30/9/11

David Meza (Presencias reales: la poesía mexicana actual)



Revista Ping Pong: ¿Cuál fue tu primer contacto con la publicación: recitales, revistas, premios…?
David Meza - Internet. Aunque también comencé leyendo para mis amigos.
Revista Ping Pong: ¿Cuál es la imagen que piensas que se proyecta de la actual poesía en Hispanoamérica? ¿Consideras que se atiene a la realidad de la actual creación? 
David Meza -Algo como poesía tercermundista. Algo interesante, pero que ya se ha hecho en otros lados. La realidad, es otra cosa. Hay mucho desconocimiento.


Revista Ping Pong: ¿En estos momentos conoces o tienes referencias de la poesía dominicana y/o caribeña? 
David Meza - He leído un poco de Dionisio de  Jesús, Víctor Bidó, Manuel del Cabral, y me gustaría conocer más.

Revista Ping Pong: ¿Consideras que hay algún blog interesante y con repercusión y/o trascendencia en el tejido poético mexicano?
David Meza -Sí, yo diría que son varios. Sin emgargo, el que logró convocar más voces y crear más vínculos fraternales con los demás fue la Red de los Poetas Salvajes.
Revista Ping Pong: ¿Cuál es la relación que mantienes con Octavio Paz? ¿Sigue siendo el gran enemigo como se lee en los Detectives Salvajes de Bolaño?
David Meza -Octavio Paz es un poeta maravilloso. Nunca me ha hecho nada,  lo más que puedo expresar es la tremenda admiración que le tengo.
Revista Ping Pong: ¿Qué relación mantienes con el resto de la poesía hispanoamericana? 
David Meza -Con la pasada, de aprendizaje; con la presente, de admiración; con la futura… bueno, todo lo que hago es para ellos.
Revista Ping Pong: ¿Y con la poesía en otras lenguas? 
David Meza -Yo no hablo muchas lenguas, así que tengo que leer muchas traducciones. Eso no me gusta, prefiero leer en español. Pero bueno, me encanta lo que se hace en Brasil, en Portugal, en Inglaterra, en Alemania y en Estados Unidos.
Revista Ping Pong: ¿Cuáles opinas que son los referentes literarios a los que miras en tu poética? 
David Meza -A Leopoldo María Panero, a Luis Rosales, a Vicente Huidobro. Y si no son mis referentes literarios, al menos sí son mis poetas favoritos.
Revista Ping Pong: ¿Qué consejo le darías al lector dominicano para acceder a buena poesía?
David Meza -Yo no sé cuál es la buena poesía, pero me supongo que es la que está viva, aquella que te da mordiscos cuando te le acercas. Y en ese caso…depende de cada quien.
Poemas de David Meza 

Rebeca (o En la boca de la simetría)

