a m e n t e
Pesado;
Como un camino de amapolas abre el cielo.
Como un camino de amapolas
Cierra el cielo.


*
Uno se pudre, amada,
Uno puede cortarse los muñones
Mientras se apesta
Angelicalmente,
Llagarse de locura uno se puede.
Escupir sobre la frente de las flores y las moscas
Esta gracia -¡esta sencilla gracia, señores!-
Podrir o derrumbarse...

Uno se puede, amada,
Sobre la silla, el escritorio, la gramática;
Entre los labios de otra dama- incluso,
Uno se va apestando mansamente.

Entonces tu sol y el ángel,
Este barro y la caída
Se tornan como oro lechoso, agrio,
Donde alguien secreta,
Sencillamente,
Con la mano dorada de su exilio
Dicta mi desgracia.

UNO
Non quizo facer mi castellana
Otro asunto que no sea el de volar
De un cuerpo a otro
Y decir que el mío amor
Le viene absurdo
A tal dilema.

No quiso mi Soberbia,
Mi castilla de piernas andantes y voladoras,
Dadora de ansias mi mujer,
Tener una calavera que rogara con el verso
A su viento, a su manera tan frágil de tumbar la muerte
Y enamorar a tontos
Beatos y cínicos
Poetas.

No quiso, y no dejó,
Por herencia,
Una ciudad que se lumbrara
En las entrañas amorosas,
Un caballero de lirio cortado horrorizado por el amor,
No quiso, mi mujer.

Dejémosla entonces, videntes,
Dejémosla, pues, volar
Entre la altura de sus ojos,
Sobre el otero
De esta cama.

CUATRO
Mía serías, Romana,
Si dejaras el tuyo viento de grandeza
Bajo las piernas altas.

Y más cínica te me volvieras y ligera
En el acto sacro de morderte los labios
Cuando caemos a tu espalda
Los que versamos el paso de tu mundo
Por los vientos.
Y cómo me vendría bueno ese tu arreglo
De saberte hermosa
Cuando los años cantan,
Y los oteros son gusanos de tu vuelo.
Cómo no caer bajo tus labios,
Cómo no desear morir en luto
Con la guirnalda
Del tuyo beso, del
Tuyo aliento que me aprisiona
Cuando te marchas.


“Mas luego mis hormigas me negarán su abrazo...”
R. LÓPEZ VELARDE

Gustavo Alatorre. (México, Distrito Federal,1979.) Es poeta y estudió la carrera de Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Obtuvo el primer lugar en el concurso Décima Muerte, en el año 2005, convocado por la UNAM. La editorial Nautilium publicó su poemario Navajas en el año 2002 y su último poemario Guardar el infierno será publicado próximamente. Los poemas anteriores son extraídos de dicho libro.