25/8/16

Cuatro poemas de Yusef Komunyakaa

Foto de Yusef Komunyakaa por Nancy Crampton


Fortaleza

Empiezo ahora con estas dos manos
puestas ante mí como una bendición y  un arma,

mirlos en vuelo feroz e instrumentos
de contacto y consuelo. Esta señal significa

para, y ésta significa, naturalmente, acércate,
amigo. Dibujo un círculo en la arcilla roja

alrededor de mis pies, donde ningún espíritu impuro
se atreva  a encontrarme. En este ángulo las manos

sobre la cabeza de un niño son un techo sobre un santuario.
Soy un novato en mi fortaleza en el bosque

con  el ojo derecho pegado a un nudo de la madera.
Puedo ver un zumbido en el árbol de caqui,

su maduro desapego -una crucecita  blanca
en cada semilla. La comba de fuego de la niña

golpea el suelo. Veo la puerta trasera
de esa casa cerrarse con un lento crujido

donde un hombre borracho y enojado tropieza
a través del umbral todos los viernes.

Veo el perdón, insoportable crepúsculo,
y estas dos manotas saben demasiado

sobre los clavos y el martillo, el tablón y el cielo inquieto.
La piedra labrada y el mortero son de otro mundo,

y a veces viene primero un portón alto.
Entonces enormes barriles de madera con granos,

harina, carne salada, y cal viva ante
veintiocho ballestas sobre cuatro torres.


Caffe Reggio

Chocan sus copas de Merlot y bromean
En un meta lenguaje de amigos
Sobre el principio del otoño en un gulag
De aguadas solitarias. Entonces uno dice,
Iván el Terrible era un vampiro adolescente
Que se enamoró del arte y de los adivinos,
Y otro dice, si tan solo hubiese tomado
Una góndola a través de los canales de Venecia
Una o dos veces, se habría podido civilizar
al loco soñador de los Balcanes.
Entonces uno dice algo de que
El sentimentalismo es la muerte
De la imaginación, la metáfora y el juego previo.
Son una pequeña república de ideas,
Tres buenos amigos, y casi una sola mente
Cuando levantan la vista para recibir
A una mujer que viene del cegador
Desastre diario de la calle.
Encuentra una mesa junto a la ventana de la esquina,
Ordena un tazón de fruta y un cappuccino,
Abre una copia de Watermark, presiona
Las paginas, rompiendo el lomo.
Los tres sentados, sonreímos,
Y Derek dice, me pregunto si sabe
Que Joseph todavía recoge su correo aquí.

El día que vi a Barack Obama leyendo  La poesía reunida de Derek Walcott   

¿Estaba buscando que la luz de Santa Lucía
tocara su cara esos primeros días
oficiales de noviembre en que la nieve y el aguanieve
caen sobre la pose de granito de Lincoln?

Si estuviera buscando las líneas de propiedad
dibujadas en la sangre, o una pizca
de entereza para cruzar una frontera,
tal vez pueda encontrar pistas en el sabor del buen pan.

Lo vi allí detenido, los ojos entrecerrados
bajo la luz torcida, la bruma de Wall Street
tocaba las nubes de doble conciencia,
un ojo grabado en una imagen tomada de Egipto.

Si está buscando consejos sobre baloncesto,
cómo saltar y proteger el aro,
puede que deduzca algunas teorías sobre la guerra
pero no están en El reino del caimito.

Si quiere finalmente dominarse a sí mismo,
buscando pistas para gobernar gaviotas
en el aire salado, encontrará esbirros ocupados con cerraduras
y cadenas en la calma nocturna de una goleta fantasma.

Está leyendo a alguien que no habla
de la leche y la miel, sino de mirar hacia adelante
más allá de estatuas de sal levantadas en un sueño
donde gruesos bulbos abren la tierra.

La columna vertebral del manifiesto se rompió,
chorreando escrituras, testamentos y canciones.
La justicia se puso en la piel de la misericordia,
Y la duda fue vendada y puesta a dormir.

Ahora, parece como si él quisiera comer palabras,
su sabor dulce y embriagador. Hojas de plátano
y animales, al ser y al no ser. De hecho,
sediento de sabiduría, clava los dientes en la memoria.

El Presidente de los Estados Unidos de América
pasa las páginas lentamente, va de ensueño
a ensueño, aprendiendo por qué uno envidia al pulpo
por su tinta, la forma en que la piel de un hombre
se convierte en la última página.


Ghazal, después de Ferguson 
 
Alguien vaya y dígale a Biggie que predique
lo que está pasando en la calle.

No, tener actitud no es una nota de suicidio
escrita en las paredes alrededor de la calle.

Twitter marcha en el lóbulo frontal
mientras esperamos por una brecha más allá de la calle,

pero sólo el día es testigo
en la caja de resonancia de la calle.

El trueno de Grandmaster Flash dice
que él no es el gran jurado de la calle,

Dice que no le importa si eres grande o pequeño
el miedo puede matar a un hombre en la calle.

Tomemos la noche. Llevemos las
cámaras y micrófonos de Killjoy a la calle.

Si estás sosteniendo la mano golpeada por el rayo
Te vas a encender a millas de la calle

donde una subida de tensión de la silla eléctrica atenúa
todas las luces del condado más allá de la calle.

¿Quién va a salir a hablar de las leyes
del movimiento y la relatividad en la calle?

Yusef, esta mañana demuestra que un cuervo
es el único suero de la verdad en la calle.

Yusef Komunyakaa  (Lousiana, Estados Unidos, 1947)  Es el autor de I Apologize for the Eyes in My HeadDien Cai Dau (que ganó el premio Pulitzer),  Neon Vernacular: New and Selected Poemsy,  Testimony: A Tribute to Charlie Parker, entre otros. Su último poemario es The Emperor of Water Clocks, de donde hemos seleccionado estos cuatro poemas.  

(Traducción realizada por Giselle Rodríguez Cid)


The Emperor of Water Clocks: Poems by Yusef Komunyakaa,
Farrar, Straus and Giroux (October 6, 2015)