21/12/07

Once poemas de Billy Collins



Sin tiempo

Con prisa esta mañana
Toqué la bocina mientras
Avanzaba junto al cementerio
Donde están enterrados mis padres
Uno junto al otro
Bajo una  delgada losa de granito.
Luego, me paso el día pensando en él
Levantándose y dándome esa mirada
De reproche,
Mientras mi madre, calmada,
Le dice que vuelva a recostarse.




Introducción a la Poesía


Les pido que tomen un poema
Y lo sostengan a contra luz Como una diapositiva

O que presionen su oreja contra su colmena.

Les digo que dejen caer un ratón dentro de un poema
Y obsérvenlo buscar la salida,

O caminen dentro de la habitación del poema
Acariciando las paredes con la mano en busca del interruptor.

Quiero que esquíen
Sobre la superficie del poema
Saludando al nombre del poeta en la orilla.

Pero todo lo que quieren hacer
Es amarrar al poema a una silla
Y torturarlo hasta que confiese.

Empiezan a golpearlo con una manguera
Para descubrir lo que realmente significa.



Preguntas sobre los Ángeles

De todas las preguntas que se te pueden ocurrir
Sobre los ángeles, la única que siempre escuchas
Es la de cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler.

No hay ninguna curiosidad sobre cómo pasan el tiempo eterno
Aparte de dándole vueltas al Trono cantando en Latín
O entregando un mendrugo de pan a un ermitaño en la tierra
O guiando a un niño y a una niña a través de un destartalado puente de madera.

¿Vuelan atravesando el cuerpo de Dios y salen cantando?
¿Se mecen como niños en el borde del mundo espiritual
Repitiendo sus nombres al revés y al derecho?
¿Se sientan solos en los jardines y cambian de color?

¿Qué hay de sus hábitos de sueño, de la tela de sus túnicas, de su dieta de luz divina sin filtrar?
 ¿Qué pasa dentro de sus cabezas luminosas?
¿Hay una pared por la que sus altas presencias miran y ven el infierno?

¿Si un ángel se cae de una nube, dejaría un hoyo
 En un río y el hoyo flotaría sin fin
Lleno de las silenciosas letras de cada palabra angelical?
¿Si un ángel entregara el correo, llegaría
En un batir cegador de alas o sencillamente asumiría
La apariencia de un cartero cualquiera
Y vendría silbando por la marquesina mientras lee las postales?

No, los teólogos medievales controlan la cancha.
La única pregunta que siempre escuchas
Es sobre la pequeña pista de baile en la cabeza de un alfiler
Donde sus halos están supuestos a converger y flotar invisiblemente.

Esta diseñada para hacernos pensar en millones,
Billones, hacernos quedar sin números y caer
En infinitos,
pero quizás la respuesta es simplemente una:
Un ángel femenino bailando solo sobre sus pies,
Un pequeño grupo de jazz tocando al fondo.

Se mece como una rama en la brisa, sus bellos ojos cerrados,
Y el alto y delgado bajista mira su reloj porque ha estado bailando

Desde siempre, y ya es muy tarde, incluso para un músico.



Olvido

El nombre del autor es lo primero que se va
Seguido obedientemente por el titulo, la trama,
La desgarradora conclusión, la novela completa
Que de repente se convierte en una que no has leído,
Ni siquiera escuchado,
Como si, uno a uno, todos los recuerdos que atesoras
 Decidieran retirarse al hemisferio derecho del cerebro,
A una pequeña aldea pesquera donde no hay teléfonos.

Hace tiempo dijiste adiós a los nombres de las nueve Musas
Y viste a la ecuación cuadrática empacar sus maletas,
Incluso ahora mientras memorizas los nombres de los planetas,
Algo más se te escapa, el nombre de la flor estatal, quizás,
 La dirección de un tío, la capital de Paraguay.

Lo que sea que luchas por recordar
No lo tienes en la punta de la lengua,
Ni siquiera se esconde en una oscura esquina de tu Bazo.
Se aleja flotando en un oscuro río mitológico
Cuyo nombre empieza con L, si mal no recuerdas,
Camino a la perdición en donde te unirás a aquellos
Que han incluso olvidado como nadar o como montar en bicicleta.

No es de extrañar que te levantes en mitad de la noche
A buscar la fecha de una famosa batalla en un libro sobre la guerra.
No es de extrañar que la luna en la ventana
Parece haber salido de un poema de amor
Que solías saberte de memoria.



Los Muertos

Los muertos siempre nos están mirando, dicen,
Mientras nos ponemos los zapatos o preparamos un sándwich,
Ellos miran hacia abajo a través del fondo de cristal de los botes
Del cielo

Mientras reman lentamente en la eternidad,
Miran nuestras cabezas moviéndose abajo en la tierra,
Y cuando nos acostamos en un campo o en un sillón,
Drogados quizás por el murmullo de un tibio atardecer,
Piensan que los miramos a ellos,

Entonces levantan sus remos y se quedan callados
Esperando, como padres, que cerremos los ojos.