Mi vida. Mi vida no. Mi vida nunca. Mi vida nunca fue un pájaro sangrando estambre por las alas. Mi vida nunca llevó en el cráneo una corona de astillas. Mi vida nunca fue. Mi vida no fue ni será mañana una mariposa apresada en las trenzas de una chica. Mi vida no fue ni tampoco es hoy un viejo corazón de madera. Nací el 24 de junio de un año que se rehusó a ser éste. Mi padre estaba borracho de níquel y envuelto en aluminio. Mi madre me dio el nombre de Rebeca, y me talló los ojos con arena. Mi madre me dio el nombre de Rebeca, y me talló los ojos con arena. Tengo miedo. El miedo usa una corona de estrellas. Hace 3 días soñé que mi padre me golpeaba. Hace 2 días soñé que mi madre me cosía la boca. No me reconozco. Miro el espejo y encuentro a un ángel deshojando el mundo. Tengo el terrible deseo de gritar mi nombre. Tengo el abecedario tatuado en los tobillos. Nací el 24 de junio de mil novecientos violeta. Nací en una pradera de tuercas y filósofos llorando rocas y esquirlas y teorías astrogramaticales encima de una rosa. Mi vida nunca fue un pájaro con las entrañas llenas de estambre parado en la estructura ósea de una estrella. No tengo recuerdos de mi casa. Pienso que soy un caballo con la mandíbula rota. Pienso que soy una niña que lleva por grillete las estrellas del mundo. Pienso que he venido renaciendo los últimos 24 años, y que he transformado mi horario escolar en una placenta de pétalos. Pienso que mi vida es un pajarito con el corazón de estambre y una corona de huesos. Pero no es así. Mi vida no es un pájaro de estambre, ni violeta, ni rojo, ni verde, ni pluma, ni cieno, ni triste, ni roca, ni azulmente roca, ni estambremente roca. Mi vida es una nota al pie de mi obra. Y mi obra es un libro de geografía  que se ha convertido en mariposa. Y mi mariposa lleva polen y ríos  sobre las alas. Nací el 24 de junio de ningún año. Soy una mujer con 500 golondrinas dentro. No tengo recuerdos de mi pueblo. Me estoy soñando. No tengo recuerdos de mi infancia. Me estoy soñando. Mi vida nunca fue. He descubierto que la poesía es un cuadro que se pinta sin usar pinceles, una danza que se baila sin usar el cuerpo, un beso que se da sin usar los labios. He descubierto que la poesía es un juego en el cual está prohibido seguir las reglas; que es entender que tenemos el pecho lleno de musgo, de nieve, de agua, de tierra y de semillas que florecen como soles; que la poesía es una parvada de golondrinas despedazándote el cuerpo de adentro hacia fuera; que la poesía es platicar con las palomas en el techo de las catedrales. He descubierto, que quizá, incluso, la poesía es. Nací el 24 de junio de mil novecientos madera y tres. Mi madre se rompió los dientes en el parto. Fui arrojada a una cuna de paja. Tenía las uñas de los pies azules y enrolladas como pergamino. Mi padre estuvo orgulloso de mi sexo, hasta que descubrió que mi sexo era una constelación de girasoles. Esta mañana he decidido escribir, no poesía, no tratados, no alfileres, no escritorios, no mi vida o una novela, sólo escribir. Sólo tallarme los ojos con la pluma, para ver al mundo lleno de rayones,  y una de mis lágrimas sea tinta. 


Luis (o El principio de la singularidad)
No poder escribir. No poder respirar. No poder sentir esos caballos que te salen del cuerpo. No poder tirarse a la orilla de un río. No poder beber de la tinta de los sueños. No poder dibujar la estructura de un potro. No poder reescribir la reescritura de un niño muerto en el centro de una pirámide. No poder abrirse el cuerpo con un cuchillo y ver que dentro hay un yo más viejo y dentro del yo más viejo hay un yo muerto con una espada entre las manos. Tomar la espada multicolor y entender que la poesía es un asunto de vida o muerte. No podemos hacerles caso a los ángeles fotografiados del periódico. No se puede hablar de una exigencia estética de contexto, sino de una necesidad estética de contexto. Déjenos la escritura, sus soles negros, sus soles rojos, sus soles verdes, sus soles de aluminio a nosotros, los que de verdad necesitamos de ella. Y no nos digan qué hacer. Tratar de darle forma de soneto a un poema que se escribe entre los empujones del metro es imposible. Tratar de darle forma de lo que ustedes quieran es imposible*. Uno llega muy cansado como para contar los versos, los adjetivos, las sílabas; o seguir a pie de cañón las instrucciones de Baudelaire. Este es un nuevo siglo. La poesía ya no es un lujo más de los poderosos-eruditos, la poesía es una necesidad, es un grito, es un atentado con sueños, con lápices y esa sangre que se queda pegada a la ropa. Este es un nuevo siglo, y el No poder se nos muestra como un acto del pasado. Este es un nuevo siglo. En todo caso No al poder. No al poder que te da vender los sueños en un tianguis literario. No al poder que te da arrancarte las uñas y agachar la cabeza. No al poder que te dan por escribir con un diccionario en las piernas. No al poder que te da diseccionar un poema que murió hace 400 años. No al poder que se otorga a los que renunciaron al vandalismo de los arco iris. No al poder de los que leen libros como sumando puntos. No al poder de los que envejecieron a los 20 años y empezaron a llorar pintura. No al poder de los poetas para los que la vida y la obra son una cosa distinta. No a los que sustituyeron la palabra disección por la palabra vivisección de un texto. Estamos cansados. Los poderosos nos han quitado todo. Fedro dijo “Nunca es fiel la asociación con los pudientes”, así, en español, porque Fedro no es un autor latino, sino un autor mexicano que gana tres veces el salario mínimo y contempla el vuelo de las aves. Y así, también entonces, le digo que este es un nuevo siglo, y no estamos en tiempos de cambiar el mundo, sino de crear de nuevo el mundo, y he ahí la belleza de la palabra recreo; este es un nuevo siglo, y en nuestros labios aún está la narración del mundo. 

