26/11/08

José Cabrera Alva

DESDE LOS ESCOMBROS

Eran días de penumbra
los dioses amontonaban basura en nuestros techos
y las mujeres
usaban oscuros cinturones para evitar el coito
Eran los tiempos del dulce fuego
la edad anciana del desierto
se erguía como un espigado madero
y de los escombros sagrados del amanecer
un vagabundo perseguido por escupitajos
traía a nuestros cuerpos
las noticias de la tribu

El crujido de la Historia
era algo más que un bello peplo
una moneda lanzada
a la noche y los perros
como si los llagados labios del silencio
pudieran contarnos
la cosmogonía enfermiza de los recién nacidos
esperaban el cieno

¡Ah pálido animal el tiempo y sus entrañas!
de entre las piernas huesudas de los ríos
una garza sin ojos
nos sobrevolaba el cuello
en nombre de la luna
y de este territorio
cantábamos como búho
entre cansadas piedras

En nombre del delirio
caminamos en la arena
y fue nuestra palabra
un lívido espejismo
extendiéndose en el cielo
como una inmensa nube
en estos ciegos días
de dulce y vano fuego

TIERRA SANTA

I
Hubo un tiempo sagrado
un cielo una tierra
acaso había luz
y dioses sin arrogancia
las palabras eran las cosas
y el movimiento de los animales también era palabra
líquido astro
lenguaje fluyendo en el espacio
de su propia transparencia


II
No era el Edén quizá
ni nada que se le parezca
pero había voces que parecían venados
y venados que pastaban en los ojos del firmamento
y también el hombre
admiraba al mar a las nubes
que se desplazaban sobre su cabeza


III
Un pájaro
levitando
entre hojas azules
podía ser una imagen
lejana de la comarca
agua
primordial recibida por labios
abiertos al nombrarte
y amados al cerrarse
tu lengua y tus pisadas
despojadas de atavíos
y tú también
(lo dijeron)
coronada de nubes
alumbrando a la especie


IV
Nuestra tribu era siempre
algo más que una oveja
un cántaro
vertido
en la piel del planeta
las piernas se unían
y los brazos
no eran rebaño
sino paraje santo
himen cubierto desde antiguo
por verdades primeras


V
Y es así que fueron ciclos
reencarnaciones cielos
y murmullos / metamorfosis
habitando tu aldea
imágenes conservadas
por siglos esenciales
entre el muslo y la lengua


VI
Pero el cuerpo se hirió
hubo fuego hubo ira
que quebró el universo
despedazó manzanas
engendró a la guerra
loba de huesos
y punzones ensangrentados
que parió monstruos
de mil ojos
mil brazos
cien flores envenenadas
caballos de tres cabezas
y verdades bicéfalas


VII
Y sin embargo hubo
caudas / cielos / umbrales luminosos
que permanecieron
en el interior de nosotros
y que vuelven al mundo
cuando este se erotiza
y regresa la magia
y el cuerpo se hace cuerpo
y todas sus metáforas


José Cabrera Alva (Lima, Perú, 1971). Es director de la revista de literatura Ajos; Zafiros. Ha publicado los poemarios El libro de los lugares vacíos (Dedo crítico, 1999), Canciones antiguas (Editorial San Marcos, 2004), Ombligo de ángel (Pájaro de Fuego, 2007) y obtenido el Segundo Premio Adobe de Poesía con el conjunto de poemas Música para una donna. Asimismo, ha sido finalista en el Premio Copé de Poesía 2003 con El libro del mal amor. Poemas suyos han sido publicados en revistas especializadas, como Dedo críticoMore ferarumEl HabladorEl malhechor exhausto, Ajos; Zafiros, y diarios del medio. Ha traducido, además, a diversos poetas en lengua francesa y realizado estudios de Artes Plásticas en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en el Centro Cultural de la Universidad Nacional Federico Villarreal.