Picando Perejil mientras escucho la versión de Art Blakey de Tres Ratones Ciegos

Y me pregunto cómo es que se volvieron ciegos.
Si es congénito, podrían ser hermanos y hermana,
Y pienso en la pobre madre
Rumiando sobre sus trillizos no videntes.

O fue un accidente común, los tres atrapados
En una explosión cegadora, ¿fuegos artificiales quizás?
Si no,
Si cada cual llego a su ceguera individualmente,

¿Cómo llegaron a encontrarse?
¿No sería difícil para un ratón ciego
Localizar a otro ratón vidente
 Y más aún a otros dos ciegos?
¿Y cómo, en su pequeña oscuridad,
Pudieron correr tras la esposa de un granjero
O la esposa de cualquiera en todo caso?
Sin siquiera mencionar el por qué.

Sólo para que ella pudiera cortarles la cola
Con un cuchillo de pelar, es la respuesta del cínico,
Pero pensar en ellos sin ojos
Y ahora sin colas que arrastrar por la hierba húmeda

O deslizar por la esquina de un zócalo
Tiene al cínico que siempre descansa en mí
Fuera de su sillón y ante la ventana
Tratando de ocultar la ternura que siente.

Ahora estoy cortando una cebolla
Lo que explica el picor húmedo
En mis ojos, a pesar de la trompeta
Triste de Freddie Hubbard en Blue Moon,

Que es casualmente el siguiente corte,
Y no se puede decir que eso mejore las cosas.



Letanía

Eres el pan y el cuchillo,
 El cáliz de cristal y el vino…
 -Jacques Crickillon

Tú eres el pan y el cuchillo,
El cáliz de cristal y el vino.
Eres el rocío en la hierba de la mañana
Y la ardiente rueda del sol.
Eres el blanco delantal del
 panadero,
Y los pájaros del pantano en repentino vuelo.

Sin embargo, no eres el viento en el huerto,
Ni los ciruelos sobre el mostrador,
Ni la casa de naipes.
Y definitivamente no eres el aire perfumado de pino.
De ninguna manera eres el aire perfumado de pino.

Es posible que seas el pez bajo el puente,
Quizás hasta la paloma en la cabeza del general,
Pero no estas ni cerca
De ser el maizal al atardecer.

Y una mirada rápida al espejo mostrará
Que no eres ni las botas en la esquina
Ni el bote durmiendo en su caseta.
Te podría interesar saber,
Hablando de la riqueza de imágenes del mundo,
Que yo soy el sonido de la lluvia en el tejado.

También soy la estrella fugaz,
El periódico de la tarde arrastrándose por un callejón
Y la canasta de castañas sobre la mesa de la cocina.
También soy la luna entre los árboles
Y la taza de té de la mujer ciega.
Pero no te preocupes, no soy el pan y el cuchillo.
Tú sigues siendo el pan y el cuchillo.
Siempre serás el pan y el cuchillo,
Sin mencionar el cáliz de cristal
y –de alguna manera- el vino.



Locos

Dicen que puedes joder un poema
Si hablas de él antes de terminarlo.
Si lo dejas ir demasiado temprano, advierten,
Tu poema saldrá volando,

Y esta vez tienen toda la razón.
Piensa en la noche en que te comenté
Que quería escribir sobre los locos,
Como tan alegremente los llaman los diarios,
Que atacan obras de arte, no en críticas,
Si no con cuchillos de pan y martillos
En los silenciosos museos de Praga y Ámsterdam.

De hecho, ellos son los verdaderos artistas,
Dijiste, moviendo el hielo en tu vaso.
El destornillador es su pincel.
Los verdaderos vándalos son los restauradores,
Continuaste, lentamente poniéndome patas arriba,
 Esos con sus batas blancas
Que cierran la herida en el paisaje,
Arruinando así el verdadero arte de los locos.

Miré cómo mi poema volaba hasta el frente
 Del bar y rondaba ahí
Hasta que el próximo cliente entró—
Entonces lo miré salir por la puerta hacia la noche
Y navegar, solitario, podía imaginarme,
Sobre los oscuros tejados de la ciudad.

Todo lo que quería decir
Es que el arte es también corto,
Como puede enseñarnos una navaja con un corte o dos,
Que sólo parece largo comparado con la vida,
Pero esa noche, manejé solo
Sin nada meciéndose en la jaula de mi corazón
Excepto la pequeña esperanza de que quizás
Podría darle un rápido vistazo
En el abanico de mis luces delanteras,
Subido en un letrero de la ruta o en un poste de luz,
Pobre pájaro no escrito, sus alas dobladas,

Mirándome fijamente con sus pequeños ojos iluminados.



