Yolanda Castaño por Alberto Pombo |
Less is more
No me dijo
si
te contase lo repugnante que me parece tu boca,
el
charco de tus hormonas pringosas y clamantes.
Preferiría
meter los dedos en un cable de alto voltaje
que
mi cara en la redondez irrespirable de tus tetas.
No me dijo
así
se me caiga encima ahora mismo un fardo de piedras
antes
que la responsabilidad de tus noches de fiebre,
que
corra el aire entre mi vertical
y
el pastel de jengibre de tus ganas.
Antes
quiero alfileres en la cuenca de los ojos
que
sorber la gelatina de tus debilidades.
No me dijo fuck off, no me dijo vete
a
la mierda.
Prefiero
un dolor de oídos, un puño en la boca del estómago.
Me
repugna el fragor así tan rural de tu hambre,
escuchar
a tus piernas a gritos
como
lechoncillos rosados abiertos a hachazos.
Simplemente
él no me
dijo.
De La segunda lengua (ed
bilingüe, Visor, 2014)
El subrayado no es mío
No dije rosa, ni azul,
no pongas eso en mi boca.
Yo no dije queda
clausurado el interior,
ni brindé porque queramos todo cuanto debemos.
Yo no prometí ser capaz de gestionar el desastre,
ni dije que ciertas palabras
me esquivasen como las libélulas.
No dije te
necesito, no conjuré providencias,
ni uno solo de los cien nombres de Dios
se vino a posar sobre mis labios.
No pongas en mi boca
palabras de para
siempre,
ni que los últimos complejos
hayan saltado de mí como las pulgas.
No dije patria ni matria,
no pongas eso en mi boca.
No dije cásate
conmigo, ni
voy a limar mi vida hasta que
encaje entre los huecos.
No hube de ser yo quien rimó destino con deseo.
No pongas eso en mi boca.
Pon mejor
eso
otro.
De La segunda lengua (ed
bilingüe, Visor, 2014)
La poesía es una lengua minorizada
Comenzaría
por el espesor. Su acidez, su ph.
Camina
igual que una mujer:
entre la
masacre de lo invisible
y el campo
de concentración de la visibilidad.
Ladra
estilo y final,
una épica
hospitalaria.
En el poema
el lenguaje
se hace oídos
sordos a sí mismo,
en él las
palabras amplían
su círculo
de amistades.
Hay que
masturbar el abecedario
hasta que
balbucee cosas
aparentemente
inconexas.
Caja de
cambios del habla,
gestos de otro
orden.
La sonrisa
del mosquito dentro de la piedra de ámbar.
No se trata
de que no comprendas árabe.
No entiendes
poesía.
De La segunda lengua (ed
bilingüe, Visor, 2014)
LISTEN AND REPEAT: un pájaro, una barba.
Todo el
cielo está en cuclillas. Una sed intransitiva.
Hablar en
una lengua ajena
se parece a
vestir ropa prestada.
Helga
confunde los significados de país y paisaje.
(¿Qué clase
de persona serías en otro idioma?)
Tú, me
haces notar que, a veces,
este
instrumento mío de cuerda
vocal
desafina.
En el patio
de luces del lenguaje,
se me
engancha la prosodia
en el
vestido.
Te contaré
algo sobre mis problemas con la lengua:
hay cosas
que no puedo pronunciar.
Como cuando
te veo sentado y sólo veo
una silla –
ceci n’est pas une chaise.
Una cámara
oscura proyecta en el hemisferio.
Pronunciar:
si el poema es
un
exorcismo, un cambio de agregación; algún humor
solidifica
para abandonarnos.
Así es la
fonación, la entalpía.
Pero tienes
toda la razón:
mi
vocalismo deja
mucho que
desear.
(Si dejo de
mirar tus dientes
no voy a
entender nada de lo que hables).
El cielo se
hace pequeño. Helga sonríe en cursiva.
Y yo
aprendo a diferenciar entre una barba y un pájaro
más allá de
que levante el vuelo
si trato de
cogerla
entre las
manos.
De A Segunda Lingua [La segunda lengua] (ed biling, 2014)
La palabra Galicia
Para
contarte de dónde vengo,
te tengo
que sacar la lengua.
Dónde se ha
visto que el fuego lama las hojas, lama la corteza, lama la raíz y
lama un
poco de todo sin apenas entreabrir los labios.
Hay pueblos
tan educados
que nunca enseñan la lengua.
Desde el
tumulto de una ciudad impaciente por morder
tú dices hrvatski, hrvatski,
eso solo
puede parecer un idioma que se esputa.
Hay
posturas de la lengua
que no entiendo.
Hay que
tomarse el riesgo de sacarla para afuera, entre los dientes.
Por eso
pronuncio maza, digo cercear, zarzallo.
Ya sé que
hay quien se reserva la lengua.
Como una
vocal abierta en el momento inoportuno,
como ropa
barata, un tufo sospechoso.
Hay pueblos
enteros que se van de la lengua.
Cuando me
cuentas que no distingues
en cuál de
los dos idiomas estoy hablando, era
para
partirte la boca,
así
tendrías tú también una lengua dividida en dos
̶ como Corea, verdad?
Hay lenguas
que me quedan lejos.
Las hay con
tendencia a salirse de la boca y
plantarse en la solapa,
otras
tienen cicatriz de tanto ser mordidas por los dientes.
Hay lenguas
en las que se hizo sangre.
Un anzuelo
clavado en el cartílago laríngeo.
Hay fonemas
que salen de un recoveco bucal que no conozco,
otros,
responden a planes de autoexterminio.
No me queda
otro remedio, señor de sus silencios, soy
esclava de
las palabras y habré de condenarme por mi lengua.
Por eso: cinza, cercella, zazamelo.
Nada de galisia, nada de galichia,
atiéndeme
bien: gali-Cia.
De A Segunda Lingua [La segunda lengua] (ed biling, 2014)
Yolanda Castaño (Galicia -España, 1977) lleva ya veintidós años publicando poesía originalmente en gallego que posteriormente traduce al castellano. Desde entonces, sus hasta ahora seis poemarios le han valido galardones como el Premio de la Crítica Española, el Espiral Maior, el Ojo Crítico, el Novacaixagalicia, la distinción como “Autora del Año” 2014 para las Librerías de Galicia o la de Finalista del Premio Nacional de Poesía, entre otros. Sus títulos más recientes, editados en su versión bilingüe por Visor Libros, son Libro de la Egoísta (2006), Profundidad de Campo (2009) y La segunda lengua (2014), que se quedó a las puertas del Nacional de Poesía. Ha publicado obras también como editora, traductora de poetas contemporáneos (entre ellos Nikola Madzirov y Marko Pogačar, al español) y autora de cinco libros de poesía infantil. Desarrolla multitud de experiencias que fusionan la poesía con otros lenguajes creativos (música, plástica, audiovisual, danza, arquitectura… y hasta cocina), actividad por la que también ha sido premiada y que realiza bien en solitario o en colaboración con otros artistas.