Leonel (o En la orilla del sueño)
El mar es el poema más antiguo de los hombres. Cada ola es una letra, o una palabra, o una mano girando como una rueda de cartón hacia la arena. Cada roca es una estrella petrificada ante la noche. Uno puede pararse frente a él con los pies desnudos, sentir toda la brisa de sus dedos de agua en el cabello y dejarse llevar como una balsa mar adentro. Sus movimientos llevan el nacimiento y el desnacimiento de la vida. Flores, arrecifes, olas, arena; la playa es la patria primigenia de los hombres. Un faro erguidísimo, sin miedo ante la niebla. Por ello todas las noches sueño con trenes que van al mar. Cada una de sus olas tiene nombre, son criaturas paganas y esbeltas. Se recomienda no dormir cerca de la playa, porque ellas tienen el poder de llevarse los sueños a otras costas. Qué decir de su barcos viejos en la orilla, o de su tripulación ahogada en la mitad del tiempo. El sol se levanta con la cara mojada de las ondas y escucha en ellas el primer canto de las aves. Ya los cangrejillos se despiertan, con todo su exoesqueleto terrenal y divino, con los primeros rayos del día que escarban la arena. Ya las gaviotas trazan su geometría lindísima sobre las cabezas de los riscos. Y es por eso que en las mañanas me levanto, si bien no como un muchacho en un tren con dirección al mar, sí como un muchacho con el mar entre los labios, sí como un muchacho con las olas agitándole las ropas y el cabello. Toda la energía primigenia de la vida está en sus olas, en sus volúmenes extraordinarios, en su sonrisa que es la espuma mágica entre las manos de los niños, en sus criaturas mitológicas que se asoman como bocanadas de aire, en sus dados invertidos que es la sal sobre la lengua. Helo ahí, hermanos, el poema más impresionante de los hombres, la luz primera del relámpago en los ojos, la energía primigenia que hace girar los astros todavía, y el eco de su trueno mordiéndonos la nuca. Helo ahí, hermanos, en confabulación eterna con la luna, rigiendo los destinos de los hombres con la arcilla elemental, volcándose sobre sí mismo, girando como los peces, burlándose de nuestros versos y de nuestras líneas en las manos. Helo ahí, hermanos, con estrellas de mar bajo su vientre, y estrellas de cielo en el cabello. Nada hay distinto entre nosotros, somos agua y al agua volveremos. Nada hay distinto entre nosotros, somos agua y al agua volveremos.

David Meza (Ciudad de México, 1990) Escribe un libro llamado El sueño de Visnu. Cree en la poesía con todos sus huesos, con todos sus músculos. Le gusta la magia, la relectura y ACDC. Perteneció a la Red de los poetas salvajes.