Cumplir Diez Años

La sola idea de ello me hace sentir
Como si me estuviese empezando algo,
Algo peor que cualquier dolor de estomago
O los dolores de cabeza que me dan por leer con mala iluminación—
Una especie de sarampión del espíritu,
Paperas de la psiquis,
 Una desfigurante viruela del alma.

Me dices que es muy temprano para mirar atrás,
Pero eso es porque has olvidado
La perfecta simplicidad de tener un año
Y la bella complejidad que es tener dos.
Pero puedo recostarme en mi cama y recordar cada digito.
A los cuatro era un mago Árabe.
Podía volverme invisible
Bebiéndome un vaso de leche de una cierta manera.
A los siete era un soldado, a los nueve, un príncipe.

Pero ahora estoy casi siempre en la ventana
Mirando la luz del atardecer.
 Antes no caía de forma tan solemne
Sobre el costado de mi casita en el árbol,
 Y mi bicicleta nunca se recostó contra el garaje
Como lo hace hoy,
Toda su velocidad azul se le escurrió.

Este es el principio de la tristeza, me digo a mi mismo,
Mientras camino por el universo con mis tenis.
Es hora de decir adiós a mis amigos imaginarios,
Es hora del primer gran número.
Parecería que fue ayer que solía creer
Que no había más que luz bajo mi piel.
 Si me cortaba, brillaría.
Pero ahora cuando caigo sobre las aceras de la vida,

Me pelo las rodillas. Sangro.




Pureza

Mi hora favorita para escribir es al final de la tarde
Los días de semana, particularmente los miércoles.
Así es como lo hago:
Llevo un cazo de té recién hecho a mi estudio
Y cierro la puerta.
Luego me quito la ropa y la coloco en una pila
Como si me hubiese derretido hasta morirme
Y mi único legado consistiese solamente
En una camisa, un par de pantalones
Y un cazo de té frío.
Entonces me quito la piel y la cuelgo de una silla.
La deslizo de mis huesos como una vestidura de seda.
Hago esto para que lo que escriba
Sea puro.
Completamente libre de lo carnal,
No contaminado por las preocupaciones del cuerpo.

Finalmente me quito cada uno de mis órganos
Y los organizo sobre una pequeña mesa junto a la ventana.
No quiero escuchar sus antiguos ritmos
Mientras trato de crear mi propio latido.

Ahora me siento ante el escritorio, listo para empezar.
Soy enteramente puro: nada más que un esqueleto
Ante la maquina de escribir.
 En estas condiciones escribo extraordinarios poemas de amor;
La mayoría de ellos sobre la conexión entre el amor y la muerte.
Soy la concentración misma: existo en un universo
Donde no hay mas que sexo, muerte y escribir a máquina.

Después de un rato de esto
También me quito el pene.
Entonces solo soy cráneo y huesos
Escribiendo en la tarde.
Solo lo esencial, no hay adornos.
Ahora solo escribo sobre la muerte,
El más clásico de los temas
En un lenguaje tan liviano como el aire
Entre mis costillas.

Después, me recompenso con un paseo
Durante la puesta de sol.
Me coloco mis órganos y regreso a mi piel
Y ropas.
Entonces saco el carro del garaje
Y acelero entre bosques
Por serpenteantes caminos rurales,
Pasando muros de piedra, casas de campo
Y lagos congelados,
Todos perfectamente colocados

Como las palabras de un famoso soneto.



Nightclub

Eres tan hermosa y yo soy un loco
Por estar enamorado de ti
Es un tema que siempre se repite
En canciones y poemas.
Parece no haber cabida a variaciones.
Nunca he escuchado a nadie cantar
Yo soy tan hermosa
Y tú eres un loco por estar enamorado de mí,
A pesar de que esta noción debe seguramente
Haber pasado por la cabeza de mujeres y hombres por igual.
Eres tan hermoso, que pena que eres un loco
Es otra que nunca escuchas.
O, estás loco si me consideras hermosa.
Esa nunca la van a oír, se los garantizo.

Sin razón aparente esta tarde
Estoy escuchando a Johnny Hartman
Cuya oscura voz se enreda alrededor
De los conceptos sobre el amor, la belleza y la locura
Como la de nadie.
Se siente como el humo ascendente del cigarrillo
Que alguien dejo encendido sobre un piano de cola
Alrededor de las tres de la mañana;
Humo que se acumula alrededor de las luces
Mientras afuera en la oscuridad
Algunos de los hermosos locos se han reunido
En mesas para escuchar,
Algunos con sus ojos cerrados,
Otros inclinados hacia delante, hacia la música
Como si esta los sostuviese,
 O meneando el hielo en sus vasos,
Deslizándose por grados hacia un sueño rítmico.

Si, existe toda esta loca belleza,
Que nace más allá de la media noche,
Que no tiene ningún deseo de irse a casa,
Especialmente ahora cuando todos en el salón
Están mirando al hombre grande con el saxo de tenor
Colgando de su cuello como un pez dorado.
Se mueve hacia el borde del escenario
Y me entrega el instrumento a mí
Y mueve la cabeza indicándome que toque.
Entonces pongo la boquilla en mis labios
Y soplo con todas mis fuerzas.
Somos todos tan locos,
Mi largo solo de bebop empieza diciendo,
Tan jodidamente locos,
Que nos hemos vuelto hermosos sin darnos cuenta. 




Aristóteles

Este es el principio
Casi cualquier cosa podría pasar.
Aquí es donde encuentras
La creación de la luz, un pez saltando hasta la tierra,
La primera palabra del Paraíso Perdido en una pagina en blanco.
Piensa en un huevo, en la letra A,
Una mujer planchando en un escenario vacío
Mientras suben el pesado telón.
Este es el principio.
El narrador en primera persona se presenta,
Nos cuenta sobre su linaje.
La mezzo-soprano esta en vilo.
Aquí los escaladores estudian un mapa
O se ponen las largas medias de lana.
Es bien temprano, años antes del Arca, el amanecer.
El perfil de un animal es pintarrajeado
En el interior de una cueva,
Y tú todavía no aprendes a gatear.
Esta es la abertura, el lance,
 Un peón que avanza una pulgada.
 Esta es tu primera noche con ella,
Tu primera noche sin ella.
Esta es la primera parte
Cuando las ruedas empiezan a rodar,
Cuando el elevador empieza su ascenso,
Antes de que las puertas se separen.

Este es el medio.
Las cosas han tenido tiempo de complicarse,
Hacerse un lío, en serio.
Ya nada es simple.
Ciudades han crecido a orillas de los ríos
Rebosantes de gente con propósitos encontrados—
Un millón de planes, un millón de miradas enloquecidas.
La decepción se quita la mochila
Aquí y levanta su destartalada tienda.
Esta es la parte complicada donde se cuaja la trama,
Donde la acción repentinamente se revierte
O da un viraje hacia una dirección inesperada.
Aquí el narrador dedica un largo párrafo
A por qué Miriam no quiere el hijo de Edward.
 Alguien esconde una carta bajo la almohada.
Aquí el aria se eleva hasta el diapasón,
Una canción sobre el engaño, salada con venganza.
Y el grupo de escalada queda atascado en una saliente
A mitad de la montaña.
Este es el puente, la dolorosa modulación.
Este es el grueso de las cosas.
Tanto se acumula en el medio—
Las guitarras de España, pilas de aguacates maduros,
Uniformes rusos, fiestas ruidosas,
Besos a la orilla del lago, argumentos escuchados tras la pared—
Demasiadas cosas que nombrar, demasiado en que pensar.

Y este es el final,
El carro saliéndose de la vía,
El río perdiendo su nombre en el océano,
La larga nariz del caballo fotografiado
Tocando la blanca línea electrónica.
Este es el colofón, el último elefante del desfile,
La silla de ruedas vacía,
Y las palomas flotando en la tarde.
Aquí el escenario esta lleno de cuerpos,
El narrador guía a sus personajes hasta sus celdas,
 Y los escaladores están en sus tumbas.
 Soy yo golpeando el punto
Y tú cerrando el libro.
Es Sylvia Plath en la cocina
Y San Clemente con un ancla al cuello.
Es el último pedacito
Perdiéndose en la nada.
Este es el final, según Aristóteles,
Lo que siempre hemos estado esperando,
A lo que todo llega,
El destino que no podemos dejar de imaginar,
Un destello de luz en el cielo,
Un sombrero en un gancho, y fuera de la cabaña,
Hojas cayendo. 


Billy Collins (Estados Unidos, Nueva York, 1941) Billy Collins es uno de los poetas más populares de los Estados Unidos. Muchos lo consideran como el sucesor de Robert Frost en las letras norteamericanas. Suele vender millones de copias de sus libros de poesía. Los recitales que presenta en universidades y bares siempre se encuentran repletos. Entre sus libros de poesía se pueden destacar " She Was Just Seventeen (2006)", "The Trouble with Poetry (2005)"; "Nine Horses (2002)"; "Sailing Alone Around the Room: New and Selected Poems (2001)"; "Picnic, Lightning (1998)"; The Art of Drowning (1995)". Ha recibido numerosos galardones, así como el reconocimiento de la Fundación Nacional para las Artes y la Fundación Guggenheim. En el 2001 y en el 2003, Billy Collins fue nombrado "Poet Laureate" de los Estados Unidos. 

(Traducido por Giselle Rodriguez Cid)